Capítulo 10 (parte 4)

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El agua cae con delicadeza destensando a su paso mis músculos doloridos. Apoyo las manos contra la pared dejando que el agua cubra cada centímetro de mi cuerpo. Suspiro lentamente y una tímida sonrisa aparece en mis labios. Esos jodidos dioses griegos me ponen realmente cachonda y al mismo tiempo tímida al sentirlos alrededor mío. No sé como algo de todo esto tiene sentido.

Paso mis dedos por el pelo colocándomelo hacia atrás. Cierro el agua y me siento completamente limpia, cualquier rastro de suciedad se ha ido de mi cuerpo; aunque con ellos cerca no tardaré ni dos segundos en volver a ponerme cachonda. Me seco meticulosamente con la toalla y me la enrollo alrededor del cuerpo.

Cuando salgo del baño la puerta de la habitación se abre pillándome por sorpresa. James y Christian entran, aunque esta en vez vienen acompañados por tres chicas. Agarro más la toalla. Este momento sería realmente incómodo si se me cayera la toalla delante de todos.

—Alba, estas son Marie— dice señalando a una chica rubia platino.— Lola— la chica morena me sonríe y yo le devuelvo el gesto.— y por ultimo esta es Mia.— a diferencia de la otra chica esta tiene el cabello un poco más oscuro y es la más bajita de las tres.

—Encantada de conoceros chicas.— levanto una mano a modo de saludo.— Siento que esté así, pero no tengo ropa.— digo mirando de reojo a James y Christian.

—No te preocupes, Alba. Menos mal que te he traído algo de ropa, pero con estos dos no creo que te dure mucho puesta.— exclama Marie y yo la miro algo sorprendida. ¿Habrán venido aquí cuando han estado otras mujeres? Apunto en mi mente preguntárselo. Algunas mujeres somos muy cotillas, espero que me lo cuenten. Cómo por ejemplo que clase de mujeres han pasado por esta casa.

—Mejor os dejamos solas para que hagáis vuestra magia.— dice Christian mientras él y James salen de la habitación dejándonos a las cuatro solas.

—Ummm.— digo mirándolas sin saber muy bien que decir. Conocer a gente nueva no era lo mío.

—Déjame darte ropa interior para que te sientas más cómoda.

Marie se dirige hacia una maleta y después de rebuscar extrae un conjunto gris. Mia y Lola extraen objetos de unos maletines que van colocando meticulosamente encima del tocador. Me despojo de la toalla y rápidamente me coloco el conjunto gris de encaje.

—¿Cuánto va a durar este infierno? — digo haciendo un puchero.

—Bienvenida a nuestro paraíso.—dice sonriendo felizmente y yo me deprimo.

—Tienes unos labios que muchas matarían por tener. —Mia le da los últimos retoques a mis labios mientras Lola observa mi pelo recién ondulado como si fuera una obra de arte. Aunque para mi es una obra de arte que halla conseguido darle a mi pelo una apariencia tan sofisticada, quien lo diría esta mañana.

—Eres distinta a ellas.—dice Lola agarrándome los hombros.

—¿Distinta a quienes?— digo mirándola confundida a través del espejo.

—A las demás chicas que han traído aquí. Todas ellas eran... ya sabes, unas bordes. — dice riéndose.— Tú en cambio eres distinta. Irradias una timidez que creo que es la que los ha vuelto locos, aparte de ese despampanante físico.

—Por cierto, esta despampanante mujer aún no ha comido en todo el día.— digo tocando mi hambrienta barriga.

—Seguro que te han dado de comer algo mucho más apetecible.— exclama Marie relamiéndose los labios mientras me mira.

—¡Chicas!— exclamo riendo para restarle importancia a lo que había dicho Marie.

Es increíble que en casi las dos horas que llevábamos juntas nos uniéramos tan bien. Entre ellas se conocen de maravilla y pronto me integraron en su grupo. Su manera de ser me recordaba a Em y Khloé. Incluso me habían invitado a cenar con ellas alguna noche que no estuviera ocupada con los chicos, pero por lo que me dieron a entender iba a ver muy poco la calle, más bien iba a ver la cama.

—Lista.— exclama sonriente Mia.

Me miro detenidamente y me quedo maravillada por el look que me ha hecho. Es un look natural en el que resaltan mis labios carnosos con un tono nude con el que está obsesionada últimamente. Conforme me maquillaba me daba algunos consejos sobre como aplicar mejor la base o sobre que colores utilizar para mis párpados. Aunque siendo honesta no creo ni que tenga paciencia ni ganas con los chicos pululando alrededor.

—Muchas gracias. De verdad, chicas.— digo sonriéndoles de oreja a oreja.

—De nada, guapa. Nosotras será mejor que nos vayamos.—exclama Marie y Mia y Lola asienten con la cabeza.

Las cuatro caminamos hasta la planta inferior riéndonos de la curiosa imaginación que tiene Mia sobre los chicos.En la planta baja los dos se encuentran charlando armoniosamente. Las chicas se quedan embobadas mirándoles. Es bueno saber que tienen ese efecto en todas y no solo en mí.

—Chicos ha sido un placer volver a veros.— Ambos se levantan a despedirse de las que espero que en un futuro sean unas grandes amigas mías.— Tenéis que dejárnosla una noche.—exclama Lola mirando a James.

—Creedme, aquí va a estar muy entretenida. Ya sabéis.— dice guiñando un ojo y todas se ríen. Yo bajo la mirada hacia mis pies ahora cubiertos por unas Stan Smith.

—Os acompaño a la puerta chicas.—digo y Marie agarra mi mano derecha y yo le sonrío.—Os volveré a ver, tengo vuestro números, francesas.

—Nunca les dejes.—susurra Marie mirándome seriamente.

Entrecierro los ojos intentando comprender porqué me ha dicho eso y en lugar de responderme coloca un dedo sobre mis labios, instándome a que mantenga los labios sellados. Acompaña a las chicas hasta el ascensor y no puedo evitar seguir mirándola como si le hubieran salido tres cabezas. Cuando las puertas se cierran me obligo a mi misma a apartar la mirada hacia otro lado. ¿Debería llamarla? ¿Por qué me ha dicho eso? Nada de esto tiene ningún ninguno.

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Mi PerdiciónWhere stories live. Discover now