Capítulo 6 (parte 2)

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Noto en su mirada una pizca de sorpresa, pero eso sólo hace que su mirada se encienda aún más.

—Si eso es lo que quieres, te follaré sin compasión. Soy un experto en eso, nena. —dice sonriendo de lado perversamente.

Me suelta el pelo y mi cuero cabelludo siente un alivio instantáneo.

Me pilla por sorpresa tumbándome en el sofá, y él se pone encima mía, no sé cómo lo ha hecho tan rápido. Me agarra las manos por encima de la cabeza y siento su erección presionándome en la cadera, es una sensación deliciosa.

Echo la cabeza hacia atrás hasta tenerla recostada y vuelvo a cerrar los ojos por el placer que me inunda.

Me vuelve a besar pero esta vez despacio, y creo que se está conteniendo para no hacerme daño. Se separa de mí y noto como sus labios descienden por mi cuello, pechos, estómago, y ahí se detiene. Suelto un quejido por la falta de contacto y por la mirada que me dirige decido callarme. Ahora mismo se ha convertido en un mandón.

Veo como agarra la camiseta por los extremos y me la quita sin ningún cuidado y la tira por el salón, lejos de nuestros ojos. Se abalanza como un poseso sobre mis pechos y al notar el contacto de su lengua en mi pezón me empiezo a volver loca. No puedo parar de mover las manos, soy su prisionera. Agarra el pezón con sus dientes y tira de él. Yo grito y está satisfecho por lo que ha causado. Hace el mismo proceso con el otro pecho y yo estoy ardiendo. Sé separa de ellos y me besa en el ombligo dejando un rastro de saliva.

¿Qué tiene la saliva que es tan jodidamente erótica?

Me agarra lo tenis Nike y los tiro al suelo, junto con los calcetines. Me mira directamente a los ojos mientras que yo no puedo apartar la mirada de sus enormes manos que me bajan con destreza los pantalones, hasta que mis piernas están desnudas. Acerca su cara hasta mis braguitas y pasa la lengua por encima de la tela. Yo suelto un gritito y me vuelvo completamente loca de placer. Vuelve a repetir la acción y aparto la mirada al ver como mis fluidos salen de las braguitas sin control. Sus dedos tiran fuerte del encaje hasta hacerlas trizas por el sofá. Mis muslos se sienten doloridos por el tirón, pero es una sensación agradable.

Siento el contacto de su lengua en mi coño y mis sentidos se nublan por completo, toda razón existente en mí ha salido corriendo de mi cabeza.

Me encanta que me folle el coño con su lengua. Me retuerzo sin control agarrándome con las manos al sofá.

Me agarra fuertemente de las caderas y me acerca completamente a su boca, ningún milímetro nos separa. Me empieza a comer el coño con ganas, a morderme los labios vaginales. Con sus dedos separa los pliegues hasta encontrar el botón que contiene la magia, y empieza a lamerlo sin parar, sin piedad. A estas alturas soy una masa de fuego, los gemidos salen sin control de mi garganta como si fuera una gata en celo.

Noto como me empieza a recorrer por mi cuerpo una sensación deliciosa y Christian es consciente porque mete dos dedos dentro de mi coño y los mueve aceleradamente al mismo tiempo que su lengua sigue torturando mi clítoris.

Sin darme cuenta un enorme orgasmo me sacude por completo, dejándome sin sentido por unos segundos. Christian sigue lamiendo mis jugos, como si se tratara del mejor manjar del mundo. Se pasa la mano derecha por la barbilla y la limpia en mi estómago, manchándome de mis propios jugos.

Se levanta encima de mí y se pone de pie. Sigue completamente vestido, mientras que yo estoy desnuda. La jodida canción sensual sigue sonando, y sé que la ha escogido a propósito ya que está en modo de repetición. Podría follarte todo el tiempo, suena jodidamente perfecto.

Se despoja de la camisa lentamente y ante mis ojos aparecen unos abdominales que suplican ser adorados con saliva.

Le siguen los zapatos y los calcetines, hasta sus pies me ponen.

Su mirada sigue siendo oscura. Sus manos desabrochan el botón y se recrea en la cremallera y creo que lo hace para fastidiarme.

Una vez lo hace se los baja un poco y veo que su polla es enorme y por un momento me entra el pánico por su tamaño, unos 24 centímetros más o menos. Mi reacción sólo hace ponerlo más duro si es posible, su polla se alza majestuosa sobre su vientre, y su capullo sonrosado suplica a gritos ser lamido, mi boca se hace saliva. Se deshace de los pantalones por completo, y es mucho más hermoso de lo que me imaginaba.

Su cuerpo es musculado, pero no exageradamente, sólo lo justo para hacer que una mujer le regalara sus braguitas como ofrenda par que la follara sin compasión toda una noche sin descanso.

Suelta un escupitajo en su mano izquierda y se restriega la saliva por toda su polla, mis ojos no pueden apartar la vista se su enorme proporción.

Se acerca hasta a mí y me da un casto beso en los labios. Me gira de tal manera que mis piernas están dobladas contra el respaldo del sofá y mi cabeza está fuera del sofá. Desde mi perspectiva veo su enorme falo y como se lo machaca de arriba abajo con la mano.

—Abre la boca, quiero probar una cosa—. Dice rugiendo. No puedo verle la cara pero sé que debe de estar disfrutando de este momento, viéndome vulnerable, sin escapatoria.

Espera un momento. ¿QUÉ VA HACER LO QUE?

Me siento perdida y noto sus dedos intentando abrirme la boca y yo la abro lo máximo que puedo, que sea lo que Dios quiera.

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