Capítulo 9 (parte 4)

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Sigue restregando su polla contra mi clítoris, no dejando correrme. Cada vez que estoy a punto para, y vuelve a empezar. Así una otra vez. Un sudor empieza a impregnar nuestros cuerpos.

Siento como su mano derecha se acerca lentamente hacia mi ano y levanto la cabeza del cuello de James. Nunca he probado algo así, no quiero que lo haga, sé que me va a doler mucho. Le miro con ojos asustados pero me da un pequeño beso en la punta de la nariz tranquilizándome. Su dedo corazón hace ligeros círculos en mi entrada. Lo empieza a introducir lentamente y mis ojos se cierran, desbordada por el placer. Se siente raro. Es un placer desbordante. James empieza mover el dedo dentro y fuera, y yo suelto un sonoro chillido placentero. La polla de James sigue el ritmo de su dedo. Me muerdo el labio inferior intentando reprimir los gemidos.

—"I think you lost your morals, girl. But it's okay— James empieza a cantar de nuevo pero esta vez en mi oído y cierro los ojos dejándome llevar por su voz ronca y sensual. — Cause you don't need 'em where we're going.— Empieza a aumentar el ritmo de la canción al mismo tiempo que mueve su polla sin piedad contra mi clítoris y su dedo dentro de mi ano.— In that two-floor loft in the middle of the city. After rolling through the city with me.— Un calor se extiende por mi vientre y me agarro fuerte a su cuello chillando mientras me corro como nunca. Espasmos sacuden mi cuerpo y muerdo su hombro reprimiendo los gemidos.— "I promise you gon' see." — susurra James y tras cuatro estocadas más contra mi coño un gruñido me indica que se ha corrido. Agarra con fuerza mis nalgas, tan fuerte que clavo de nuevo mis uñas en su espalda.

Nos quedamos es esa posición durante un rato, hasta que los dos estamos más calmados. Abro lentamente los ojos y lo primero que me encuentro es a Christian sentado al borde de la piscina donde nosotros nos encontrábamos un rato atrás, observándonos fijamente mientras se relame los labios. Me bajo del regazo de James y apoyo mi espalda contra la pared. ¿No has estado observando todo el tiempo? ¿ O es que hemos sido tan ruidosos que le hemos despertado? Madre mía, que vergüenza. Me tapo la cara con las dos manos, no sé ni donde meterme.

James me retira las manos de la cara y me mira preocupado. Me coloca el pelo hacia atrás apartando los pelos que se pegan a mis mejillas. Me da un ligero beso en la frente y comprueba con su mirada que estoy bien. Y aquí vuelve su lado cariñoso. Joder, maldito bipolar.

—Christian, ¿puedes traernos unas toallas?— dice sin dejar de mirarme ni un segundo.

Mi cara es de completo asombro. ¿Cómo sabia que él estaba ahí? En ningún momento se ha girado. ¿ Lo tenían planeado?

Se aleja de mi y empieza a nadar hacia las escaleras. Yo me quedo quieta contra la pared, aún pensando en todo. Observo como su glorioso culo sale a la superficie y camina sin poder ninguno por el borde de la piscina. Ve como recoge nuestras prendas esparcidas cada una por su lado y las coloca encima de una mesa de piedra.

Christian aparece de nuevo con dos grandes toallas y se acerca hacia James y le entrega una. Vaya, no tienen pudor ninguno en estar desnudos el uno enfrente del otro, pero yo no soy así. Los dos se dirigen unas palabras en bajo y al terminar mi miran perversamente.

¿Qué habrán planeado?

—¿No vas a salir del agua? — pronuncia Christian mirándome graciosamente.

Me cubro con las manos y me siento estúpida. Joder, hace unos minutos no me importaba estar desnuda delante de James. Noto como una leve rojez cubre mis mejillas. No hay manera de salir de aquí sin que me vean como dios me trajo al mundo.

—¿Podéis cerrar los ojos? — digo y al momento me siento realmente estúpida. Tengo veintitrés años, no quince. Por dios, parezco una adolescente loca porque estos hombres se pierdan entre mis piernas.

—¿Qué? — exclaman los dos al mismo tiempo confusos con los ojos abiertos como platos.

Les dirijo una mirada avergonzada y ambos se dan la vuelta sin rechistar mirándose de reojo. Creo que la situación les parece surrealista, hasta podría aventurarme a decir que les parece graciosa. Sí, en estos tiempos es difícil encontrarse a una chica que no le guste estar desnuda delante de los hombres que se está follando. Dicen que lo raro es lo que más atrae.

Salgo lo más rápido que puedo del agua y al regresar a la superficie un frío impacta de lleno en cada centímetro de mi cuerpo. Mis dientes empiezan a castañear y apresuro mis pies todo lo que puedo hasta la tumbona donde se encuentran las toallas. Les miro de soslayo para comprobar que no están mirándome y me río mentalmente al comprobar que han cumplido mi orden al dedillo. No deben de estar muy acostumbrados a esta clase de tonterías por parte de las mujeres. Agarro la toalla que queda y cubro mi cuerpo con la suave toalla.

Un ligero bostezo sale de mi boca. Mi cuerpo empieza a reclamar una cama en la que dormir.

—Cielo, aún no es hora de dormir.— dice James mirándome de arriba abajo.—Será mejor que entremos dentro sino quieres que te arranque esa toalla.

Agarro la toalla con fuerza asegurándome de que es imposible que me la quite. ¿Qué problema tiene este hombre con arrancar todo? Temo por mis braguitas.

—¿Por qué no nos esperas en tu habitación?— exclama Christian amablemente.

Asiento con la cabeza y me adentro al interior de la casa. A cada paso que doy siento como si algo hubiera cambiado. Como si estuviéramos de alguna manera más unidos.

Doy vueltas de un lado a otro en la habitación. Ya han pasado más de quince minutos desde que he subido y no he sentido ningún ruido, solo el de mis pies inquietos. ¿Qué estarán haciendo a estás horas? Son las más de las cuatro de la mañana. Por el amor de dios. Necesito dormir de una vez. ¿Es que tienen planeado follarme ahora? Me detengo en medio del paseo tropezando con mis propios pies. Creo que no estoy lista para eso, aún no. Saben que yo nunca he estado con dos hombres al mismo tiempo.

Unos pasos me sobresaltan y veo como dos dioses griegos caminan con esos andares tan masculinos que dejan a una boquiabierta. James vuelve a estar vestido y no puedo evitar comerme con los ojos sus abdominales. En su mano derecha lleva un maletín de Louis Vuitton; Christian por su parte lleva una botella y un vaso.

—¿Qué...? — Ni yo misma soy capaz de terminar la frase. Pensé que me iban a follar, pero ahora mismo estoy la mar de perdida.

James posa el maletín en la mesa de cristal y sonríe de una manera un tanto diabólica. Nunca le había visto sonreír de esa manera. Es aterradora. Ahora mismo estoy un poco asustada. Christian pasa por mi lado y deja la botella y el vaso encima de la mesita

—¿Acaso vamos a beber y a... jugar al... strip poker? — digo tratando de encontrarle algún sentido a todo esto. Si es que tiene alguno.

Ambos se vuelven a mirar y por sus expresiones puedo observar que están haciendo todo lo posible para no estallar a carcajadas y reírse en mi propia cara. Bueno, por lo menos les resulto graciosa.

—El día que juguemos al strip poker quiero que lleves debajo un conjunto endiabladamente sensual. Uno que nos la ponga dura al segundo. Aunque con esa cara de zorrita no te costara trabajo ninguno, ¿verdad? —pronuncia sensualmente con voz ronca. Si en estos momentos hubiera llevado puestas unas braguitas estoy segura de que ya estarían a mis pies.

Intento que la rojez de mis mejillas se vaya pero con sus palabras mi cara está ardiendo de la vergüenza.

—Toalla. Fuera. Ahora. — ruge Christian.

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Mi PerdiciónWhere stories live. Discover now