Capítulo 15

61.1K 2.8K 551
                                    

Me duele la cabeza. ¿Por qué hay tanto ruido? Siento como mueven mi brazo derecho y gimo en bajito no queriendo despertarme.

—Alba, ya hemos llegado.— escucho la voz de mi amiga Samantha llamándome. Abro los ojos enfurruñada. ¿Por qué me ha tenido que despertar de ese sueño?— ¿Quieres que te acompañe a casa?— dice colocando la mano en la manilla de la puerta.

Niego con la cabeza y me despido de ella mientras salgo de coche. Un fuerte mareo hace que me agarre a la puerta unos segundos. Mi amiga me mira preocupada y le sonrío indicándole que todo está bien.

Da marcha atrás y yo camino lentamente hacia la puerta de casa. Menos mal que no se me ha ocurrido traer tacones sino ahora mismo serÍa un pato mareado. Busco las llaves en el bolso y tras cogerlas intento que la llave entre en la cerradura. ¿Por qué coño se mueve la puerta? Demonios. No debería haber bebido tanto. Más bien no debería haber bebido nada, pero lo necesitaba para olvidarme del mundo por unos horas.

En cuanto abro la puerta cierro con sumo cuidado sabiendo que si despierto a mi hermano será el fin de mis días. Camino hasta la cocina a beber un vaso de agua y de pronto me quedo quieta al ver la chaqueta de cuero negra de Christian. De repente un calor inunda mi cuerpo. ¿Qué hace él aquí? No sé que es lo que me pasa, pero subo a trompicones las escaleras y por poco me caigo en el último escalón. Maldito vodka, pienso en mi interior.

—Christian.— chillo, llamándole.

Algo se ha apoderado de mi cuerpo, y doy gracias al alcohol por soltarme la lengua. Sienta tan bien pronunciar su nombre en voz alta. Hasta su nombre me vuelve loca.

—Christian.— vuelvo a vociferar, gustándome cada vez más como suena su nombre en mis labios.

Ahora mismo me importa una mierda que mi hermano se pueda despertar y encontrarme completamente borracha.

Camino por el largo pasillo acercándome poco a poco a la habitación que utiliza cuando viene a casa de mis padres. Sonrío enormemente cuando estoy a tan solo unos pasos de llegar a la puerta y en el momento en que el dios griego aparece ante mis ojos la sonrisa se me borra de golpe.

Christian está furioso, en los meses que le conocía nunca me había mirado como si me quisiera matar. El empujón que me había dado el alcohol se disuelve de pronto dejándome indefensa delante de un hombre por el que cada poro de su cuerpo destila peligro. Sólo lleva unos vaqueros rasgados en algunas partes. Mi mirada se queda embobada en sus abdominales. Me muero por pasar mi mano por esa tabla dura. Un gruñido procedente de la garganta de Christian hace que aparte la mirada de esa zona avergonzada. Me llevo las manos a mis mejillas y un calor abrasante hace que aleje las manos de esa como si me quemara. No debería haber bebido. Sino no lo hubiera hecho no tendría que estar pasando la mayo vergüenza de mi vida.

—Deber... debería irme a dor...— trastabilleo con las palabras huyendo de sus furiosos ojos que siento como queman mi cuerpo.

Tenerle tan cerca hace que me sienta muy nerviosa. No puedo hablar. No con él delante mía. Ahora mismo ni todo el alcohol del mundo me ayudaría a perder la vergüenza.

—¿Estás borracha? — exclama apretando los puños a su costado y yo me muerdo el labio inferior nerviosa.

Alba deberías haberte quedado callada e irte directa a cama.

Levanto mi mirada y sus ojos llamean furiosos en mi dirección. Niego despacio con la cabeza para no marearme y Christian me devuelve una fría sonrisa. Me alejo unos pasos de él y su sonrisa se ensancha aún más.

Mi PerdiciónWhere stories live. Discover now