Capítulo 6

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Desde que habíamos llegado a casa de Christian me invitó a que me sentara en el sofá mientras al preparaba el té. En el camino en coche había logrado calmar el torrente de lágrimas que salían sin control de mis ojos, y que mojaban a su paso mi cara.

Nunca antes había estado en su casa y por lo que había visto no era el típico apartamento de hombre, toda la estancia desprendía elegancia por todas partes. Lo que más llamaba la atención eran las estanterías de libros que se encontraban al fondo del salón. Algún día le había escuchado decir a mi hermano que Christian tenia bastantes primeras ediciones, y esas eran muy caras; no aptas para todos los bolsillos.

Una vez Christian trajo la taza de té me dejó mi espacio y se sentó lejos de mí, creo que para no agobiarme demasiado. La tensión se mascaba en el ambiente, los dos mirábamos a cualquier parte evitando la mirada del otro. Llevábamos allí casi una hora, y no habíamos cruzado ni media palabra.

De pronto Christian se levanta y veo como enciende un reproductor de música, que hasta este momento no había notado su presencia. All The Time de Jeremih empieza a inundar la estancia; bajo la vista avergonzada y mis mejillas se empiezan a teñir de rojo. Me encantaba escuchar esta canción, pero sola, no con compañía.

Se sienta otra vez a mi lado, pero esta vez más cerca, nuestras rodillas se rozan delicadamente. Su mano derecha se posa sobre mi rodilla, y un escalofrío recorre todo mi cuerpo, tengo la piel de gallina. Su mano empieza a ascender por mi muslo y yo contengo la respiración. Sé que esto no está bien, pero tengo las manos a los costados y soy incapaz de moverlas, y mi boca no puede pronunciar nada con sentido para detenerlo. Su mano sigue su recorrido hasta mi cadera y yo doy un pequeño salto al sentir el contacto en esa zona. Levanto la mirada de su mano y dirijo mi vista hacia sus ojos, estos están más oscuros, cegados por la pasión. Se acerca lentamente hasta que nuestras narices chocan la una con la otra. Intento separarme avergonzada, pero me agarra con una mano y me acerca de nuevo.

—Ahora no hay escapatoria— . Susurra en mi oído— ¿Me quieres probar?

Estoy demasiado avergonzada y no puedo responderle. Me agarra con fuerza por la barbilla y me levanta la cabeza para que le mire directamente a los ojos.

—Aquí no existe la vergüenza—. Dice seriamente.

«¿Esto está pasando de verdad?»

Mi mente no puede parar de cuestionarse que esto no es más que un simple sueño del que me voy a levantar empapada en sudor.

Sin darme cuenta se abalanza sobre mi boca, y ahora sí que no hay escapatorita. Nuestros labios se mueven al ritmo sensual de la canción. Mis manos se agarran a su pelo. Sus labios son suaves, aunque al mismo tiempo duros. Tira fuerte de mi labio y noto el sabor de la sangre en esa zona que ha maltratado.

Me sienta sobre su regazo, sin separar nuestros labios en ningún momento. Nuestras lenguas salen a la caza, hasta que encuentran a su presa. Éramos todo saliva y lengua. Agarra mi pelo en una coleta y tira fuertemente de él.

—Me muero por follarte ese coñito—. Dice mordiéndome el lóbulo de la oreja sin ninguna delicadeza.

En mi mente se instala una pregunta en ese momento. ¿Cómo sabe que me gusta que no me traten con delicadeza en esta situación? Su boca empieza a descender por mi barbilla y al llegar se posa en el final de mi cuello, para ir recorriéndolo con su lengua. Entre el dolor que me causan sus manos en el pelo y su lengua, siento que estoy en el cielo.

—¿Quieres que te folle? —dice mirándome directamente con esos ojos verde esmeralda que ahora están de un oscuro extraordinario.

Asiento desesperadamente con la cabeza, no soy capaz de hablar.

Me da un fuerte tirón de pelo, y suelto un grito como respuesta.

—Quiero oírtelo decir, he estado fantaseando mucho con este momento—. Dice al momento como noto su lengua recorriéndome el pezón por encima de la camiseta, y este se endurece al contacto.

En este momento mis braguitas son un río, y no creo que falte mucho tiempo hasta que moje literalmente los pantalones con mis fluidos.

Cierro los ojos un instante y suelto todo el aire que estaba conteniendo, intento controlar mi respiración dentro de lo que cabe en un momento como este. Vuelvo a abrirlos y me enfrento a su mirada.

—Christian, quiero que me folles sin compasión—. Digo, y al instante me arde la cara al completo al darme cuenta de lo que he dicho, pero no me importa. Aparto la vergüenza a un lado y decidido que ya habrá tiempo de volver a ser la aburrida de Alba más tarde.

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Siempre respondo 🖤

Mi PerdiciónWhere stories live. Discover now