Inevitable (El juego de Elena #1) [Editada]

Capitulo 19: Home run

Hola de nuevo :) paso para agradecerles por seguir la historia y para algunas por votarme y comentar ¡Muchisimas gracias! De igual forma cuento con sus votos y comentarios para este capitulo ^^ ¡Gracias!

El sentimiento de algo sólido debajo de mí me despertó de pronto, abrí los ojos capturando inmediatamente la imagen de un Regie completamente dormido. Me fue difícil no reír al verle de aquella manera, era una de las cosas más adorables y divertidas que hubiera podido ver jamás.

Me levanté del pecho de él intentando no despertarle pero sinceramente se me hizo complicado así que sí, lo desperté.

—¿A dónde crees que vas? —Preguntó él antes de bostezar olímpicamente.

Reí con voz ronca antes de retorcer mi cabello para lanzarlo hacia mi lado derecho, Regie se sentó con facilidad mientras me dedicaba su linda sonrisa angelical que yo correspondí con la mejor que podía ofrecerle.

— ¿Qué hora es? —Pregunté abrazando mis piernas.

Me divirtió ver como Regie parecía querer enfocar su vista en el reloj de su muñeca derecha, por unos segundos pareció hacérsele imposible así que orientó el reloj hacia la luna y miró.

—Medianoche —Salté en el suelo.

— ¡Papá te matará! —Grité levantándome del suelo de un salto.

—Tu mamá se encargó de eso —Dijo él con serenidad y yo recordé que tenía razón, pero de ninguna manera yo pensaría en lo que hizo para entretenerle.

—Luego no me culpes de tu destino —Bromeé sentándome a su lado.

—Esto lo vale, así que sería una buena muerte —Dijo él abrazándose a mí.

Cerré los ojos disfrutando de la calidez que él me estaba irradiando, la verdad es que hacía mucho frío y bueno, era una excelente excusa para mantenerle cerca.

Regie y yo nos quedamos un poco más en completo silencio mirando al horizonte, sus brazos no se despegaron de mí en ningún momento por lo que no morí de hipotermia. Cerca de las dos de la madrugada él me llevó a casa, en el camino elegí entrelazar nuestras manos para disfrutar un poco más de su calidez.

—No te estaciones frente a la casa, será menos obvio —Dije yo mirando en todas direcciones.

—Tranquila Elena, nadie nos está espiando.

—Eso es lo que crees.

Sí, estaba paranoica, lo admito pero es que era la primera vez que salía con un hombre y regresaba después de la medianoche. Esto se merecía con toda la razón un poco de mi paranoisismo (no, no existe esta palabra así que sí, yo la cree). Obligué a Regie a estacionar su auto una cuadra antes de mi casa para así evitar que mi padre notara que había llegado a semejante hora.

—Tu mamá se encargó de todo, no tienes por qué preocuparte —Me tranquilizó él mientras entrelazaba nuestras manos.

—Espero por tu bien que sea así, pero si no lo es sólo tienes que correr hasta tu auto y pisar el acelerador, si le pasas por encima a papá no te detengas, él es de acero —Aconsejé yo.

— ¿Acero? Entonces es un robot —Bromeó él haciéndome reír en medio de la calle.

—No, jugó Futbol Americano en la secundaria y eso lo dejó casi inmune a los golpes, patadas y todo lo que implique dolor —Regie apretó ligeramente mi mano.

—No pasará nada, lo prometo —Me aseguró él con una sonrisa.

Quise creerle pero era mi primera vez en esto así que más me valía no bajar mis guardias. Caminamos hacia mi casa como gatos, es decir, sin hacer ruido (teóricamente, considerando que Regie no dejaba de tararear una odiosa canción de espías y yo no dejaba de reír). Al llegar oré por conseguir la puerta abierta y para mi grandiosa suerte así estaba.