Capitulo 25: Cambio de estrategia

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Durante los primeros minutos de la tortura en la que se había convertido mi estúpido viaje a casa el imbécil no soltó ni una sola palabra que aunque lo agradecía completamente quedaba totalmente opacado por el no pequeño y terriblemente irritante detalle de que cada tanto una estúpida sonrisa se formara en su boca como si aquello fuera algo divertido y placentero lo que por supuesto no era mi realidad ¡estaba a segundos de lanzarme del auto! Prefería estar enyesada de por vida antes que seguir inhalando el mismo oxígeno que el imbécil.

Miré por el rabillo del ojo en el momento en que su boca formó otra sonrisa, me fue necesario aferrarme al asiento puesto que la molestia que me producía ese gesto lograba que me ardiera el estómago y no, no era a causa del hambre, era a causa de las molestas lombrices que se movían en mi estómago cada vez que lo veía. No, no eran mariposas ¡¿cómo diablos van a ser eso cuando es del imbécil de quien estamos hablando?!

—Que romántico es este silencio —Comentó el imbécil sobresaltándome, sentí su despreciable mirada sobre mí.

—Y lo acabas de arruinar —Le miré con rabia—, como todas las cosas.

Él hizo un sonido como si le lastimara mi comentario lo que hizo que las lombrices en mi estómago me mordieran o al menos eso era lo que sentía.

«Necesitaré muchos desparasitantes después de esto» me dije a mí misma.

—Eso es duro amargada, recuerda que somos novios.

—Ni me lo recuerdes, es casi como mi maldición —Me crucé de brazos.

«Maldición que me provoqué yo misma, que clásico».

—Será divertido estar en una relación contigo.

Relación ¡Dios! Realmente sonaba mal esa palabra si la decía él, era peor que escuchar a un religioso maldecir a algún santo.

Sentí la intención de mi cabeza para voltearse y posteriormente darle una mirada asesina que le volvería polvo, o al menos eso era lo que quería creer. Debía mantener en mi cabeza que él estaba ayudándome en un propósito que aunque realmente lo estuviera haciendo en su propio beneficio…

« ¡Por todo lo santo! ¿A quién quiero engañar?» Me quejé internamente arrugando el ceño. Nada bueno sale de un plan que idea alguien como él y mucho menos cuando el objetivo es lograr «causar celos en otro hombre» ¡por Dios! Incluso en las películas rosas y sobre-actuadas se ve que es una farsa, la chica se enamora de quien le hace el favor ¡y fin del asunto! ¿Para qué ir más lejos? Definitivamente mi cabeza no está funcionando como es debido. La única manera de que la chica quede con la persona que le gusta desde un principio es que quien le ayuda sea… gay.

Miré con bastante rapidez al imbécil notando que movía sus labios sin detenerse ¿estaría respirando? Pues no parecía, era peor que aquel hombre que vi en televisión que decía 20 palabras en 20 segundos.

—…Hay un lugar que estrenó un…

— ¿Eres gay? —Pregunté interrumpiéndole.

De pronto el auto frenó haciendo que mi pecho fuera duramente detenido por el cinturón de seguridad. Bien, eso había dolido terriblemente por lo que habría una terrible venganza que no tardaría mucho en maquinar.

— ¿Qué? —Preguntó el imbécil con una expresión que era una mezcla de sorpresa y diversión.

—Te pregunté si eras gay —Dije con simpleza no entiendo qué tan raro podía ser.

— ¿Gay? ¿Acaso luzco como uno? —Abrí la boca para contestarle pero él alzó su dedo índice—. No, no contestes, eres demasiado predecible.

Inevitable (El juego de Elena #1) [Editada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora