Capitulo 8: ¿Que tú harías qué?

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En el camino el idiota no dejaba de sonreír, además de que la música que llevaba en el auto me estaba dejando sorda, de un momento a otro mis oídos sangrarían, de eso podía estar completamente segura.

¿En qué había estado pensando cuando me monté en su auto? Bien, había hecho cualquier cosa para que dejara de tocar la bocina ¡pero esto era demasiado! Es decir, casi como besar en la boca a un león en medio de su manada, sí, esto de mi asunto con Regie estaba bajando mis guardias.

― ¿Molesta? ―Preguntó el idiota bajando el volumen de la música, muy dentro de mí se lo agradecí.

―No, estoy disfrutando el viaje ―Dije con sarcasmo no volteándome a verle.

Nos detuvimos en una calle a la que no reconocía realmente, bueno, quizás hubiera pasado por allí un par de veces cuando mi padre tomaba un atajo pero no es que hubiera prestado especial atención.

―Elena…

―No me llames por mi nombre, no tienes derecho ―Espeté con los dientes apretados.

― ¿Por qué eres tan ruda conmigo? ―Preguntó divertido, yo le miré.

―Eres insoportable, me sacas de quicio…¡Eres hombre! ―Grité alzando mis brazos, él estalló a carcajadas.

― ¿Acaso tu caballero es hermafrodita? ―Cerré mi mano derecha en un puño y golpeé su brazo derecho.

―Dije que no me enojaras ―Le recordé disfrutando la mueca de dolor que hizo―. ¿Me llevarás a casa o te quedarás aquí?

―Me agrada tu compañía ―Comentó con una sonrisa, hice una cara de asco.

Recogí el bolso de entre mis piernas colgándolo en mi hombro izquierdo, él estalló en carcajadas irritándome mucho más de lo que lo estaba haciendo. Definitivamente este espécimen era el peor de todos, no había ni un solo momento en que estuviera en su presencia que no sintiera molestia o ganas de rodear su cuello con mis manos y apretar tan fuerte que su rostro pasara de un rojo, luego a un morado y por fin a un azul (si era posible) o quizás grapar su boca, sí, esa definitivamente era una buena idea, lo consideraría para una próxima oportunidad… ¡Perfecto! Ahora estaba considerando la posibilidad de volver a tener un encuentro. 

«Regie, no me estás haciendo ningún bien».

― ¿A dónde vas? ―Preguntó el idiota mientras me veía salir.

―Lejos de ti imbécil ―Dije sin importarme que no me escuchara hablar pues había cerrado la puerta con fuerza.

―Elena espera, te llevaré a casa ―Recapacitó saliendo del auto, le miré con el ceño fruncido pues de ninguna manera confiaría en él―, lo prometo.

Le observé por largo tiempo hasta que decidí ceder y entré de nuevo al auto diciéndome a mí misma que estaba siendo extremadamente blanda. El idiota no subió el volumen como antes y en cambio seleccionó música tranquila que a decir verdad yo disfruté.

― ¿Contenta? ―Preguntó mientras estábamos cerca de casa.

―Sí ―Respondí secamente.

― ¿Acaso estás esperando que me disculpe? ―Preguntó mirándome por el rabillo del ojo.

Bufé cruzándome de brazos con fuerza. ¿Esperar que se disculpara? Era tan estúpido como esperar que el mundo se convirtiera en una gran bola de chocolate de un momento a otro, así que no, por supuesto que no esperaba que lo hiciera.

―Lo haría si lo pidieras ―Le miré inmediatamente.

El shock fue tremendo ¿lo haría si lo pidiera? ¿Acaso este espécimen dejaría de lado su orgullo por una simple petición mía? Esto es increíble, me estaba dejando fuera de base, esto no era normal en ellos y mucho menos en alguien tan patético como él.

Inevitable (El juego de Elena #1) [Editada]Where stories live. Discover now