Capitulo cuarenta y tres

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Por ti podría morir

- ¿Qué quiere decir eso de que estamos en un infierno paralelo? - preguntó Nalasa asustada.

- Quiere decir que estamos en un mundo que pudo haber sido y que aún puede ser. Un mundo donde el poder fluye de modo inesperado. 

Nalasa contempló la silueta que les daba casi la espalda y el corazón le dio un vuelco.

- No acabo de entenderlo bien. ¿Estamos en mi época?

Satanás negó con la cabeza mirándola con ojos afables. Algo casi inaudito en los demonios. Aquel ser parecía gozar de una paciencia infinita.

- Si y no. Esto es un limbo donde el tiempo es irrelevante, en otras palabras: no existe. En este infierno vienen a parar las almas de los demonios moribundos y derrotados.

Aquella última palabra hizo que se estremeciera y que la invadiera un súbito frío.

- ¿Derrotados?

- ¿Ves aquella figura? - le preguntó él sin hacer caso de su pregunta -. Es el alma de Araziel.

Con un giro brusco, la muchacha clavó la mirada en la figura temblorosa que se aferraba a sus propias rodillas. Parecía sumamente frágil y completamente hundido.

- Araziel se está muriendo y su alma errante y llena de tristeza ha venido a parar aquí. Se siente abatido y derrotado. Perdido.

Nalasa deseó ir a su lado pero contuvo su impulso esperando más explicaciones del señor del averno.

- Debes ayudarle Nalasa. Debes sacarle de este pozo sin fondo y lograr que desee regresar. Si logras que vuelva a desear vivir, recuperará su poder para sanar y logrará ser un príncipe del infierno. Solo así él podrá salvarse y salvarte luego a ti.

- ¿Pero cómo? - dijo al borde de las lágrimas. Aquella situación la estaba comenzando a superar por momentos. ¿Por qué tenía que pasar todo aquello? Por fin habían conseguido confesarse su amor el uno al otro y habían decidido compartir su existencia juntos ¿por qué había tenido que torcerse de aquel modo? -. ¿Cómo voy a conseguir que vuelva?

- No tengo respuesta - confesó el demonio -. Eso tendrás que descubrirlo tú. Lo único que puedo decirte es que no será fácil. Todo aquel demonio que a llegado a este limbo, no a conseguido marcharse jamás.

Nalasa tragó saliva he hinchó el pecho decidida.

- Yo lo lograré. No permitiré que muera así.

Satanás sonrió cálidamente y le palmeó el hombro con afecto. La muchacha no pudo evitar sonrojarse al sentir aquella ternura emanar de aquel demonio y al mirarle de nuevo no vio en él nada amenazador. Al contrario, vio una bondad sincera y hermosa que la conmovió profundamente.

- Estoy seguro de que lo lograrás. El poder del amor es grande e imprevisible y en buenas manos puede obrar milagros.

Dicho esto, Satanás desapareció y Nalasa se quedó sola con su determinación.

“Vamos allá”

La joven se arremangó la falda azul de su vestido y comenzó a caminar por aquella tierra amarillenta y algo embarrada. A unos pocos pasos, los bonitos zapatos de Nalasa estaban hundidos en aquel extraño fango recalentado y se le hizo muy difícil sacar un pie y luego otro para acercarse a Araziel. En más de una ocasión, la pobre muchacha estuvo a punto de caerse pero, a duras penas, consiguió mantenerse derecha.

Pronto las plantas de sus pies estaban inundada de amarillento barro y el vestido era un estorbo total. La falda se había llenado considerablemente de barro y le pesaba toneladas. Así que hizo un alto y se bajó la cremallera de la falda para quitársela. También aprovecharía para quitarse los zapatos que le molestaban más que otra cosa.

El castillo de las almas ( Amante demonio I )Where stories live. Discover now