Mi mejor amiga

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-Bien. Voy a ser sincero contigo -le dije-: Tienes razón. Hay algo que te he estado ocultando. La verdad es que... -titubeé-. En realidad, yo...

Lo intenté, pero no podía decir nada más; no sabía cómo. Abría mis labios pero no salían las palabras, tomaba aire para hablar pero no podía hacer más que dejarlo salir nuevamente en un suspiro. Tenía miedo de que aquella confesión terminara con nuestra amistad como la conocía hasta entonces y que a partir de ese momento no fuera a ser la misma. Tenía miedo de arruinarlo todo una vez más por culpa de los sentimientos que no podía controlar, tal y como había sucedido con mi amistad con Jonathan y Laura.

-No puedo decirte -dije en voz baja.

Al notar la angustia que me había causado aquel cuestionamiento, Sara cambió de actitud. Su expresión mostraba arrepentimiento.

-Will, lo siento. No pensé que fuera algo de lo que realmente no pudieras hablarme. Perdón, no debí haber insistido tanto.

Ambos decidimos olvidar el tema y continuar con nuestro paseo por el zoológico. Sara intentaba actuar natural, parecía estar dispuesta a no insistir más. Sin embargo yo nunca había tenido secretos para ella y me inquietaba el pensar que creyera que ya no confiaba en ella o que existían muros en nuestra amistad, pues la verdad era que yo nunca había tenido una amiga más confiable.

Había decidido ocultarle la verdad con la esperanza de que de esa forma nuestra amistad no cambiaría, pero al notar lo incómodo que se había tornado el ambiente entre nosotros me pareció que simplemente aquello era inevitable. Así las cosas, creí que sincerarme con ella sería la mejor opción.

Caminábamos por el zoológico viendo los animales cuando de repente detuve a Sara sosteniéndola por el brazo.

-Sara, está bien. Te lo diré -dije respirando profundamente.

Tardó un momento en entender a lo que me refería, pero pronto lo comprendió.

-No, no te preocupes, Will, yo no...

-No. -la interrumpí-. Debo decírtelo.

Me mantuve en silencio por un momento, pensaba en cuál sería la manera más apropiada de hacer aquella confesión.

-La verdad es que me gusta Gabriela -decía sin hallar el valor para mirarla a los ojos por más de unos segundos-. Me ha gustado desde que empezó el año escolar, aunque en realidad no fue sino hasta hace unos pocos días que me di cuenta. No quería decírtelo porque... justo hace unos días también entendí que... yo te gusto.

Levanté la vista para ver su reacción. Al escucharme, Sara había quedado perpleja. Parecía incapaz de terminar de comprender del todo lo que había dicho.

-¿Qué dijiste? -preguntó en voz baja.

Sara me miró fijamente sin decir nada más. Tal vez esperaba oírme decir que solo era una más de las tantas bromas que solía hacer, sin embargo pronto notó que hablaba en serio.

Entonces, comenzó a reír. Empezó con una pequeña risa y en poco tiempo ya no podía parar. Encorvada, se sostenía de una pared con una mano y apretaba su estómago con la otra, mientras algunas escasas lágrimas comenzaban a salir de sus ojos. Confundido, la veía retorcerse de la risa. Era evidente que no fingía. Miré alrededor buscando alguna explicación, sin saber cómo reaccionar ante la confusa escena.

-William, ¿en serio? ¿De verdad crees que estoy enamorada de ti? -preguntó mientras se recuperaba del agotamiento que le había causado reír de tal manera.

-¿Hablas en serio? ¿No estás... enamorada de mí?

-¡Claro que no, Will! Eres mi amigo. ¿Por qué pensaste algo así? -respondió.

Lo que dicta el corazónWhere stories live. Discover now