17. Allí estará tu futuro

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La mirada marina de Kalet había pasado de verla con terror y con sorpresa a una profunda furia y odio. Chantal se regocijaba de ese resultado y, mientras todos los miembros de alto rango discutían y los guardias esperaban a la expectativa una orden para apresarlo, Kalet aprovechó esa distracción para desquitarse con la muñeca.

Salió de su escondite y la tomó del cuello con sus manos, tirándola al suelo y comenzando a asfixiarla. Kalet subió arriba de ella para que no escapara de su agarre. Y el mar embravecido inundó el cielo tormentoso, ahogando sus truenos y sus centellas.

Chantal no suplicaba, no lloraba, no se sentía decepcionada otra vez. Solo sintió el golpe amargo de la realidad, más bien el estrangulamiento.

Rio sin esforzarse mucho en soltarse. Su tormenta se cruzó con ese mar caótico que ya no tenía calma y cariño para brindarle, sino una sombría promesa de muerte.

—¡Sáquenselo de encima! —bramó Trocvis con desesperación—. ¡Muévanse, inútiles!

Dos guardias intentaron tomar a Kalet y apartarlo de ella, pero no lo consiguieron hasta que dos más se le unieron. Chantal dio una gran bocanada de aire y observó el techo sintiendo que lágrimas se derramaban por sus mejillas. Intentó recuperar el aliento y tocó sus mejillas húmedas, viendo una vez más la sustancia dorada. La cabeza le daba vueltas, no podía escuchar nada de lo que le decían. Todo era un sonido lejano, solo sentía un pitido que comenzaba a golpear su cabeza y la nublaba del resto de sus sentidos.

—¿Chantal? —llamó Trocvis y ella respiró hondo, aceptando la mano que le ofreció uno de los guardias para levantarse—. Nos estabas diciendo...

La muñeca cerró los ojos y respiró hondo de nuevo, intentando reponerse mientras sentía un fuerte dolor de cabeza. Entonces volvieron a aparecer esas imágenes de manos ensangrentadas, asesinatos, súplicas y gritos atemorizantes que la agobiaron. Llevó ambas manos a su cabeza intentando callar las voces, olvidar esas imágenes.

Estaba por gritar del dolor, cuando sintió una mano en su cabeza que logró detenerlo. Ella suspiró antes de abrir los ojos y comprobar que una de los Principales estaba tocando su cabeza, calmando su mente, borrando esos recuerdos dolorosos.

—Continúa —ordenó, observándola con unos inquietantes ojos dorados que le llamaron la atención.

—Kalet dejó escapar a Beauchamp —explicó y escuchó al castaño reír con ironía, lo vio a un costado, siendo sujetado por dos guardias, negando con su cabeza—. Él sabía que ella huiría por las alcantarillas y...

—¿Esa es tu maldita evidencia? —interrumpió Kalet mirándola fijo—. No es comprobable y no eres de fiar para ellos.

—Hay demasiado resentimiento en tu voz —se burló ella—. ¿Cómo pueden estar seguros de que realmente estás de su lado y no intentas perjudicarlos solo para salvarme de su prisión? —preguntó—. Después de todo, eso fue lo que me prometiste el día en que llegamos aquí.

—¡Maldita mentirosa! —escupió Kalet intentando ir hacia ella de nuevo, pero los muñecos se lo impidieron.

—"Chantal, eres brillante, sé que podrás sobrevivir mientras encuentro la manera de salir de aquí" —citó y él gruñó con furia—. Eso no me suena a lealtad.

—Llévenlo al hoyo hasta que podamos esclarecer su situación —resolvió Trocvis y los guardias obedecieron, Kalet no se resistió, pero al pasar por su lado le dedicó la mirada más sombría que jamás había visto. La puerta se cerró en un leve eco y Chantal se sintió un poco más calmada mientras la mujer quitaba la mano de su cabeza y las visiones no se molestaron en regresar—. Dinos sobre Beauchamp.

#1.5. El silencio de la muñeca: Orígenes (✔)Where stories live. Discover now