9. Lazo de la verdad

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La noche comenzaba a desvanecerse en el cielo de París mientras los peculiares sueños de los muñecos se embravecían como el mar atormentado

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La noche comenzaba a desvanecerse en el cielo de París mientras los peculiares sueños de los muñecos se embravecían como el mar atormentado. La inconsciencia de sus cuerpos se esfumaba en movimientos bruscos y gemidos dolorosos. El sudor perlaba sus pieles humanas con burla mientras sus ropas se enredaban en sus cuerpos con hostilidad.

En un momento ambos se sintieron atrapados en un último respiro y despertaron en un grito desgarrador al mismo tiempo. La confusión surcaba sus rostros con picardía y las lágrimas se rebelaban a permanecer en sus ojos. Chantal intentó tranquilizar su respiración y se giró hacia Kalet que la observaba aterrado e indeciso para indicarle que respirara con ella. El muñeco centró sus ojos en ella y siguió sus indicaciones escuchando cómo le aseguraba que todo se encontraba bien.

Cuando finalmente estaban comenzando a recuperar el aliento y la pesadilla quedaba atrás, Kalet notó cómo de los ojos de Chantal caía un líquido dorado cual lágrimas. Ambos se quedaron en silencio sintiendo un cambio en el ambiente. La muñeca percibía algo diferente en sí misma que no era capaz de explicar, mientras que Kalet observaba con temor e incredulidad las lágrimas doradas de Chantal, lágrimas que nunca antes había derramado.

—¿Qué es eso? —inquirió el muñeco mientras ella apartaba con manos temblorosas y lentas las lágrimas de su rostro para ver en más detalle, comprobando que salía de sus ojos y no era algo de su imaginación—. ¿Te duele? —preguntó preocupado y tocando levemente su mejilla.

—No duele, se siente como... —comenzó a decir, pero se detuvo al percibir que las mismas lágrimas caían de los ojos marinos del muñeco—. Kalet... —murmuró capturando una de sus lágrimas entre sus dedos—. ¿Lo sientes? —cuestionó observando sus ojos con desesperación.

Una sensación de inmensidad afloraba en sus cuerpos mientras algo los guiaba a salir de la cama, una sensación de pertenencia, de compañía. Había un lazo que los sometía, se apoderaba de sus cuerpos diciéndoles cuán lejos estaban de casa, les demandaba volver. Había desolación en aquellas lágrimas nunca antes derramadas.

—Sí —afirmó el muñeco con intriga mientras observaba las tormentas de sus ojos—. ¿Lo has sentido antes?

—Jamás —confirmó Chantal observando las lágrimas doradas que manchaba sus manos—. ¿Qué está pasando?

—No lo sé.

La muñeca se levantó con prisa y se dirigió hacia el baño para cerciorarse de que aquellas lágrimas salían de sus ojos. Así era. Espantada comenzó a lavar su rostro para quitar los rastros dorados que cubrían sus mejillas. Kalet se adentró al baño y encendió la luz para verificar que todo estuviera bien con su compañera.

—"Permíteles ser raíces de tus raíces y que sus ojos sean tus ojos" —recitó el castaño pensativo haciendo que la muñeca detuviera su accionar frenético—. ¿Y si algo más grande fuera lo que nos controla? ¿Una matriz quizás? ¿Y si algún lazo con...? —inquirió el muñeco acercándose para lavar su rostro mientras la muñeca pasaba la toalla por el suyo.

#1.5. El silencio de la muñeca: Orígenes (✔)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن