12. Encriptados en un deseo

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Chantal sintió que el aire se acababa, pero que las manos que antes la habían sujetado para hundirla, en ese momento la soltaban con suavidad, olvidando la violencia que habían tenido con ella segundos antes

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Chantal sintió que el aire se acababa, pero que las manos que antes la habían sujetado para hundirla, en ese momento la soltaban con suavidad, olvidando la violencia que habían tenido con ella segundos antes. Intentó volver a la superficie, pero de un momento a otro sintió que sus brazadas se sentían más fuertes. Tardó unos segundos en darse cuenta de que el agua ya no la cubría, sino que parecía estar atrapada dentro de una burbuja pegajosa.

La muñeca se preguntó qué demonios ocurría en ese maldito lugar. Entonces sintió que la burbuja comenzaba a disminuir su tamaño y pronto sus manos tocaron el líquido mucoso y desagradable que cubría a esa burbuja que se sentía como si estuviera hecha de piel.

Chantal intentó gritar con desespero, pero su grito no salió, se quedó atascado en su garganta junto al pedido de ayuda. La burbuja comenzó a succionarla cuando con todas sus fuerzas intentó estirarla y sintió que comenzaba a romperse esa piel que la cubría. Pudo ver que en ese pequeño agujero que había hecho con sus uñas entraba luz, un poco tenue, pero luz al fin.

Ella intentó con todas sus fuerzas abrir aquella especie de placenta hasta que luego de varios intentos pudo romperla y abandonarla. Chantal respiró con dificultad apoyándose en el suelo inundado. Estaba cansada y se tomó un segundo para ver en dónde estaba y recuperar fuerzas. Su garganta ardía por haber tenido que aguantar la respiración por tanto tiempo y le sorprendió ver que sus uñas estaban machacadas y llenas de sangre por el esfuerzo de salir de aquella burbuja. Al menos el agua había vuelto a bajar hasta solo mojar las manos que apoyaba en el suelo, el cual lo sintió adoquinado; extraño teniendo en cuenta que el pasaje por el que entró el suelo era de tierra. Estaba en un pasaje diferente, eso era obvio, pero ¿cómo podía ser posible? ¿Acaso esas manos, esas personas, no la habían arrastrado solo hasta el fondo? ¿Cómo era posible que el fondo fuera tan profundo de repente?

Volteó a ver sus pies y encontró esa piel extraña de la que estaba hecha la burbuja que la había envuelto momentos atrás. Respiró hondo y tomó esa extraña piel que ante su tacto y su apariencia se veía como las placentas que describen en los libros de biología que había leído. La lanzó lejos para que no la volviera a molestar y sintió que había algo que se estaba olvidando, pero no recordó qué era.

Tomó otra bocanada de aire y entonces lo recordó.

—¿Kalet? —llamó buscándolo con la mirada. Las antorchas alumbraban el lugar en el que ella estaba, pero no más allá—. ¿Kalet? —volvió a llamar con temor.

Se puso de pie sintiendo sus piernas débiles y observó al frente en busca de su compañero, pero no lo vio. Volteó y lo encontró recostado en el agua sin moverse. Corrió a su lado entre tropezones y se arrodilló frente a él. Lo sacudió con temor, pero con insistencia. Se ordenó mantener la calma y decidió entonces asegurarse de sus signos vitales, los cuales estaban bien. Se relajó un poco y volvió a llamarlo para que despertara sin descuidarse de su alrededor, observando por si decidían hundirlos de nuevo.

#1.5. El silencio de la muñeca: Orígenes (✔)Where stories live. Discover now