15. Ofrezco mi cortesía

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El agarre sobre el cuello de Chantal era cada vez más ajustado y Trocvis la observaba implacable, no estaba dispuesto a dar el brazo a torcer, así como ella tampoco

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El agarre sobre el cuello de Chantal era cada vez más ajustado y Trocvis la observaba implacable, no estaba dispuesto a dar el brazo a torcer, así como ella tampoco. Kalet los observaba con un poco de ansiedad, los segundos pasaban y Chantal seguía en aquella posición altanera y sin ser realmente consciente de lo que significaba desafiar a esas personas.

—No querrás que tu amada niña sufra por tu insolencia —respondió Trocvis y Kalet observó el rostro de la rubia esperando por alguna reacción, pero ella solo esbozó una sonrisa más grande—. Dime dónde está y no le pasará nada.

—¿Siquiera sabes dónde la escondí? —preguntó haciendo referencia a la niña y Kalet la observó con sorpresa, esa era información que él no conocía, pero se sintió aliviado de que Chantal hubiera ocultado a Amélie—. ¿De verdad creíste que te dejaría destrozarme con tanta facilidad?

Y todo se sumió en un tenso silencio donde la soberbia de Chantal y la prepotencia de Trocvis. Kalet sintió que su misión no había acabado. Debía acabar con ello por completo.

—Puedo encontrar el diario y la investigación —aseguró Kalet interrumpiendo aquel duelo de miradas interminable—. Déjeme a cargo de ello —pidió consiguiendo que el hombre girara el rostro hacia el muñeco, pero sin quitarle los ojos de encima a Chantal—. La conozco mejor que nadie, si hay alguien que puede encontrar lo que ella ocultó, ese soy yo.

—Tienes tres días —ordenó y el hombre que sostenía a Chantal soltó el agarre sobre su cuello, haciendo que la muñeca comenzara a toser entre risas para poder recuperar el oxígeno que le estaba faltando—. Y tú...

—Berenice Beauchamp, lo sé —interrumpió ella, y el hombre negó con una sonrisa fastidiada—. Solo debe mostrarme su patética investigación.

—Cuida tu lenguaje —advirtió acercándose un par de pasos a ella—. No quisiera tener que castigarte —comentó acariciando su brazo con una mano y provocando que todas aquellas imágenes que habían atormentado a Chantal en varias ocasiones desde que había encontrado la entrada a ese lugar volvieron a atormentarla. Se sintió mareada y desestabilizada—, te traerán la información dentro de unos minutos y estarás bajo el cuidado de Colette —anunció señalando a la mujer que lo acompañaba y dejando de tocar a Chantal que sintió cómo el pecho se le comprimía ante aquella sensación.

Trocvis se marchó con el otro hombre, y Colette, la mujer de cabello castaño y expresión severa, se quedó en el cuarto igual que Kalet. La rubia solo la ignoró antes de sentarse en la cama y observar el suelo, negándose a que aquellos dos desconocidos pudieran ver el terror que la había aprisionado por unos breves momentos.

—Déjanos unos momentos a solas —pidió Kalet a la mujer, y ella le dedicó una mirada confusa—. Haz lo que te digo —ordenó.

Colette asintió antes de retirarse de la habitación y Kalet se acercó hasta sentarse a un lado de Chantal y observar el suelo también. Sintieron que otra vez los envolvía aquella incertidumbre que los había acompañado por mucho tiempo en la mansión Toussaint.

#1.5. El silencio de la muñeca: Orígenes (✔)Where stories live. Discover now