5. Y todo comienza en una vieja balsa

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Las nubes plateadas se alojaban en los cielos de París con melancólica sinfonía haciendo rugir sus caprichos en imponentes truenos

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Las nubes plateadas se alojaban en los cielos de París con melancólica sinfonía haciendo rugir sus caprichos en imponentes truenos. Chantal dormía plácidamente mientras Kalet se removía inquieto de un lado al otro pensando en todas las interrogantes que lo atormentaban desde que había comprendido lo que era y que estaba vivo. Su mente parecía torturarlo con aquellos sueños misteriosos y con millones de preguntas que parecían no querer ser respondidas. Sus ojos recorrían la habitación con resignación, deseaba saber las respuestas de una vez para poder continuar con su vida como debiera.

Suspiró indeciso con la intención de removerse una vez más, pero una mano deslizándose por su costado lo detuvo. La mano recorrió con suavidad su pecho hasta que se perdió en su otro costado, dejando que el brazo lo rodeara. Kalet se mantuvo en silencio y muy quieto mientras Chantal se acurrucaba contra él y apoyaba la cabeza en su pecho. Lentamente posó un brazo sobre sus hombros. Estaba sorprendido por su acercamiento, ella ni siquiera se movía mientras dormía y jamás se había acercado a él de una forma tan íntima. Debía estar dormida.

—¿Has tenido una pesadilla?

Definitivamente no estaba dormida.

—No, estoy bien.

—No puedes mentirme —murmuró antes de levantar la cabeza para que sus miradas se cruzaran y él pudiera ver su sonrisa soberbia—. Dime qué sucede.

El muñeco suspiró notando la cercanía de su compañera. Chantal solía invadir su espacio personal sin notarlo y eso lograba nublar un poco sus pensamientos.

—Solo estoy un poco ansioso por saber la verdad. Odio esta espera.

La rubia guardó silencio antes de observar por la ventana el clima tormentoso que los acompañaba esa mañana de octubre. Kalet observaba con fascinación la semejanza de aquel cielo tormentoso con los ojos de la muñeca.

—¿Quieres hacer un tour? —inquirió la muñeca con una sonrisa.

—Pronto comenzará a llover.

—Sería bonito caminar bajo la lluvia —respondió aproximando su rostro un poco más al suyo—. Jamás lo he hecho.

—¿El qué? —preguntó embelesado por su cercanía.

—Caminar bajo la lluvia, claro.

Kalet sonrió y aprovechó el momento para posar una mano en su nuca y acercarla para unir sus labios. La muñeca no pareció sorprendida, sino que correspondió acariciando su mejilla. Por un momento los truenos dejaron de oírse mientras compartían ese beso tan deseado para ambos. Todo se detuvo en ese momento, en esa caricia, en esa sensación que había comenzado a florecer en ambos hacía varios meses atrás, pero que ninguno encontraba palabras para describirlo. Pero todo estuvo bien en ese momento, todo se sintió correcto, como la sensación de calma antes del inicio de una gran y devastadora batalla.

Chantal se alejó lentamente y Kalet sintió una abrigadora sensación expandirse por su pecho.

—¿A dónde quieres ir?

#1.5. El silencio de la muñeca: Orígenes (✔)Where stories live. Discover now