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Extra 3

"Cuando al fin captó las señales"



-Tienes que ayudarme.- le dije a mi querido hermano.-Necesito que vayas de compras.-

Tyler terminó de servirse su taza de té, le dio un largo sorbo y luego se apoyó en el mueble de la cocina. Por alguna razón esas cortas acciones le tomaron al menos tres minutos, por lo que mi paciencia estaba comenzando a desbordarse.

-Claro, ¿qué necesitas?- me preguntó.

-Lo que sea.- bufé.-Sólo necesito que salgas del departamento por... una hora.- calculé.

-¿Por qué?- quiso saber.

-¿Por qué?- repetí con el ceño fruncido.

Rodé los ojos exasperada y luego le indiqué la sala lo más disimulada que pude y esperé unos segundos a que su cerebro procesara la información. Él me observó con tranquilidad, luego miró hacia la sala, posando sus ojos sobre nuestro, o más bien su invitado, y cuando volvió a mirarme supe que no estaba captando la idea.

-Quiero estar a solas con él.- dije en voz baja.

-Laila...- comenzó, pero alcé ambas manos para callarlo.

-Este es uno de esos momentos en los cuales, como hermano, debes solidarizar conmigo y ayudarme.- le dije.-Te estoy pidiendo algo simple: inventa una excusa para salir y dejarlo aquí conmigo. ¿Es mucho pedir?- pregunté con un infantil puchero.

-Creo que deberías asumir que no está interesado.- me aconsejó.

-Está interesado.- aseguré.-Es sólo que aún no lo sabe.- agregué.

-Si estás tan segura, ¿por qué no le dices directamente que te gusta?- me preguntó y apenas lo hizo solté un "Shh" para que se callara.

-Por que él es... diferente, no quiero espantarlo.- le expliqué.-Estoy progresando.-

-Bien.- resolvió dejando su taza sobre el mesón.-Como digas.-

Tyler salió de la cocina con toda la naturalidad de la vida y fue directamente hacia la salida, recogió sus llaves y su billetera. Entonces hice mi gran entrada y me acerqué a él con el ceño fruncido, observándolo recojer sus cosas.

-¿Vas a salir?- le pregunté.

-Iré por algo de comer, volveré en... unos veinte minutos.- calculó, de mentiritas.

-Te acompaño.- dijo West.

El amigo de Tyler, que hacía dos minutos estaba tranquilamente sentado en el sillón revisando su móvil, hizo el ademán de levantarse y mi mente tuvo un cortocircuito ante la posibilidad de perder esta oportunidad. Otra oportunidad perdida significaba más tiempo perdido y mi paciencia se estaba agotando.

Este tipo llevaba casi un año en mi vida, por lo que llevaba un año completo coqueteandole y hablándole bonito, y aún así nada. Nada. No sabía si era ciego, si era gay o si simplemente no me hallaba lo suficientemente interesante... pero no podía seguir así, necesitaba terminar con esto pronto.

-No hace falta.- negó Tyler.-Iré cerca, además hay una cosa que tengo que hacer y no...-

-No me molesta.- insistió él.

-No, no.- dijo mi hermano.-Ya vengo, nos vemos.- y corrió, no literalmente, pero salió muy rápido.

-¿Qué habrá ido a hacer?- pregunté en voz alta.

-¿Comida?- trató de adivinar.

Sonreí y me senté a su lado. Intenté armar un plan de acción en los segundos que me tomó acercarme al sillón y sentarme, pero cuando quedé cómodamente instalada a su lado mi mente continuaba en blanco. Podía comenzar a hablar de algún tema al azar, acariciarle el brazo y mirarlo a los ojos o simplemente tomarlo de los hombros, zarandearlo y gritarle que estaba lista para que hiciéramos todo lo pervertido que se le ocurriera.

-Entonces, West, ¿cómo ha estado tu semana?- le pregunté.

-Normal.- dijo sin más, luego me miró de reojo y pareció pensarlo mejor.-Digo, he estado trabajando en un proyecto que quiero enviar a un concurso.- me contó.

-Suena emocionante. debes estar muy ocupado- dije brindándole mi absoluto interés.

-Sí...- comentó.-He desechado tres pinturas, porque quiero elegir una que en verdad represente lo que quiero decir y no sé si he logrado transmitirlo de la forma adecuada.-

-¿Qué quieres decir?- pregunté, esta vez realmente interesada.

-No lo sé.- rió algo nervioso.

Sentí un cosquilleo en el estomago y juro que me sonroje, estaba en ese momento donde cada pequeño detalle me causaba la turbación más importante. Quería apoyarme en su hombro y acariciarle la mejilla, tal vez envolverlo con todas mis extremidades y dejarlo atrapado por horas.

-¿Entonces cómo es que ya has terminado tres pinturas si no sabes qué quieres decir?- pregunté.

-Ensayo y error.-

-Me gustaría verlas.- dije sonriendo un poco.

-Son demasiado grandes como para traerlas...- dijo descartando la idea.

-¿Por que no me llevas adonde las guardas?- sugerí.

West consideró la idea por apenas un segundo antes de comenzar a asentir y supe que no había captado el mensaje oculto tras mi propuesta. ¿De que forma tenia que usar mi lenguaje corporal para que notara que quería ver sus pinturas y mucho más? No podía creer que fuera tan despistado.

-Claro, quizás la próxima semana.- dijo.

-Genial.- sonreí.-Es una cita.- dije y ya, no podía seguir esperando.

-Bien.- asintió.

Por alguna razón escucharlo decir eso me descolocó, abrí mis ojos más de la cuenta e incluso me erguí en mi lugar sin quitarle los ojos de encima. Él notó el cambio en mi actitud y lo vi tensarse, como si se estuviera preparando para recibir una mala noticia o controlar un caos.

-¿Tienes claro que una cita es una cita?-

-¿Qué?- preguntó.

Entrecerré los ojos y lo observé con más intensidad de la que tenía planeada, pero mi problema era que yo no estaba entendiendo lo que él estaba entendiendo.

-Cuando me lleves a ver tus pinturas...- dije.-Espero al menos un buen beso de despedida cuando me traigas de vuelta.- dije directamente, siguiendo torpemente el consejo de Tyler.

-Oh.-

Y como por arte de magia su expresión cambió por completo a una de pleno entendimiento. Un año. Le llevo un jodido año darse cuenta de que me gustaba siendo que me había estado exhibiendo frente a él cada vez que podía, no literalmente, eso sería raro... pero se entiende.

No sabía si estar feliz o irritada, pero me contuve de ambas emociones porque ahora tenía que esperar una respuesta semi coherente de su parte.

-Entonces.- dije, sonando más molesta de lo que quería.-¿Estás interesado o no? Porque ya no sé cómo....

-Eh... sí.- dijo aclarándose la garganta, sin mirarme en realidad.

-¿Sí?- pregunté, solo para corroborar que no imaginaba cosas.

-Sí.- repitió.

Busqué su mirada, completamente consciente de que él rehuía la mía, y cuando nuestros ojos se encontraron ambos sonreímos. Sentí una agradable calidez en el rostro e incluso mi corazón se agitó más de lo que esperaba, estaba esperando tener un apagón general en mi cerebro, pero creo que la energía se incrementó.

Mi vida estaba a punto de volverse mucho más interesante.





DesastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora