Ocho

11.2K 602 57
                                    

Saber que West era prácticamente primo lejano de Seth no me causó el derrame cerebral que creí, aunque sí provocó unos cuantos cortocircuitos dentro de mi cabeza. Para cuando terminamos de ver las fotos ya lo tenía completamente superado, además que lo mencionaran no significaba que fuera a aparecer de la nada. Lo único que su mención causó fue que me diera curiosidad saber qué era de él en la actualidad.

-¿Y qué ha sido de él?.- le pregunté a West mientras caminábamos por el patio de la casa. Margo se había quedado dentro preparando la cena sin mi ayuda, la que obviamente no quería si pretendía hacer algo bueno.

-Está bien, estudiando una ingeniería o algo así.- me contó.-En Alemania, creo.-

-Ahora me siento como una perdedora... no puedo creer que él esté haciendo más que yo.- me quejé.-Debería irme a estudiar algo al extranjero para ser cool.-

-No puedes.- dijo West aplastando mis sueños.

-Pero...-

-¿Qué haría yo sin ti?.- preguntó deteniéndose y cruzando los brazos.

-Morir de depresión.- respondí.

-Exacto.- dijo estando completamente de acuerdo con ello.

-Tranquilo, no pienso dejarte morir.- le aseguré.

Enseguida miré nuestros alrededores para asegurarme de que no estábamos siendo observados por nadie, y cuando estuve segura le tomé el rostro para luego darle un fugaz beso. No sé si estaba siendo paranoica, pero aunque Margo me agradara por unas horas, aún no confiaba cien por ciento en ella.

-¿Acabas de revisar el perímetro antes de besarme?.- me preguntó divertido por mi actitud.

-¿Qué? No.- bufé.

-A mí me pareció que lo hacías.-

-Pues te equivocas.-

Sin decir nada se acercó dando un paso al frente y revisó el perímetro al menos dos veces antes de aprobarlo, mientras lo hacía apoyó su mano derecha en mi hombro y se inclinó sobre mí como para decirme un secreto. Aunque no había que ser muy inteligente para notar que sus intenciones no eran las de contarme algo.

Me alzó el rostro poniendo dos dedos bajo mi barbilla y me besó con suavidad, apenas presionando sus labios contra los míos. Luego lo sentí deslizar su mano por mi espalda, haciéndome percibir unas sutiles cosquillas al paso de sus dedos. Él sabía que lo único que hacía este tipo de besos era impacientarme y estoy segura de que trató de mantenerlo así, pero yo no quería que siguiera tan suave.

Entonces, como adivinando mis pensamientos, se aferró a mi cuerpo con más firmeza y subió el ritmo, mordiendo mi boca y besándome el cuello. Era más o menos en este punto cuando se me ocurría decirle que buscáramos un lugar más apartado, pero de pronto recordé donde nos encontrábamos.

-West.- solté poniendo una mano en su pecho para alejarlo.

-¿Sí?.- murmuró, su nariz rozando mi mejilla.

-Me encanta cuando te pones así.- reí.-Pero quizás deberíamos dejarlo para más tarde.-

-Estás tan roja.- comentó casualmente.

-Claro que no.- negué poniendo mis manos sobre mis mejillas, las cuales estaban ardiendo, pero eso no era algo que diría en voz alta.

-Lo estás.- insistió.

-Cállate.- justo en ese momento mi móvil vibró dentro de mi bolsillo haciendo dar un saltito. West me soltó y dejó que lo sacara.

-“Mona”.- leyó.-Trabajo.- dijo poniendo una mano en el hombro como para apoyo moral.-En fin, contesta eso. Yo iré a ayudar a mamá con los platos.- me dio un breve beso en la sien a modo de despedida y partió.

DesastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora