Veintiseis

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-¿Puedes decirme otra vez por qué estoy aquí?.- preguntó Seth. Su voz era lenta y aburrida, ligeramente irritada pero definitivamente desinteresada.

Rodé los ojos exasperada ante su tonta pregunta y me quité los lentes de sol lentamente para dejarlos sobre la mesa. Nos encontrábamos en una pequeña cafetería en el centro de la ciudad, alejada del hotel y de mi departamento, pero cercana al centro comercial. Cuando llegamos elegí una de las mesas que se hallaban en el exterior, eran redondas y pequeñas, de madera oscura y con una bonita sombrilla roja que brindaba una buena cantidad de sombra. Era un día soleado, a nuestro alrededor había una joven pareja lanzándose besitos y una mujer batallando con dos niños para que no comieran sus tartas con los dedos. Era un ambiente excelente.

-Porque...- comencé luego de suspirar cansada.-Hoy es tu último día en la ciudad y yo tenía un compromiso pendiente con una amiga, ella no podía verme a otra hora y bueno... así está la cosa.- le expliqué, por enésima vez.

-Entonces esto es como un dos por uno.- comentó.

-Más o menos.-

-No me siento especial ni querido, dos factores claves en cualquier despedida.- me recriminó alzando dos dedos frente a mi nariz.-Además sabes que me debo ir pronto.-

-Agradece que al menos te tomé en cuenta.- dije.-Pude haberte enviado un ramo de flores a tu habitación con una tarjetita diciendo "Buen viaje" pero no... te acoplé a mis planes.- dije sin ningún remordimiento.

-Así que esta eres tu siendo considerada.- dijo no muy feliz.

-Exacto.- sonreí, desplegando toda mi dulzura.

-Dios, eres lo peor.- se quejó él apartando sus ojos de mi.

Seth se cruzó de brazos, como si estuviera a momentos de lanzar una rabieta, y decidió ignorarme. A estás alturas de nuestra relación me importaba más bien poco ofenderlo o hacerlo enojar, sabía muy bien que su molestia era efímera y que no le costaría nada perdonarme. Además sospechaba que su irritación tenía mucho que ver con que rechacé todos y cada uno de sus avances amorosos, lo único que había obtenido de mi fue ese corto beso en el centro comercial. Unas pocas veces creí que perdería mi autocontrol y que terminaría con él en un cuarto, pero estaba muy orgullosa de decir que me había mantenido completamente firme a pesar de que más de una vez quise rendirme.

Estaba vanagloriandome mentalmente cuando vi a Kate al otro lado de la calle, esperando que la luz del semáforo cambiara para poder atravesar. Me erguí para observarla y agité una mano en el aire hasta que me vio y saludó con una sonrisa, a mi lado Seth buscó lo que miraba con curiosidad y se inclinó invasivamente sobre mí luego de verla.

-¿Es tu amiga?.- me preguntó. Puse una mano sobre su cara sin cuidado y lo alejé.

-Sí, se llama Kate.- le informé.

-No me dijiste que era tan linda.- comentó, sonando más emocionado de lo que debería.

-No sabía que tenía que decírtelo...-

-Cállate, ya va a venir.- me ordenó.

-Tu cállate y no la mires, no está disponible.- le aclaré, con un tono de voz más brusco del que pretendí.

-¿Quien dice?.- me desafió, divertido.

-Yo, ella está en mi territorio.-

-¿Qué quiere decir eso?.- frunció el ceño confundido, reflexionando detenidamente ante mis palabras.

Dejé de lado nuestra pequeña discusión y miré a Kate mientras se nos acercaba. Sin duda el comentario de Seth era acertado, desde que estuvimos juntas en la escuela había sido linda, tenía una cara con facciones delicadas y pequeñas que la hacían ver inocente e incluso algo despistada. A diferencia de otras chicas no necesitaba demasiado arreglo para verse bien y definitivamente tampoco se esforzaba mucho para hacerlo, esa debía ser una de las cosas que Tyler vio en ella.

DesastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora