Seis

14.2K 620 57
                                    

-¿Los conoces?.- le pregunté en un susurro mientras hojeaba el periódico que tomé al azar.

Mantener la voz baja en las bibliotecas era algo que había superado años atrás, cuando me di cuenta que gritar sorpresivamente en un lugar lleno de gente silenciosa no era buena idea, sobre todo cuando aparecía una vieja loca que me echaba y me exiliaba de por vida de ellas. En fin, por esta razón murmuraba cada cosa que decía mientras Tyler miraba títulos en los estantes.

-¿A quién?.- preguntó de vuelta.

Bajé el periódico y lo tiré dentro de la canastilla, luego miré el estante en que él tenía fija la vista y fui tocando cada libro con la punta de un dedo.

-A los padres de West.- dije como si fuera obvio.

-Soy su amigo de universidad, no su amigo de infancia ni mucho menos su novio. No tengo por qué conocerlos.- replicó.

-Admito que esa es una buena excusa, pero hubiera sido genial que los conocieras. Así me habrías dado pistas acerca de cómo son.-

-¿Para qué quieres saber?.-

-Para saber qué usar, qué decir y qué no decir. ¿Debo ser divertida o seria? ¿Una dama o una... no dama?.- pregunté al aire.

-No puedo creer que en verdad estás pensando ese tipo de cosas.- suspiró.

-¿Y si no les agrado?.-

-En ese caso le dirán que deje de verte porque eres una mala influencia, West los escuchará y terminará contigo. Muy triste ¿no?.- ante esto le lancé una mirada de pocos amigos, esa no era una buena opinión.-Ok, no seas ridícula, eso no pasará.-

-Lo sé.-

-Entonces deja de pensar tonterías y vuelve a casa a hacer lo que sea que haces cuando estás sola.-

-¿No te gusta que comparta contigo mis inquietudes?.- le pregunté tomando su brazo con fuerza y poniendo mi mejor cara de tristeza.

-No quieres que responda eso.- negó con seguridad.

-Dios, necesito un terapeuta con urgencia.- solté su brazo y me llevé ambas manos a la frente.-O quizás un asistente... sí, eso me gusta. ¿Por qué no se me ocurrió antes? ¡Necesito un asistente!.- exclamé, en voz baja.

-Laila, explícame cómo tú necesitarías un asistente. Dime por qué razón tú necesitarías a alguien que te asista.- dijo.-No haces nada, no necesitas a nadie que te ayude a “hacer nada”.-

 -No entiendes, pero te perdono porque eres hombre y es de conocimiento mundial que los hombres no entienden a las mujeres.-

-Tienes razón, no sé cómo pasamos de hablar de los padres de West a tu necesidad por un asistente.- dijo.-Eres la persona más dispersa e ilógica que conozco.- suspiró.

-Pero me quieres así, lo sé.- aseguré.-Ahora dame tu teléfono, necesito hacer una llamada.-

-Seguro, también te daré mi billetera y mis llaves.-

-¿En serio no me lo prestarás?.-

-No tengo porqué, menos cuando sé que no será usado para cosas buenas.-

Fruncí los labios y me volteé dándole la espalda con desprecio, a veces este tipo al que llamo hermano me perjudicaba más de lo que me favorecía. O sea, primero trata de controlar mi bolsillo y ahora me negaba la necesidad básica de hacer un llamado. ¿En qué clase de mundo estaba viviendo? En uno muy injusto, claramente.

DesastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora