26. ¿Así termina todo?

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26. ¿Así termina todo?

Conjunto departamental "The Carlyle", Upper East Side,
Ciudad de Nueva York.

Una presión en su cintura la hizo abrir los ojos, obligándola a espabilar el sueño. El rostro de la morena fue lo primero en darle los buenos días, plácidamente dormido y en calma, totalmente imperturbable bajo su tan inspecciosa mirada. Los carnosos labios que por alguna biológica razón siempre eran rosados, sin hacerle caso al carcomedor frío invierno newyorkino, estaban ligeramente entreabiertos, dejando salir un suave suspiro en cada exhalación que chocaba directo con su clavícula y parte de la base del cuello. 

A su espalda, el calor del segundo cuerpo le hizo replantearse dos veces la opción de salir del cálido lecho. El aliento de Gabriel le erizaba la coronilla, la pierna izquierda de Tessa yacía enlazada con la suya, y nunca se sintió más protegida que en ese momento, siendo abrigada por dos de las persona que más apreciaba y adoraba con cada porción de su ser. Los amaba a su manera, a través del sexo y los regalos caros, dulces mimos y melosas palabras susurradas al oído. A fin de cuentas, sólo ellos parecían entender su complicada mentalidad. No hacían muchas preguntas, ni la atosigaban por atención; obtenían lo que ella ofrecía para ellos, y eso les era mucho más que suficiente, porque, ¿acaso no aceptarías pizcas de cariño de la persona por la cual tu corazón palpita?

Pero la visión de una figura a los pies de la cama, observándola a ella y a sus acompañantes con inquietante neutralidad, con los tres desnudos bajo la fina tela de las sábanas, la hizo salir de la comodidad del momento.

Con una vaga inclinación de cabeza a un costado, el hombre le indicó que lo siguiera hasta la sala de estar del apartamento de los hermanastros Van Ryan. Ella asintió en respuesta, y esperó a que la figura desapareciera para poder salir del mar de brazos que la tenían retenida en la cama, cuidando no hacer movimientos bruscos que pudieran despertarlos; el sexo de la noche previa había sido la cereza del pastel de un largo día en los trabajos de ambos, por consiguiente dejándolos noqueados hasta quién sabe cuándo. Alex calculaba que darían señales de vida pasado el mediodía, y les tendría preparados para entonces un rico almuerzo que su Nonna preparaba con excelencias. Luego se enlazó las tiras del albornoz de seda alrededor de la cintura y se encaminó hacia el lugar pautado, donde el hombre de pelos cobrizos la esperaba con un caliente latte, panecillos de mantequilla con canela, y un sobre amarillo aparentemente intacto para su revisión, todo sobre la mesita de centro que dividía al par de sillones paralelos donde Alex y Tessa compartían las tardes sin nada mas que una ligera lectura y uno que otro quisquilloso beso sabor a cigarrillos y mimosa.

—Acordamos vernos esta noche — inquirió ella, tomando un sorbo del latte sin quitarle la mirada de encima. 

El hombre se encogió de hombros, relajado en el hogar ajeno. Alex ni se molestó en preguntar cómo había entrado, dado a que guardaespaldas vigilaban las aceras del complejo las 24/7.

—Surgieron unos planes, y era necesario que nos viéramos hoy. Mañana vuelo a Seúl a cerrar un trato con los *Khangpae, y lo que tengo que decirte no podía esperar —Se excusó con simpleza, alejando los labios de la taza de café amargo que se había preparado con total descaro en el apartamento.

—¿Cómo acordaste un trato con los Khangpae después del fiasco con los D'Angelo?

—Porque nadie además de nosotros sabe lo que pasó en esa reunión. Nuestras fuentes en Italia son los únicos que están al corriente, y se silenciaron a los peones antes de que se les ocurriera abrir la boca.

—*Omertà —concordó ella, asintiendo en aprobación. El sobre le picaba la curiosidad, pero aguardó pacientemente a que su tío estuviera listo para tocar el tema—. Espero que tengas un plan B por si los Khangpae se enteran de que los estás metiendo en un juego en el que eres el pobre apostandor con las cartas más bajas.

Bad Girls © (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora