9. Recuerdos

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9. Recuerdos

Nueva York

Avalon seguía en la guarida de Los Cinco, atada a la maldita silla de manos y pies. Logan le llevaba comida que escabullía de la cocina mientras que André hacía lo mismo con Andrew. Amil yacía en una de las habitaciones de invitados con su pierna vendada y un brazo enyesado, todo por obra de Logan.

Del resto de los Hamilton no se sabía nada. Logan le dijo a Avalon que no podía rastrearlos ya que eran prácticamente fantasmas. Era como un pastor alemán siguiendo un rastro inexistente.

Y Avalon esperaba a que el líder hablase con ella, pero el susodicho se negaba a aparecer, dejando a la rubia con una clara ansiedad, deseosa de volver a Mónaco.

Entre la soledad de las densas paredes de concreto, lo que mantenía a la rubia de no caer en la desesperación era su mente, donde divagaba en rincones oscuros de su memoria recordando piezas de su pasado.

*               *              *

Minsk, Bielorrusia

2003. Para ese entonces Avalon era una niña de cinco años en el peor orfanato del país, siendo maltratada por los niños más grandes que ella y los adultos que acogían a todas las criaturas como ganado. Su comida era una sopa insípida de color verde enfermizo, con un postre que constaba de vitaminas para evitar alguna enfermedad.

La cosa era que los niños no eran dados a hogares con familias amistosas, sino que eran comprados.

Una vez al mes hacían algo llamado La Compra de Ángeles, vistiendo a los niños en la ropa que en mejores condiciones tenían y dejándolos lo más presentable posible para los compradores, señores poseedores de riquezas o traficantes de mucho dinero. La verdad no importaba con tal pagaran lo correspondiente.

Los dividían en grupos:

Los caídos. Niños de la calle, vagabundos, impuros y horrendos.

Y los serafines. Aquellos de hermosa apariencia, los dejados al pie del orfanato con un verdadero nombre.

Avalon era una serafín, de cabellos dorados largos y ondulados, con ojos azul grisáceo y mejillas coloradas. Aquella pequeña de inmaculada belleza que conocía el mal del mundo a una prematura edad.

Los caídos de negro y los serafines de blanco, tenían un estricto protocolo a la hora de la compra.

1) No hablar a menos que el mentor o comprador lo ordene.

2) No hacer contacto visual con el comprador.

3) Hacer todo lo que el comprador diga.

4) Ser obediente una vez siendo propiedad del comprador.

De 5 a 10, 11 a 14 y 15 a 17 eran vendidos. Avalon tenía a su protector, Vitaliy, un chico de dieciséis años cuyos padres abandonaron en la calle a su suerte y sabía más de la vida que la misma muerte. Era conocido como el que todos debían temer. Callado, frío, con tatuajes en su cuerpo que lo hacían ver intimidante y al que todos se rehusaban a comprar por su apariencia.

Avalon se acurrucaba a su lado en las noches frías de invierno, sintiendo el confort de su cuerpo caliente y corazón latiendo tranquilo. Él la cubría con sus brazos para intentar protegerla de la más siniestra sombra, le besaba la coronilla y susurraba baladas en ruso y anécdotas sobre sus aventuras en las calles.

- Vitya... - dijo Ava la noche anterior a la Compra, con su cara en el pecho de Vitaliy -... ¿crees que nos compren mañana?

Vitaliy suspiró acariciando los rizos de Avalon.

Bad Girls © (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora