19. Iusticia & Extravaganza

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19. Iusticia & Extravaganza

Departamento de Policía de Nueva York,
Sala de interrogatorios.

Tomó un sorbo de refresco de manera mecánica, sin verdaderas ganas de sentir el sabor dulzón establecerse en el paladar

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Tomó un sorbo de refresco de manera mecánica, sin verdaderas ganas de sentir el sabor dulzón establecerse en el paladar. Prefería sentir el vacío en el estómago y el vértigo de las carentes horas de sueño, ya que ambas enfermizas sensaciones la anclaban a un sentido de la realidad, y la hacían mantenerse alerta a cualquier posible amenaza.

Las palabras de su primo Rowan se repetían en su cerebro, y luego el papel que guardaba en el bolsillo trasero del pantalón, que le pesaba como los mil demonios debido a la magnitud de su contenido escrito.

El trozo de papel arrugado que interceptó entre los pálidos dedos de un inconciente Luca la dejó con más telarañas en el cerebro, y a su vez con una carcomedora ansiedad que le revolvía los intestinos.

Y por más que quiso seguir formulando conjeturas en busca de una lógica explicación, el estruendo de una puerta le centró al presente, y el detective Logde tomó asiento en la silla frente suyo, ojeando curiosamente la lata que parecía intocable.

- ¿No tiene sed? - Su tono sonaba inquisitivo, con ese carácter tan irritante que aparentemente era un requisito para ser policía, dejando de lado todo el carisma atrayente de su persona para otra ocasión.

Alex cuadró los hombros, irguiéndose como era debido, con el busto empujado hacia afuera de forma obscena e igualmente agraciada, y las manos con leves registros de sangre que incluso después de múltiples lavadas no se iba tan fácil. El vestido que antes había llevado pulcro a la reunión de Los Cinco ahora era una inconexa pintura del Renacimiento, con jirones desgarrados que le revelaban las costillas y parte más arriba del muslo. El cabello era otro dilema escarlata, con una parte del cuero cabelludo empegostada en costras de sangre, ahí donde Valentina le dio un golpe contundente que le hizo ganar sensibilidad en el oído izquierdo, y estaba recogido en un rodete desaliñado, con tirabuzones dorados que habían escapado de la liga enmarcándole el rostro.

Las ojeras eran prominentes bajo la tenue luz de la habitación, y los pómulos se le hundían cual cadáver por la falta de nutrición en las últimas dieciséis horas. Pero aunque su exterior mostrara carencia de vida, sus ojos gritaban vitalidad tras las órbitas periféricas; siempre alerta, siempre atenta a lo que sucedía a su alrededor.

- Lleguemos al grano, detective. Me trajo aquí por algo más que un simple asesinato de una mafiosa - El hombre tensó la postura, flexionando los músculos tras los brazos cruzados sobre el pecho, pero no se molestó en negar las habladurías de la rubia, teniendo en cuenta la irrevocable veracidad de su suposición -. No quiere engañar a nadie. Ambos sabemos que la muerte de Violetta es insignificante tanto para usted y su departamento como para mí, así que ponga todas las cartas sobre la mesa y juguemos como es debido.

Él enarcó una ceja y se inclinó, colocando los antebrazos en la superficie de metal, para después jugar con los dedos en algo que Alex detectó como ansiedad mezclado con nerviosismo por haber descubierto sus intenciones. Pues era lógico, ya que para las fuerzas policiacas ellos eran la escoria que merecía ser erradicada de las calles. La balacera debió de serles gratificante, viendo al monstruos destruirse entre si sin siquiera tener que interferir.

Bad Girls © (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora