Son hermosas, como las rosas con sus pétalos de seda.
Son poderosas, como las reinas gobernantes de siglos remotos.
Son letales, como balas disparadas en la oscuridad.
Son chicas malas, con las chaquetas de cuero salpicadas en sangre, el cigarrillo...
NOTA: contiene una serie de flashbacks de Alex y Arabella dos años atrás. Puedes saltar este capítulo si te apetece, no cambiará nada en la historia, pero muestra partes de Alex que no se han visto hasta ahora.
Bella besó a Alex en cuanto entraron a una habitación cualquiera de la mansión. La cargó en brazos, enredando las esbeltas piernas alrededor de su cintura sin dejar de saborear sus labios. Extraña esos labios, extrañaba esos besos, la extrañaba a ella y sentirla piel contra piel parecía casi irreal.
* * *
París, Francia
La historia de ambas mujeres era complicada. Todo había comenzado dos años atrás en París, en una noche fría con luna llena carente de estrellas. Alex yacía cubierta de sangre de unos alemanes que habían robado información extraconfidencial de Francia y que ella necesitaba. Un tratado entre Jean-Claude Royal, un espía francés que intentaba vender las armas de su país a los italianos Ambrosetti. Armas del Gobierno.
Lo malo era que los alemanes eran el objetivo de la DGSE (Dirección General de Seguridad Exterior),una agencia de inteligencia exterior de la República Francesa, hecha para la responsabilidad de la búsqueda y de la explotación de inteligencia, lo cual era relevante para la seguridad de Francia, así como detectar y encontrar actividades de espionaje externo contra los intereses franceses para prevenir sus consecuencias.
Con los alemanes muertos y Jean-Claude en fuga, Alex se veía comprometida en la situación, con los federales respiradole el cuello y en territorio extranjero.
Llegó a su habitación de hotel reservada bajo el alias de Viviana Roussau, sudorosa, con su ropa empapada de sangre y el corazón martillandole el pecho. Se limpió la sangre rápidamente con un pañuelo húmedo, sin tiempo para una ducha. Cambió su ropa y metió la sucia en una bolsa de basura. Arregló su equipaje, cargó su pistola y llamó al aeropuerto para reservar el próximo vuelo a Nueva York.
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Escuchó el chirrido de autos estacionando frente al hotel. Asomándose en el balcón vio efectivamente a varias camionetas negras con agentes entrando al edificio. Una morena era la líder, encabezando la formación y gritando órdenes en francés.
- Joder - masculló saliendo del lugar. Una vez en el pasillo voces se escucharon pisadas provenientes de las escaleras. Sin pensarlo subió los pisos restantes hasta el techo, deshaciéndose de la bolsa de ropa en un contenedor de basura en el camino.
Al estar en el exterior el sonido de la ciudad le nubló los sentidos, la luna plateada iluminaba su piel y el frío le caló los huesos. No había forma de escapar. Los techos de otros edificios estaban muy lejos como para alcanzarlos y se encontraba a unos veinte metros de altura.
