5. Betas en territorio italiano

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5. Betas en territorio italiano

Ciudad de Nueva York

Andrew llevaba horas atado a una silla, con las muñecas tan rojas del vago intento de escape, la camiseta empapada contra su piel pegajosa y la respiración pesada y caliente debido al saco negro en su cabeza que le privaba de toda vista. Estaba sediento, hambriento y exhausto, pero sabía aguantar casos como ese. Días sin comer o dormir ya eran rutina, la tortura su día a día y el sofoco en sus pulmones una vieja amiga.

Su vida era el infierno que le hacía sentir vivo.

Lo habían separado de Avalon y Amil en cuanto los mafiosos italianos habían pisado el departamento de su objetivo, el chico con más agallas que tenía el placer de conocer, porque sí, le tenía un nuevo respeto y admiración que pocas personas tenían el honor de obtener de su parte.

Logan les había confrontado, con su pistola repleta de balas y cero vacilación, le disparó a su hermano hindú en la pierna penetrando la carne poco profundo con una puntería excepcional, pues faltaba un milímetro para perforarle una arteria y hacerle desangrar, y eso Logan lo sabía perfectamente. El chico ganó tiempo para que los primos de Alex llegaran al rescate, acorralando a los Hamilton y llevándolos al edificio de Los Cinco en el lugar más apartado de la ciudad.

Y ahí estaba, sudando como un perro hambriendo esperando por las sobras del almuerzo.

Interrumpió su monólogo interno lleno de insultos a los malditos mafiosos italianos cuando escuchó por sobre la asfixiante tela el chirriar de una puerta. Sus sentidos de observador detectaron el eco en las paredes y dio a la conclusión de que eran cerradas y gruesas, probablemente de concreto y a prueba de sonido. Tal vez estaba en lo más recóndito del edificio, el sótano que usaban como calabozo.

Pasos se acercaron a él y se puso alerta, preparado para cualquier cosa.

O bueno, cualquier cosa menos eso.

El saco en su cabeza fue removido, teniendo que parparear varias veces para eliminar el aturdimiento. Todo se volvió claro y lo inesperado fue ver el rostro de un chico desconocido frente suyo, de extraños ojos grises y mirada curiosa.

Lo más raro fue que tenía un termo de agua y un plato lleno de papas fritas con una hamburguesa. Su estómago rugió ante la vista, haciendo sonreír al chico.

- Perdona si Logan no ha venido, me dijo que te trajera esto ya que Tony no iba a darte nada en dos días - Su voz sonaba grave pero suave el mismo tiempo... ¿era eso jodidamente posible? Como sea, sonrió internamente ante el gesto del chico.

Andrew lo observó mejor, era de la misma edad de Logan pero más fibroso y alto, con su mandíbula recién afeitada y un brillo singular en sus cuencas plateadas. Inspiraba confianza, lo que le hizo pensar que no era parte de Los Cinco.

Se sentó frente al pelinegro, inclinado hacia adelante para darle una fritura en la boca que Andrew devoró voraz.

- No puedo desatarte, en cualquier momento pueden entrar los Rossetti y déjame decirte que son escalofriantes - La mueca de susto hizo al Hamilton sonreír levemente -. Por lo que tengo entendido eres un Hamilton, pero no hay ningún registro de que alguna vez exististe, todo archivo de ustedes es una página en blanco.

Lo sabía, desde que era integrante de la endemoniada familia todo registro de él había sido borrado de la faz de la Tierra, con solo sus memorias intactas para recordar lo que una vez fue.

- Andrew Hamilton, sección C, rango B - respondió casi automáticamente, siempre que preguntaban su nombre debía decir el monólogo ya practicado: su apellido, sección en la familia y posición en las secciones. En la suya Avalon era la Alfa, él el Beta y Amil el Omega -. Eres un pez extraño en un océano lleno de tiburones... ¿no temes que te coman si bajas la guardia?

Bad Girls © (Sin editar)Where stories live. Discover now