22. Nada es lo que parece

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22. Nada es lo que parece

Museo Histórico de Londres,
Londres, Inglaterra.

—Tengo media horda de guardaespaldas en el trasero —Su voz sonaba agitada, el corazón le palpitaba como una estampida de jabalíes enfurecidos, y el tener que correr con tacones no resultaba placentero en lo absoluto para la tarea. Múltiples pisadas hacían eco en el ancho pasillo, con sus tacones talandrándole el oído junto al crescendo bombardeo de la sangre en sienes y pulso. Todo iba tan bien...¡Maldición! El imbécil de Pereira descubrió toda la farsa al instante en que Genevieve desapareció, y confrontó a JJ al respecto, con este haciéndose el inocente sobre el asunto, alegando que apenas la conocía del todo, y recordó la irritante vocecita de Eleonor Valverde en el cerebro como un jodido mantra.

"Podrás contar con el apoyo de los federales dentro del territorio, pero esta es una misión extraconfidencial, fuera del protocolo, y si se viera comprometida, si te llegaran a atrapar, estás sola."

Ahora no sólo los hombres de Genevieve, sino también los de Pereira, le pisaban los talones. Y Jerome la había abandonado en acción. Se sentía como en Rusia otra vez.

Esquivó disparos con los mejores reflejos que tenía, pero una bala le rozó el hombro y terminó incrustado en un pilar de mármol a su derecha, emitiendo un seco ruido.

—¡¿Dónde está la salida más cercana, St. Cloud!

—¡Estoy buscando, estoy buscando! —Le respondió la chica en el oído, soñando igual de frenética, con el repiqueteo del teclado en la distancia—. ¡Gira a tu derecha y entrarás al salón de estatuas! ¡Cruzándolo hay otro pasillo! ¡Sigue recto unos seis metros, gira a la izquierda y verás una salida de emergencias!

Justo como Marie le había dicho, a la derecha se adentró en una sala tenuemente iluminada, con bustos y esculturas, estatuas y figuras, de dioses y reinas, héroes y guerreros. Evitando las balas, varias fueron a parar a las talladas cabezas de piedra, esparciendo granito por doquier, y Max se ocultó tras una escultura para eliminar a algunos de esos bastardos.

Sacó el arma que tenía en una cinta alrededor del muslo, (un tanto cliché para su gusto pero ciertamente indicado para la ocasión), cargada hasta los dientes, y descargó el cartucho hasta tener cuatro cuerpos en el suelo, en medio de la lluvia de balas que iban y venían sin descanso. Otros siete hombres seguían de pie, Max les daba punto por persistencia. Su técnica era experta, con evidente entrenamiento militar o seguramente perfeccionado en las calles, teniendo en cuenta el registro criminal de Pereira, y los maldijo en cuatro idiomas diferentes cuando una bala le rozó la mejilla y creó una abertura de la cual no tardaron en emanar hilillos de sangre. Por fortuna, vio la breve pausa de recarga de cartuchos como la perfecta escapatoria.

Corrió como alma que lleva al diablo, casi perdiendo un tacón en el proceso, con los finales del vestido sujetados como tenazas entre los dedos para evitar tropezar con este. Contó los metros hasta el pasillo que Marie le había indicado. Uno, dos, tres, cuatro, seis...

... Y justo cuando cruzó esa esquina, se detuvo abruptamente, rechizando el costoso calzado en el proceso.

Ciertamente, se veía como un ciervo atrapado frente a las luces de un carro, visualizando el inminente final en esos mortíferos ojos aguamarina que la escrutaban como si fuese la más apetitosa presa de la noche.

Una mujer obstruía el paso, no vistiendo de acuerdo a la velada, pero sí un atuendo que gritaba dinero por donde lo vieras. Desde las botas de tacón alto color crema, que llegaban a la mitad del pálido muslo; hasta el abrigo de gabardina de cola larga, evidentemente Burberry. El cabello era corto, pelirrojo, que enmarcaba un ovalado rostro de suaves facciones y labios gruesos con definido arco de Cupido. Ojos azul verdoso la observaban cual león hambriento, con una densa capa de maquillaje oscuro rodeando los alrededores de párpados y delicadamente su contorno. Guantes de cuero negro le ataviavan las manos, las cuales sostenían un arma plateada de calibre 38, junto a un silenciador que giraba en torno al cañón con calma, como si el tiempo no tuviera significado alguno para ella.

Bad Girls © (Sin editar)Where stories live. Discover now