5)La oficina de correos, la floristería y el callejón.

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5)LA OFICINA DE CORREOS, LA FLORISTERÍA Y EL CALLEJÓN.

EMILIE.

—Menos mal que hemos quedado antes. Me aburría muchísimo —suspira Mary mientras lame la gran bola de helado de fresa que tiene en su tarrina.

—Eso lo dirás por ti. Yo estaba jugando al futbolín con mi padre—replica Adam, limpiándose la boca manchada de chocolate.

Cuando la vieja me cerró la puerta, mi móvil sonó. Yo estaba tan absorta pensando en lo que me había dicho y en lo que le iba a decir a Luke a la noche, que hasta que no pasaron diez minutos no lo miré. Al hacerlo vi que Mary me había citado en la heladería para merendar, y que así, de paso, adelantaríamos trabajo.

Cuando leí eso no sé si se refería realmente a ella y a mí, o a los tres, pero no le di importancia hasta que vi a Adam. No es que suela fijarme en cómo va la gente, pero él es la excepción. Se ha peinado y echado una colonia que huele bastante bien. Lleva una camisa blanca con las mangas remangadas hasta los codos y unos pantalones vaqueros un poco anchos, con unos tenis de rayas negras.

Creo que cuando nos gusta alguien tendemos a idealizarlo demasiado. Eso es lo que me pasa siempre que veo a Adam, y, aunque casi siempre me entran ganas de lanzarme y besarle hasta quedarme sin respiración, siempre me contengo. Al principio me costaba más, he de admitirlo, pero ahora... es cuestión de hacerse a la idea.

Mary va igual que yo excepto por la sudadera. Lleva una camiseta y un chaquetón que ahora está tras sus espaldas. Cuando llegué y les vi a ambos me quedó claro que quería incluir a Adam en su plan tal y como me dijeron por WhatsApp, por lo tanto yo estaba automáticamente fuera. ¿Para qué me hacía venir, entonces? Me pregunté mientras me sentaba y les sonreía falsamente. No iba a recriminarle nada, pero por dentro echaba chispas.

—Si le ganaba me daba cien pavos —prosigue Adam, lamentándose—. Pero, en fin. Para algo existen los antidepresivos llamados helados de chocolate.

Tanto él como Mary están tomándose uno. Son de esas personas a las que no les afecta tomárselo incluso en la época más fría. Yo, en cambio, he aprendido a base de malas experiencias que no puedo ser como ellos en este aspecto. ¡La de veces que me habré puesto mala durante semanas de la garganta solo por probar un poco! Si enferman no es precisamente por culpa de un helado.

—¿Y tú qué estabas haciendo antes, Emilie? —me pregunta Mary, obligándome a volver a la realidad.

—Estaba en casa. Mis padres se han ido a buscar a mis abuelas y Josh y yo vamos a quedarnos solos un par de...

—Yo que tú tendría cuidado, Emilie —salta Adam. Le miro, perpleja—. A ver si va a intentar algo contigo. Sois hermanastros, así que no compartís sangre. No sería incesto...

Ja. ¡Como si a ti te interesara!

—¡Calla, Adam! —Mary le da un puñetazo suave en el hombro—. Sería muy afortunada. Con lo bueno que está...

Se me olvidaba el gran efecto que tiene mi "querido" hermanastro sobre las chicas. Qué pena para Mary que le interese la camarera Ashley o vaya por libre.

—Josh no me tocará ni un pelo —le miro, ignorando el comentario de Mary. Adam me devuelve la mirada, poco convencido. Eso me ofende un poco—. No me atrae.

—Más te vale —dice, aún con esa expresión de poco convencimiento en la cara.

¿Me está diciendo indirectamente que si me lio con mi hermanastro me la voy a cargar? ¿Está celoso, acaso? No, ¿por qué iba a estarlo?

La llamada del secuestro. (REEDITANDO&RESUBIENDO).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora