3)¿Están todos locos?

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3)¿ESTÁN TODOS LOCOS?

EMILIE.

—Cielo, ¿estás bien? —me pregunta una mujer posando una de sus manos en mi hombro derecho.

Me giro y veo a la camarera Ashley. Lleva un top muy corto y pegado de color negro con un escote corazón, unos pantalones vaqueros muy cortos, un par de tenis negros y una tobillera que tiene un corazón con una inicial A. En la muñeca tiene una goma de pelo y otra pulsera, de oro, demasiado cara para tener un sueldo que no supera los 1.000€. Su pelo rubio lo lleva recogido en una trenza muy larga. Tiene pinta de ser una adolescente en vez de una adulta, aunque mejor para ella. Eso demuestra que los años le han sentado bien.

Me mira con preocupación. Creo que ha estado observándome durante un buen rato. Pero a ella también le sucede algo. Me observa con ojos tristes, como si en cualquier momento fuera a romper el llanto. Juguetea con la goma de pelo de su mano, nerviosa.

—Nada, ¿y a ti?

—Nada —responde, sorprendida.

Si se pensaba que no iba a percatarme de su estado anímico, es que me considera bastante estúpida.

—Pero gracias por preocuparte—sonrío.

Ashley es como si fuera mi segunda madre, ya que siempre que me pasa algo me pregunta... y se preocupa por mí. Demasiado a veces.

—Hace nada hablé con tu hermanastro —se ríe—. ¡Es muy gracioso! Me ha preguntado que si quiero un rollo pasajero con él —pongo una mueca de incredulidad.

—No le conoces bien —suspiro, cruzándome de brazos—. Ahora en serio. ¿Qué te pasa?

—Qué pesada eres, niña. Dile a tu madre de mi parte que te educe mejor —sonríe, divertida—. ¿Qué iba a pasarme a mí?

—Tienes los ojos tristes.

—Y tú estás tensa.

A este ritmo no vamos a llegar a ninguna parte. Ella no me afirmará que al menos algo le preocupa, ni yo le diré lo que me mantiene en tensión. Podríamos tirarnos así toda la noche, pero no tengo tiempo ni ganas. Tengo que lidiar aún con varias cosas más.

—Está bien —suspiro—. Si tú me dices qué es lo que te preocupa, yo también cederé.

—Lo mío no es gran cosa, Emilie. Un problema familiar, sin más.

—¿Con tu marido? —pregunto.

—No tengo marido —le quita importancia al asunto, pero le ha molestado—. Hace dieciocho años que no tengo marido. Novios es otra cosa, y estos no pertenecen a la familia. No del todo.

—Pues entonces debe ser con tu hijo.

—¿Cómo sabes que tengo uno? —abre mucho los ojos.

Josh tenía razón al pensar que tenía un hijo, pero menuda cagada acabo de cometer. Aunque, pensándolo bien... ahora tengo el inicio de mi venganza por acusarme de algo que no hice hace un rato. No sabe con quién se ha metido.

—Me... me lo dijo Josh —trago saliva—. ¡Me dijo que en el pasado eras una puta y que te quedaste embarazada de un hijo al que no quieres para nada! Está claro que no le creí, pero él se lo contó a todo el mundo. A tus espaldas te llaman puta y zorra, y a tu hijo el desconocido también le insultan.

Ashley frunce el ceño. Yo dejo de cruzar los brazos y los alzo como diciendo "no hay que fiarse de él nunca."

—Gracias por avisarme, Emilie. Y yo que consideraba buen chaval a tu hermanastro... Ya hablaré con él, ya. Y sí, el problema es con mi hijo, pero solo ha desaparecido sin avisar.

La llamada del secuestro. (REEDITANDO&RESUBIENDO).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora