Capítulo 6.

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— Te agradezco mucho que hayas venido. Me aburriría demasiado sin tú presciencia —____ le habló al llegar al hotel. 
— No te preocupes, hace un tiempo tenía ganas de viajar. Miranda estaba fascinada con el hotel. Tan sólo por ser amiga de ____ había recibido la mejor atención de su vida. 
— ¿Mañana me acompañarías a un centro comercial? — le preguntó a Miranda —. Tengo ganas de renovar mi vestuario. 
— Claro, yo también. Mis padres últimamente se han comportado muy tacaños conmigo. Y aprovechando este viaje y que no están conmigo, usaré la tarjeta hasta que no quede cupo. _____ rió sin ganas, le dolía la cabeza y se sentía mareada, pensó que seguramente era por falta de sueño y hambre.

Luego de haber tenido esa pequeña conversación, ambas se dirigieron a sus respectivas habitaciones. En España eran las 12:45 cuando en Los Ángeles, apenas eran las 3 de la madrugada. Así que a ____ no solo le dolía la cabeza, tenía unas horribles ganas de vomitar y se sentía mareada. También tenía mucho sueño. Pensó que quizás aquello podía hacerla sentir mejor. 

{…} 

Alguien fuera de la habitación comenzó a tocar la puerta frenéticamente, haciendo que ____ se despertara gruñendo. Lentamente, ésta se levantó, abrió la puerta sin ganas, y volvió a acostarse.

— Cambio de planes, chica. Iremos al centro comercial ahora, así que, ¡arriba! — Habló su amiga emocionada.
— Miranda — comenzó ____. Se sentía aún más mareada que antes, sin contar las inmensas ganas de comer papas fritas, que tenía. — Puedes decirme, ¿qué hora es? 
— ¿Qué importa la hora? Iremos al centro comercial — sonrió y luego se apresuró en decir, al ver la expresión de su amiga — sin reclamos, ¿eh? Y luego iremos a una fiesta por acá cerca de la que me he enterado.

Después más tarde, ya casi en media noche, las dos chicas se encontraban camino a la fiesta en el auto que habían arrendado por su estadía en Barcelona. 

— Compramos muchas cosas — dijo ____ viendo sus bolsas.
— Y prepárate porque compraremos más.
— ¿Dónde queda la fiesta? 
— Estamos llegando creo, quedan unas calles, es la fiesta más grande que hayas visto en toda tu vida. 

Y no mentía, el lugar era enorme, pero estaba repleto. ____ caminó hacia la barra, dispuesta a eliminar todos sus dolores con un trago, cuando apreció una cabellera castaña que ella había tocado hace no más de dos semanas. 

Justin Bieber estaba ahí. 

__

Justin vio de nuevo a esa chica, que ahora estaba más apetecible, con un vestido rojo caoba que mostraba demasiado. Dios. No la había vuelto a ver y ahora aparecía de la nada, es decir, cualquier ser humano que viera televisión sabía que ella y sus padres, se habían devuelto a Estados Unidos, pero él jamás se enteró de que ella estaba en Barcelona nuevamente. Él se acercó a ella para hablarle, tocó su hombro y ____ se dio vuelta tranquilamente como si supiera que él estaba aquí y que hablarle era justo lo que iba a hacer.

— Hola — ____ lo miró de una manera seductora, a la vez que sonreía. 
— Hola — Justin respondió el saludo —. Volviste ¿eh? ¿Cuándo? No te había visto por aquí.
— Volví hace unas horas, mis padres tuvieron un problema en el hotel — ella suspiró. 
— Yo me preguntaba... — Tocó su muslo —. Si te acordabas de la otra noche — Justin susurró en su oreja y le mordió el lóbulo levemente —. Y... Si quisieras repetirlo. Se lo dijo sin remordimientos, no se había sentido tan necesitado desde la otra noche. ____ lo miró algo sorprendida por lo directo que él fue, y luego de una sesión de besos en medio de la barra, subieron a una habitación en el piso de arriba. 

{...} 

Justin miró a la chica que yacía acostada sobre la cama, la sábana tapando la mitad de su cuerpo. — Por más que me gustaría seguir acá por otro round, me tengo que ir, gatita. Tengo que tomar un vuelo en... — miró su reloj —; una hora y media. 

____ asintió y sin pudor, se quitó la sábana que tenía encima y comenzó a vestirse. Acto que Justin también hacía. Y después de 10 minutos en silencio, cuando el ojimiel terminó de ponerse toda la ropa, se acercó a ___ y la besó. 

— Nos vemos, guapa — Justin le guiñó el ojo y salió de la habitación dejando la puerta abierta. A los segundos ___ se levantó caminando hacia la puerta para salir de ahí, cuando escucho a Miranda hablar. 

— Whoa, Hola… — se asomó por la puerta y vio que su sonriente amiga hablarle a Justin. A lo que él solo respondió con su típica sonrisa para conquistar, y un guiño de ojos. ____ rió. Su amiga iba a morir si sabía lo que acababa de hacer. Luego de aquel pequeño acto, salió de la habitación encontrándose con Miranda. 

— Hola, de nuevo — sonrió.
— Hol… Espera, espera — Miranda la miró a ella, a Justin – que ya iba a unos metros más lejos – y luego a la puerta abierta de la habitación. — Tú no acabas de salir de la misma habitación que Justin Bieber, ¿verdad? 
— En realidad, creo que sí lo hice — rió.
— Eres una maldita perra, ¿dos veces? — habló divertida. 
— Sí. Yo también te quiero Miranda, ¿pero podemos ir por un trago? 

Las dos chicas llegaron al primer piso, que ahora estaba más lleno aún, se acercaron a la barra y pidieron el “trago del día”, que consistía en, básicamente, algún experimento raro del barman. 

— La casa invita a estas dos señoritas — dijo el Barman totalmente embobado. 
— Gracias — las chicas sonrieron hacia él y se sentaron en la barra.

____ sintió cómo el líquido quemaba su garganta, era una mezcla de sabores y olía delicioso, pero el mareo era mayor. Dejó el trago en la barra y cerró fuertemente los ojos, cada vez estaba más mareada y la cabeza poco a poco empezó a dolerle fuertemente. Se levantó e intentó mantener el equilibrio mientras Miranda la veía con ojos abiertos y la seguía de cerca por su amiga se caía. 
_____ se fue a sentar a unos sillones negros y Miranda se sentó a su lado. Apenas podía mantenerse en pie y Miranda la veía con ojos acusadores. 

— Dios, mi cabeza... — hizo un sonido moviendo la cabeza como si fuera a vomitar ahí mismo. 
— ¿Comiste algo? — Sin poder responder, ____ salió corriendo directamente al baño, seguida de Miranda. 

— ¿Estás bien? — ____ escuchó la voz de su amiga afuera del cubículo. Era horriblemente vergonzoso que su amiga la escuchara vomitar. Luego de estar segura de haber botado todo, salió de allí, tomó su bolso y de ahí sacó un cepillo de dientes que siempre llevaba. — Esto no es normal, _____. 
— Lo sé y no sé qué me pasa.

Confident.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora