67-El parto

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*Gavi*

El miedo invadió mi cuerpo, ¿como que la niña venia ya? No podía ser, no estábamos en un hospital, no hay nadie que pudiese ayudarnos, no nos merecíamos esto.

Dani soltó un grito ahogado de dolor, como si de estuviese desgarrado seguido de un sollozo de desesperación.

Y me armé de valor, no me quedó de otra.

Ella iba en vestido, asique con mucho cuidado le bajé el tanga por sus piernas y se las abrí.

-Mi vida esta aquí ya, le veo la cabeza-le dije flipando, jamás pensé vivir esto así, pero tenia miedo y emociones a partes iguales, mi niña iba a llegar al mundo.

Ella asintió cerrando los ojos del dolor mientras apretaba los dientes y sus manos se aferraban al colchón.

-Venga Dani, empuja mi vida, está aquí mi vida, Aitana esta aquí ya-le dije colocándome para coger a la pequeña.

Ella hizo el amago de empujar, pero parecía que le faltaban las fuerzas.

-No puedo-sollozo agotada.

-Claro que puedes mi vida-la animé y ella negó.

-No puedo pablo, no puedo, no me quedan fuerzas-sollozó desesperada.

-Mi amor escúchame-le dije cogiendo sus mejillas y ella dirigió la mirada a mis ojos muerta de miedo y con las mejillas llenas de lágrimas-eres la mujer más maravillosa que existe, solo es un empujón amor, respiramos juntos y empujamos, es nuestra niña mi vida, esta aquí ya te lo prometo, nada va a salir mal, te dije que iba a estar con vosotras siempre y nada va a salir mal-le pedí y ella asintió despacio cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás.

Suspiró varias veces cogiendo todo el aire que podía.

-Vamos, empuja-le dije y ella hizo todo el esfuerzo del mundo haciendo que viese algo único.

La cabecita de nuestra niña ya estaba completamente fuera, solo nos quedaba un empujón para tenerla con nosotros.

-Solo es un empujón mi amor, solo uno ya tiene la cabecita fuera-me dije con una sonrisa y las lágrimas rodando ya por mis mejillas por los nervios y la emoción.

-No sabes lo que duele esto, no lo sabes, no me vuelves a tocar sin un condon en tu vida Pablo-sollozó llena del dolor y yo reí entre lágrimas haciendo que ella sonriese inconscientemente por un segundo.

La ginecóloga ya nos habia avisado que en parto las mujeres solían decirle a los maridos incluso que los odiaban del dolor que experimentaban, asique estaba preparado para oírla decirme cualquier tipo de cosa.

Sonreí en su dirección como un tonto enamorado.

-Encima no te rías, esto duele mucho-sollozó.

-Mellizos te voy a hacer la proxima vez-le dije divertido dejando besos en sus muslos y entre todo el dolor ella volvió a soltar una risa ante mi respuesta.

Esperé unos minutos a que ella respirase de nuevo, y repetimos el proceso.

En cuanto empujó y la pequeña sacó los hombros el resto del cuerpo salió solo cayendo en mis manos.

Fue el momento más especial de mi vida, escuchar el llanto de mi niña por primera vez justo al mismo tiempo que acababa de salir de su madre, llena de sangre y flujos.

Era precisa, tenía un pelito castaño claro, las manitas arrugadas y un cuerpecito que no pude hacer otra cosa que abrazarlo a mi soltando unas lágrimas.

La sensación más preciosa de toda mi vida entera, había ayudado en primera persona a traer a mi niña al mundo junto a su madre, que era una campeona en mayúsculas.

JURAMENTO ETERNO DE SAL-PABLO GAVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora