46-Mente o corazón

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*Gavi*

No contesté, y se que para él fue más que una respuesta aunque yo no dijese nada, porque cuando escuchó a Esther acercarse me soltó y fue a la nevera a hacer como que cogía algo.

-¿Nos vamos?-me preguntó ella y yo asentí.

-Nos vamos-dije serio.

No me despedí de nadie, no quería cruzarme con Dani y quería salir de ahí cuanto antes.

Me monté en mi coche con Esther y tuve que escucharla todo el camino a casa quejarse de mi familia, de que nadie había parado en ella ni le habían hecho caso.

Ni siquiera hablé, porque seguramente más tarde me arrepentiría de cualquier cosa que pudiese llegar a decir.

Paré frente a su portal, y ella se quitó el cinturón mirándome.

-Mañana quiero que me lleves de compras, necesito un vestido-me dijo.

-Muy bien-zanjé volviendo mi vista al frente y ella dejó un beso en mi mejilla que me dió mucho asco.

Se bajó del coche con su asquerosa sonrisa arrogante, y cuando entró en el portal di varios golpes al volante impotente y odiandome más que a nadie en el mundo.

Maldito sea el día que conocí a esta loca que no me iba a dejar en paz nunca.

Necesitaba que todo esto acabase, necesitaba volver a sentir el roce de los labios de mi novia contra los míos, escuchar su dulce risa, oler su pelo, enfadarme por qué me robase mi ropa, verla ir en braguitas por casa y comprarle chocolate cuando estuviese malita con la regla y quisiera mimitos, dormir abrazados, despertarme con su odiosa alarma, que me llamase dormilón, pelearnos por elegir la música en El coche, verla despeinada por las mañanas o que me abrazase diciéndome que le encantaba mi olor, la necesitaba a ella.

Todo esto me iba a volver loco, había pasado un mes sin saber de ella, sin hablar con nadie, ni siquiera con los chicos, estaba solo si quería que las cosas salieran bien, pero no sabía que hacer, estaba cogido por todos lados porque no sabía hasta que punto esta loca me tenía vigilado.

Por ratos sentía que incluso tenía cámaras en casa controlandome, y no me atrevía a hablar con nadie por lo mismo, por puro miedo a que le pudiera hacer algo a ella.

Esther era una desequilibrada mental.

Mi móvil vibró aun frente a su casa y lo cogí leyendo el mensaje.

Carlos me había mandado una dirección y una hora al móvil, y mi mente no sabía que hacer, tenía miedo porque no sabía hasta que punto me ponía tener controlado.

Mi mente y mi corazón estaban en constante discusión, ¿ir o no ir? Llevaba un mes sin hablar con nadie para no arriesgarla, y ahora quizá por ir a la cita de Carlos iba a ponerla en peligro.

*Dani*

Ansu se llevó la mano a la boca al ver lo que ponía en los test, y ya no hizo falta que me dijera nada más, rompí a llorar como un bebé haciéndome un ovillo escondiendo la cabeza entre los brazos y las piernas.

No podía ser, la vida no podía ser tan injusta conmigo, no de esta manera.

Ansu me abrazó con todo su cariño, haciendo que me rompiese aún más.

-Dime que no, ansu, dime que no es verdad-le pedí en un sollozo.

-Dani, ese bebé no tiene la culpa de nada...-me dijo dulce y solo con escuchar la palabra bebé la mínima esperanza de que estuviese equivocada por su reacción se esfumó.

Me abracé a él llorando como una magdalena, y así estuve durante un buen rato mientras él dejaba caricias en mi pelo para relajarme.

-Soy una desgraciada-dije por fin y él me miró negando.

JURAMENTO ETERNO DE SAL-PABLO GAVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora