El Esperado Día

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Loryann

¿Será normal que la mañana de tu boda todo se sienta tan raro? Millones de preguntas me vienen a la mente sentada aún en la cama y recordé a mi maestro de quinto grado que solía decir: «No existen las preguntas estúpidas». Pero cuando le pregunté a mi madre: «¿Y si James no llega? ¿Si se arrepiente?».

La mirada que la doctora Shaw me dirigió, decía exactamente eso que están pensando: «Que pregunta tan estúpida». Y aun así remató.

—A no ser que en realidad sea gay —dijo en su claro tono sarcástico.

Me lo merecía.

Animada y segura de que James no era gay, me levanté a tomar el baño más largo y concienzudo de mi vida desde que fuera a mi primera pasarela internacional; pensando que durante estos años había hecho pasarelas con vestidos de novia ajenos. Pero este, iba a ser mi vestido, mi boda y repetí esa frase varias veces para caer en cuenta. Con cada vez que la repetía, sonreía más.

Una vez metida en el vestido, Marie cayó sobre mi rostro armada con su maletín de maquillajes. Le pedí algo sencillo esta vez, y lo logró. Me veía diáfana y clara. Lo único malo en ese momento era, no poder llorar de la emoción al verme en el espejo.

Al bajar las escaleras, la sorpresa de mi padre estaba presente. Un soldado vestido con uniforme de gala, se cuadró en atención, me dirigió un saludo militar y se presentó.

—Señorita Shaw —dijo en el tono formal de los militares—. Soy el sargento de primera clase Richards, seré su chofer y su escolta le espera.

Miré a mi madre y ella solo se encogió de hombros sonriendo. Para mí, me pareció una exageración, pero un lindo detalle de papá.

Y fue de lo más conveniente porque al salir, un ejército de fotógrafos y reporteros me esperaba afuera y el sargento Richards procuró cubrirme todo el camino a la limo para que no tuvieran ni una sola buena foto de mí.

Frente a la limo ocho soldados, también en uniforme de gala, impedían el paso a los reporteros. Era como si mi padre hubiera predicho eso y se lo agradecí. Y una vez abordé el vehículo, subieron a dos Humvees y me escoltaron a casa de mi padre.

El sargento se apresuró a tomar la avenida principal, antes de que los reporteros pudieran seguirnos. «Mañana habrá muchos artículos resentidos»; pensé una vez estuvimos libres.

Cuando llegamos, los soldados se adelantaron y esperaron a que me ubicara entre ellos. Y así, escoltada por un detalle militar, llegué por fin junto al ex general Shaw.

Me ofreció su brazo y luego de tomarlo, comenzamos a caminar hacia la parte de atrás de la casa.

—¿No fue un poquito exagerado? —le pregunté a mi padre mientras nos acercamos al punto de partida.

—Lo mejor para mi niña —respondió sin dejar de mirar al frente.

—¿Y no se meterán en problemas? —pregunté preocupada.

—Pues, un coronel me debía un favor y se tomará como un ejercicio para los muchachos.

—Gracias papá —alcancé a decir posando mi cabeza en su hombro.

Por fin nos detuvimos en el punto desde donde comenzaríamos a caminar al altar. La puerta hacia el patio estaba cerrada, pero podía escuchar los murmullos de la gente reunida para la ceremonia.

El sargento Richards salió y cerró tras él. En ese momento, se hizo silencio y unos segundos después, comenzó la música que marcharíamos. La puerta se abrió y del brazo de mi padre, la crucé.

Ladrón de Besos(Completa)Where stories live. Discover now