¿Se conocen?

25 1 56
                                    

Alexander

El ahora relajado rostro de Natalia me tenía algo nervioso. Comía con gusto y no me veía a la cara. «¿Quería saber qué había pasado? Claro que sí». Sentados en ese restaurante Bistro que bordeaba el río Sena, todo parecía muy tranquilo. Como que era un domingo soleado, pero fresco con una brisa suave que agitaba los bordes de las grandes sombrillas en medio de las mesas afuera del local.

—Bien —dije echando mi plato a un lado —. ¿No piensas decirme sobre qué hablaste con el señor Saint Jean?

—No —respondió con voz cantarina —. Solo te diré que lo que me dijo, me hizo ver las cosas desde otro punto de vista. Dejaré que las cosas fluyan.

—Pues yo quiero aprovechar para decirte que, si en alguna forma te lastimé, lo siento.

—Está bien —respondió la rubia con el rostro sonrojado.

Miraba su plato con cierto dejo de vergüenza antes de añadir.

—En cierto modo, fue mi culpa.

Esta vez, quería quedarme callado, pero para cambiar la conversación y hacerla más amena:

—¿Qué tal un postre? —sugerí animado.

—Claro.

Degustamos el mousse de chocolate como chiquillos premiados. Aún quedaba una hora para la entrevista y mis nervios estaban crispados, pero ocurrió algo que desvió mi mente de todo eso.

—Ahora vengo —dije dejando unos euros sobre la mesa.

—¿A dónde vas? —preguntó Natalia sorprendida —. Falta poco para la entrevista.

—Estaré cerca.

Saqué mi cámara de su estuche y me acerqué al río. Una familia de cisnes se acercaba al agua y comenzaban a nadar. Tomé varias fotos de estos y la ráfaga de tomas me permitió capturarlos en poses geniales. Sacudiendo sus alas o sumergiendo la cabeza en el agua. Pero mi favorita, fue la de dos cisnes apartados que parecían nadar en sincronía. Si uno giraba a la izquierda, el otro le seguía, procurando estar uno justo al lado del otro.

—Son hermosos —comentó Natalia al llegar a mi lado.

—Son lo más natural de toda la ciudad —respondí.

De pronto el silbato de un gendarme sonó atrás de nosotros.

Hé! Hors de cette zone ! —dijo con toda la autoridad que le correspondía.

—Excusez-nous, gendarme —respondió Natalia —. Nous ne faisions que prendre des photos.

—Je comprends, mais ils ne peuvent pas marcher sur l'herbe.

—¡Alex! Debes salir de ahí. No se puede pisar el césped.

Vaya y yo que creía que querría una copia de la foto. Obedecí de mala gana y pude ver a Natalia sonreír, mientras me le acerco. El gendarme la saludó amablemente y se retiró caminando con sus manos atrás y un paso lento como si disfrutara de un paseo por el río en lugar de estar pendiente de quien pisaba el césped.

—Tenemos que volver al hotel antes, quisiera cambiarme de ropa.

—¿Cambio de ropa? ¿Cómo las modelos?

—Déjame vivir el sueño.

—De acuerdo.

Curiosamente, me sentí bien de ver que, la pequeña y hermosa rubia había vuelto a tener su buen humor.

Loryann

La familia Payton apareció de pronto por las puertas automáticas del aeropuerto como si estuvieran de excursión. Las niñas escoltadas por sus padres, parecían dos muñequitas y los cuatro ya llevaban las clásicas boinas francesas que de seguro habían comprado dentro. No pude más que reírme mientras corría al encuentro con mi amiga.

Ladrón de Besos(Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora