Sorpresas, Sorpresas

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Alexander

El Citroën cruzaba a toda velocidad por aquella carretera y por el rostro de Nat, tuve la impresión de que estábamos perdidos. Solo árboles a la derecha e izquierda. Un bosque con pinos y abetos. Al menos hace fresco y yo permanezco tranquilo, mientras que mi chica se ve cada vez más preocupada.

—En cuanto vea una desviación, la tomaré —asevera decidida.

—No. ¿Qué no has visto películas en las que la gente se pierde más por desviarse? Solo sigue GPS.

—Ya no confío en esa cosa.

—Pronto saldremos, confía.

—Eso espero —replicó ella—. Más bien deseo.

Unos minutos después, pudimos ver la bifurcación y la señal indicadora hacia la derecha: la ciudad de Caen a uno veinte kilómetros y se nos hizo gracioso escucharnos suspirar de alivio al mismo tiempo.

Una hora más y llegamos a la pintoresca ciudad de Caen, con menos de un cuarto de gasolina en el tanque y un cansancio más mental que físico. Por lo que pasamos un buen rato, tirados en el suelo de la habitación del hotel, discutiendo quién sería el primero en ir a tomar un baño. Finalmente, Natalia cedió porque se negaba a quedarse dormida sin bañarse. Y luego, me pateó para que fuera yo; y con un «te amo», entré a la ducha más fría de toda mi vida.

—¡Me habrías avisado! —le grito desnudo y pegado a la pared de la ducha.

—No habría sido divertido escucharte gritar —respondió ella riendo.

Definitivamente nos habíamos vuelto una pareja de bromistas. Lo que no era broma entre nosotros era la pasión con que nos besamos y acurrucados en la cama calentando las cosas.

Loryann

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Loryann

James y Katie regresaron a Inglaterra y la familia Payton me acompañaba en una cena muy agradable.

«Está bien. Ponía a Marie al día».

—¿¡Acaso estás loca!? —exclamó al escuchar lo ocurrido—. ¿Rechazaste el anillo?

—Temporeramente —aclaré levantando mi dedo índice—. Quiero que sea algo formal. Pero ya sé que siente por mí.

—¿Y tú? —sonó más como un regaño que pregunta.

—Para serte sincera, tengo algo de miedo.

—¡Ay, por Dios!

—Déjala, Marie —interrumpe de pronto su esposo—. Tu tía me contó que tuviste las mismas dudas cuando te comprometí.

—¡Ay, Randy! Creí que estarías de mi lado.

­—Estoy a tu lado, cariño.

—No se peleen por mí, por favor —dije lamentando verlos con sus ceños fruncidos.

Ladrón de Besos(Completa)Where stories live. Discover now