¿Y este tipo?

27 2 11
                                    

Loryann

Cuando desperté, la mañana estaba algo fresca y apenas la luz del sol comenzaba a asomarse por el horizonte. La ventana de mi habitación brillaba con esa luz y recordé de pronto un detalle del sueño que tuve y me sonreí.

Una vez vestida y arreglada, bajé las escaleras y una ola de aromas me arropó, provocándome una relajante segunda sonrisa.

—¡Panqueques! —exclamé emocionada —. ¡Tía, todavía lo recuerdas!

—¿Cómo olvidarlo? —comentó tía Clara —. Eres una viciosa de lo dulce al despertar.

Los panqueques de tía Clara, son los mejores por lo dulce que los prepara. Le añade miel y arándanos a la mezcla y una vez bañados con jarabe de maple, son una delicia. Así que no perdí tiempo en acercarme a la mesa y atacar mi pila de cuatro. Primero sin jarabe y luego echo un poco a un lado del plato para ir sumergiéndolos.

Tía Clara me ve, y ríe divertida.

—Tanta finura con el modelaje, pero al comer algo dulce todo el recato se va a la mierda —me dijo y casi me ahogo de la risa porque tenía razón.

Una vez tomando mi café, la imagen de mi sueño regresó.

—Tía —dije —. ¿Qué ha sido del vecino? El japonés. El señor Koba...

—Kobayashi —completó mi tía y me pone al tanto —. Está en un asilo. El pobre ya no podía quedarse solo.

«A veces lo visito y lo he visto muy bien. Es un hombre resiliente y se adapta a todo. Al principio me preguntaba por el cerezo que plantó en el bosque y yo no tenía corazón para decirle que estaba perdido entre la maleza. Por lo que hablé con el consejo municipal, para tratar de que restauraran el área; pero claro, políticos».

«Así que organicé a los padres y madres del colegio y limpiamos el claro. Logramos que el árbol volviera a tener su belleza. Aún sigue ahí».

—Me alegra escuchar eso —comenté.

—Pero lo más hermoso que han hecho por el señor Kobayashi, fue lo que hizo Alex.

—¿Alex? —pregunté sorprendida.

—Sí, Alex. No me digas que te olvidaste de Alex Díaz.

«¿Cómo podría?»; me dije en la mente. Apenas anoche pensaba en él».

—Claro que recuerdo a Alex. Lo que me pregunto es que pudo haber hecho.

Tía Clara se sentó a la mesa frente a mí.

—No sé si lo sabes —comenzó a contarme —, pero Alex es hoy un gran fotógrafo y trabaja para una revista de viajes. Creo que se llama Round World. Ha viajado por el mundo y puedes ver sus fotos en internet. Y como siempre, son preciosas.

Me quedé callada y me enternecí de saber que Alex cumplía su sueño.

—Pues la cosa es —continuó tía Clara —, que Alex viajó a Japón con una rama del cerezo, la puso frente a la tumba de la señora Kobayashi y le tomó una hermosa foto que le envió. ¡Fue un gesto tan hermoso! Cuando el señor me la mostró se le salieron las lágrimas. Y a mí también.

Yo también estaba a punto de llorar. Cualquiera que no conociera a Alex, pensaría que es un egoísta y engreído, pero en realidad era un ser humano de gran corazón. Tierno y sensible. Pensando en esto, se me estrujó el corazón y mis ojos se inundaron.

—¡Tía! —repliqué sonriendo y llorando a la vez —. Es muy temprano para llorar; ¿no crees?

Una hora más tarde, estaba sentada en el banco que el señor Kobayashi había construido bajo el cerezo, sus flores colgaban de este agitadas por la suave brisa del bosque y algunas formaban una pequeña alfombra en el suelo. Vi que todo estaba muy bien cuidado por los vecinos e incluso habían añadido un letrero que leía: Parque de Paz Kobayashi.

Ladrón de Besos(Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora