Represalias

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Alexander

Dos semanas después estaba, otra vez, en la oficina de la directora. «Sí. Ya sé lo que piensan: "¿Qué carajos hizo ahora?"»

—Yo no hice nada, señorita directora —respondí a su pregunta.

La boca de Karen se abrió incrédula de que negara mi culpabilidad.

—¡Mentira, señorita! ¡Tuvo que haber hecho algo! —Exclamó la chica como una energúmena señalando su pierna, con una bolsa de hielo a la altura de la espinilla.

Pero la señorita Millet levantó la mano mostrando la palma de esta, justo en el momento en que iba a replicar la acusación.

—A ver. Resumamos de nuevo —dijo suspirando y mirando al grupo reunido en su oficina.

Karen me acusaba de haber provocado que se lastimara la pierna y un par de sus amigas la apoyaban en ello.

—Todo comenzó cuando la amiga de su sobrina me amenazó —dijo Karen frente a Marie, que estaba presente.

—Sí —secunda una de las amigas de Karen —. Le dijo que había provocado la caída de Loryann, y que, aunque no lo podía probar, que esperara la venganza de Alex, porque ahora son novios.

La chica reflexionó en lo que acababa de decir como si no lo creyera, antes de añadir:

—¿¡Eso es cierto!?

La directora se quita los lentes y se toma el tabique de la nariz.

—Eso fue hace dos días —continuó Karen —. Ayer Nancy Campbell, se nos cruzó en el camino y me miró con lástima. Y... y... y luego sacudió la cabeza.

Nancy, quien también estaba presente, se sonrió para sí con los brazos cruzados. La directora no podía creer como relacionaban todo eso con el hecho.

—Vayan al grano, chicas —dijo impaciente —. ¿Qué tiene que ver todo eso con lo sucedido?

—¡¿No lo ve?! —exclama la acusadora —. ¡Obviamente me estaban amenazando!

—¡Por Dios! —exclamó la directora.

El rostro de Karen mostró algo de confusión antes de proseguir.

—El caso es que hoy, en el comedor. Tomo mi bandeja y comienzo a caminar hacia las mesas y en el camino, me topo con... con... con él —dijo señalándome.

—¿Y qué hizo? —preguntó la tía de Lory.

La chica bajó la mirada como si tratara de recordar algún detalle. Luego, en apenas un susurro respondió.

—Nada. Solo me miró muy serio y continuó comiendo.

—¿Y tú qué hiciste?

—Seguí mi camino lo más rápido que pude para alejarme de él, sin dejar de observarlo. No quería que fuera a tirarme con algo o a oprimir algún botón o... una de esas cosas que hace en sus bromas.

—Y así fue como TÚ, te tropezaste con el banco de una mesa. TÚ, te caíste sobre la bandeja. Y TÚ, te lastimaste la pierna —concluye la señorita Millet, antes de añadir —: ¿Y quieres que castigue a Alexander por?

Karen no supo qué responder. Con una segunda vez de haber resumido la situación, se dio cuenta de que, aunque yo fuera de alguna forma inverosímil, culpable de su humillante caída en medio del comedor lleno de estudiantes que comenzaron a reírse de ella cruelmente; no lo podía probar.

Por lo que al final, con su uniforme todo manchado y la pierna lastimada, se retiró en su derrota llevada por sus amigas de regreso a la enfermería.

Ladrón de Besos(Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora