7. Prueba de confianza

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Capítulo 7

"Prueba de confianza"

BAX

Sonidos ininteligibles y lejanos lo despertaron. Abrió los ojos poco a poco, la iluminación en su lugar sobre el sofá no era tan brillante como a otras horas. La noche había entrado más allá del ventanal al fondo de la habitación.

Llevó una mano a su cabeza, sentía un dolor agudo en el costado. Sus dedos tocaron algo espeso y pegajoso en su cabello. Debía ser sangre, lo confirmó al poner sus dedos en su campo de visión.

Entrecerró los ojos y parpadeó varias veces debido al dolor. No sentía fuerzas para ponerse de pie, y después de incontables intentos de escape aprendió la lección. Volverían a golpearlo, lo drogarían y dormirían por otro par de horas.

Los sonidos ininteligibles y lejanos fueron cada vez más claros, se trataba de voces. El líder de sus secuestradores lo había mantenido todo el día en ese sofá, burlándose de lo débil que era y de que, a pesar de estar desatado y sin la venda en la boca o los ojos, no podía gritar.

Era inútil. Nadie escucharía.

Las voces se callaron unos instantes, se habían dado cuenta de que él despertó. Una risa ronca resonó en el lugar, era la del asqueroso líder con la cicatriz atravesándole la mejilla.

Cuando lo vio por primera vez sintió dolor solo de pensar en lo que alguien tenía que hacer para obtener una herida que dejara una cicatriz tan grande y fea.

—¡Vaya! Pero si mi premio ha despertado —rio de nuevo el hombre.

Bajó la mirada al suelo, prefería no mirar demasiado la cicatriz, le resultaba más desagradable la cara del tipo que cualquier cosa que hubiera visto desde que lo llevaron a ese lugar.

Las primeras horas en las que estuvo drogado y con los ojos cerrados no dejó de patear una lata que su pie encontró. Quienes lo vigilaban le gritaron, lo insultaron y hasta golpearon un par de veces para callarlo, pero prefería morir que encontrarse en esa situación.

Y la que le esperaba si lograba escapar, o su padre lo encontraba.

Temía a la furia de Will cuando supiera de la estúpida broma por la que fue secuestrado. No soportaría la mirada de decepción de su padre, ni la culpa de encontrarse todos los días con el guardaespaldas al que engañó para que lo acompañara.

Quería saber cómo se encontraba. Escuchó un disparo la mañana antes de ser capturado, su corazón se aceleraba y comenzaba a sudar cada vez que lo recordaba y la idea de que alguien pudiera morir a causa de un estúpido juego suyo solo lo hacía caer en la desesperación.

Se levantó tantas veces de la asquerosa cama en la que lo tenían que, rendidos y furiosos, los hombres que lo vigilaban terminaron por llevarlo con el jefe.

ImpurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora