Capitulo 26. ¿Rendirme? eso es para perdedores

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Tomó el pedazo de hoja de la mano del moreno que la dejo caer con pesadez, y la miró serio. No era más que una hoja de cuaderno arrugada, ¿Qué podía  tener de importante? La desarrugo con los dedos y la abrió con cuidado; estaba un poco maltratada y con los dobleces marcados, seguro por tantas veces que Román la había abierto para leerla.

La miró por un par de minutos: esas letras casi de molde, los corazones que sustituían los puntos de las “i”, esa era la letra de su novia. La leyó varias veces y  es que aunque debería de sentirse bien pues Kim había escrito con su puño y letra que lo prefería por sobre Román, saber que sentía algo por el moreno, quien seguía balbuceando cosas sin sentido a su lado, lo hacía sentirse inseguro como si en cualquier descuido Román se la fuera a robar.

-¿ves cómo me quiere?- se rio Román sacándolo de sus pensamientos.

-según lo que leí, a mí me quiere más-le contesto el rubio devolviéndole su hoja que rápidamente dobló y regreso a su bolsillo.

-no lo creo- susurró con el ceño fruncido. Beck puso el auto en marcha.

-¿y entonces esto se volverá una lucha?- preguntó divertido el rubio viendo por el rabillo del ojos a su acompañante.

-a menos que quieras rendirte-

-¿Rendirme? eso es para perdedores- se burló el rubio.

-de cualquier modo perderás…- el borracho vio hacia la ventana.    –Si tan solo no estuvieras, Kim sería feliz conmigo- sus palabras apenas se distinguían.

-pero estoy- lo calló el rubio un poco molesto.

-no por mucho tiempo- se volvió a reír el moreno.  –cuando sepa que la engañas-

-¡yo no la engañó!- frenó el auto de golpe provocando que este produjera un estridente chirrido.

-no mientas- dijo señalándolo con su dedo.  –te escuche cuando hablabas por teléfono, dijiste que ella no sospechaba nada y que la verías hoy en la noche… ¿Qué dices a eso?-

-que no era una chica, sino mi hermano al que veré en la noche cuando regrese y que me va a ayudar a darle una sorpresa a Kim pues en un par de semanas se va a Japón-

-ohh… eso tiene mucho sentido- dijo el moreno pensativo.

-idiota- susurró Beck con cara de fastidio.  –bien, ¿Dónde vives?-

-¿Qué?- el moreno lo miró confundido.

-si ¿Dónde vives? Para que te lleve a tu casa- le dijo obvio.

-NO- grito el borracho alterándose.  –no puedes llevarme a mi casa que mis padres me matarán si me ven así-

-¿y entonces a dónde quieres ir?- no entendía por qué lo estaba ayudando, debería de haberlo dejado tirado en el suelo, pero no, tuvo que ganar su lado bueno.

-no se… vamos a un callejón para que me mates y te libres de mi- se volvió a reír.

-ni lo digas que te tomó la palabra- el moreno soltó otra sonora carcajada.  –pero entonces ¿A dónde te llevo?-

-yo que se- se quejó el moreno con mala cara.

Beck manejo sin rumbo por alrededor de 15 minutos cuando llegó a un pequeño parte, llenó de niños corriendo y gritando felices a sus padres que con cara de cansancio  los cuidaban sentados en las bancas más cercanas al área de juegos.

-bien, bájate- le dijo después de estacionar el auto en una esquina.

Román bajo el auto en un tropiezo y siguió a Beck que caminaba con los lentes de solo puestos y  encendiendo un cigarrillo. Al moreno aun le costaba mantenerse de pie por lo que Beck lo tuvo que ayudar a caminar hasta que se sentaron en un par de columpios que estaban vacíos y al instante los padres se llevaron a sus hijos a jugar a otro lado mientras fulminaban a los chicos con la mirada.

-entonces… si eres el novio perfecto- dijo Román suspirando.

-eso parece- sonrió el rubio dando una fuerte aspiración a su cigarrillo.

-me la pones difícil-

-esfuérzate  un poco- se río Beck abriendo la cajetilla para que Román tomara un cigarrillo y dándole su encendedor.

Román balbuceo algo sin sentido antes de meterse el cigarrillo a la boca y encenderlo, después de un par de minutos regreso el encendedor y liberó  una gran y densa nube humo. Se quedaron callados, el cigarrillo de Beck se consumió por completo por lo que lo aventó al suelo y lo piso para apagarlo, pocos minutos después Román lo imito solo que a diferencia del rubio no encendió otro.

-es una lástima- pensó en voz alta el moreno, quien estaba ya un poco más sobrio.

-¿Qué cosa?- pregunto el rubio sin mirarlo.

-si la situación fuera diferente… podríamos ser buenos amigos- contesto riendo.    –Ahora que te conozco veo que no eres tan malo- Beck se rio tambien.

-de habernos tratado antes- ironizó el rubio.

-sí, nunca nos habríamos llevado  bien- razonó el moreno. Y era cierto, ellos llevaban más de cinco años de conocerse, de estar en la misma escuela más no en el mismo grupo. Pero nunca habían congeniado en nada, desde siempre se habían peleado hasta por cualquier mínimo asunto. Que ahora se llevaran bien solo significaba que tenían algo en común, algo en lo que congeniaban y es que ambos estaban enamorados de una chica confundida que no sabía a cual de los dos elegir.

-sí, somos como enemigos jurados- dijo con malicia el rubio.

-por todo tenemos que luchar, hasta por una chica- los dos se rieron.

-pero en un par de semanas ya no importara más- dijo Beck

-se ira- la cara de Román paso de una sonrisa a una cara de dolor en cuestión de segundos.

-estudiara en Japón por al menos 5 años ¿Qué piensas hacer? ¿Esperarla?-

-no… pienso irme con ella- el moreno lo miró con una sonrisa.  -¿tú que planeas? Digo después de todo es tu novia… por ahora-

-quedarme- dijo sin dudarlo.  –ya tengo planeado mi futuro aquí-

-¿tú crees que yo no? Pero lo dejaría todo por ella- dijo un muy seguro Román.

Beck se quedó callado pensando, no estaba seguro su dejaría su país, su mundo, sus conocidos, sus planes, su hermano ni su vida por seguir a Kim a un país que en su vida había conocido sobre todo cuando solo escuchaba balbuceos al oír al alguien hablar en japonés. Amaba a la chica, lo sabía muy bien ¿pero dejarlo todo por ella? Eso era ya algo serio,  eso debe de ser el “amar” al que se refería el taxista.

 Y después de todo dijo que sí amas algo déjalo ir, no persíguelo hasta el fin del mundo ¿no? Si su amor era enserio aguantaría  todos los obstáculos que se les interpusieran, incluyendo los miles de kilómetros de distancia que los iban a separar, por lo menos durante la universidad… ¿a quién engañaba? Nunca creyó en el amor y menos a distancia.

Pero no importaba, porque él no se rendiría. Lucharía por Kim y luego verían, juntos, que hacer. Pues rendirse, rendirse es para perdedores.

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Hola...

bueno aqui esta un nuevo capitulo, se que me he tardado mucho pero al fin subi algo auque sea corto. Espero que les guste.

Ya tego todos los capitulos bien planeados (de una vez les digo que son 35) por lo que  me tardadere menos en subir o al menos esa es la idea.

Besos.

Monster... perdón Anna :D

¡¡BICHO RARO!!Where stories live. Discover now