AMOR DE PREDESTINADOS

798 116 36
                                    

Dazai y Chūya dejaron esos pensamientos de lado, y se dirigieron a la escuela abandonada con rumores de fantasmas de Yokohama. Querían divertirse sintiéndose exploradores, tanto se tomaron su papel, que incluso compraron linternas, almuerzo, y prepararon sus mochilas para ir a su investigación paranormal la noche de ese mismo día.

— Papá no quería dejarme venir, pero lo convencí. Le dije que si me llamaba iba a contestarle el teléfono.

Dijo Dazai, adentrándose al colegio embrujado trepando la barda. Chūya no tuvo dificultades con ayuda de su habilidad.

— Yo tengo suerte de que mis padres estén en Estados Unidos ahora. Sino, no me hubieran dejado venir, mucho menos si supieran que soy un Omega y podría estar en peligro.

Finalmente ingresaron al interior del colegio. Estaba oscuro, y eran pocas las luces que todavía encendían.

— Hicimos bien en comprar linternas, Chūya.

Chūya no respondió, lo que hizo que Dazai volteara hacia atrás para ver qué sucedía.

Ahí estaba el chico pelirrojo tratando de desencadenar a un pequeño cachorro canino de raza Pomerania, que se quejaba de dolor.

— ¡Chūya!

Se acercó hacia él para ayudarlo. Parecía que el cachorro tenía más de tres días ahí atado a las cadenas, sin alimento ni agua, era un milagro que siguiera vivo.

— Está atado muy fuerte, Dazai. Ayudémoslo. No podemos dejarlo aquí, va a morir... Me lo quiero llevar a casa.

Se esforzaba Chūya por desatarlo hasta que finalmente lo logró. El cachorro se refugió en él de una manera especial, sin conocerlo, pero agradecido por la ayuda. Chūya lo acariciaba para darle cariño, y se sentía triste por él y por las condiciones en las que fue encontrado.

— Es tan chiquito, Dazai.

— Pero si estaba atado, es porque es de alguien que seguramente volverá por él. No puedes llevártelo, Chūya. Podrías meterte en problemas.

— Son malos dueños. No puedo permitir que lo dejen morir de este modo, solo y con hambre.

Dazai suspiró con cansancio, sabiendo que no ganaría esta vez.

— Bien. Si nos descubre el dueño, asumirás el problema.

— Lo haré.

🌌

La exploración había Sido un éxito para ellos. No encontraron nada parecido a un fantasma, pero sí algo muy interesante: un cepillo con cabellos pelirrojos, del mismo tono que el color de cabello de Chūya, ropa, y un viejo colchón en una de las aulas.

Dazai había acompañado a Chūya hasta su casa, ayudándole a llevar al pequeño cachorro en brazos.

— Tu casa es muy bonita, Chūya. A ver cuándo me invitas a cenar.

Chūya tosió a propósito. Por alguna razón, se estuvo sintiendo extraño la estar cerca de Dazai. Una conexión especial que no tenía explicación, simplemente se trataba del Alfa y Omega predestinado que todavía no lograban comprender del todo. Así es como comenzaba, antes del inicio del celo.

— T-Tú me dices que día quieres venir a cenar, y yo preparo todo aquí en casa...

Respondió tímido, sus mejillas estaban rojas y su corazón acelerado. El enamoramiento de Alfas y Omegas predestinado así era, rápido, vergonzoso, pero jamás decepcionante.

Dazai sonrió. Se aproximó a Chūya, lo abrazó, y al separarse, le robó un tierno beso en los labios, para luego entregarle al cachorro arropado entre trapos.

— Estoy seguro de que Chūya cocina delicioso. Descansa bien, Chūya.

Se retiró.






Recordemos que Ryū nació mucho después de cuando Dazai y Chūya empezaron a salir. Ellos salían desde los 15, pero Ryū nació cuando ellos ya tenían 20.

EL NOVIO DE MAMÁ [SOUKOKU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora