LOS VERLAINE

3K 392 105
                                    

Chūya y Paul se tomarían un tiempo para hablar después de algunos años sin verse. Había mucho qué decir, pero Chūya era de pocas palabras estando con su hermano mayor.

Se encontraban en casa de Chūya, para hablar con mayor tranquilidad. Ryūnosuke jugaba con Rashōmon y otros peluches mientras ellos platicaban de un asunto algo delicado.

— Chūya, hermanito. Mamá y papá están preocupados por tí. Ellos vendrán pronto a Japón, se quedarán unos días y quieren llevarte a Francia con nosotros. Tienes que venir.

— Me niego.

Intervino serio, sin ni siquiera voltear. Chūya no estaba dispuesto a acatar esas órdenes. Pero el mayor, Paul, no se rendiría tan fácilmente y mucho menos si era su misión.

— No puedes negarte. Sabes que nuestros padres te extrañan mucho y yo también. Queremos vivir en Francia todos juntos y ser felices. Te inscribirán en una universidad de tu gusto y preferencia en aquel país, y a tu hijo podríamos encontrarle una solución.

— ¿Solución? ¿A qué te refieres?

Paul sonrió, se acercó a un entretenido bebé azabache, y lo sostuvo en sus brazos.

— Eres un Omega, Chūya. Seguramente fuiste una víctima más. Mamá se pondrá triste si ve que te quedas con el bebé de un Alfa malo. En Francia hay muchos sitios de adopciones dónde dejar a los niños hijos de Omegas víctimas y...

— Vete.

— ¿Qué? Pero... No he terminado.

Chūya arrebató a Ryū de los brazos del rubio, y lo sentó en el suelo, sobre una alforma cercana.

— Ryūnosuke es mi hijo y tiene que estar conmigo. No me importa si esa mujer se pone triste o no, no le creo nada.

— ¿Chūya? ¿Qué estás diciendo? Mamá te adora, mamá se preocupa por tí, ella...

— Ella no es mi mamá. Ni ese señor es mi padre. ¿Crees que no los escuché hablando sobre mi adopción? Me adoptaron porque les dí lástima después de encontrarme en condiciones críticas en los barrios bajos. ¿Cómo pueden unas personas querer a un hijo que no lleva su sangre? ¡Son unos mentirosos!

Chūya no era un ser débil, pero esta situación en verdad lo ponía sensible de cierto modo. Sus lágrimas brotaban sin parar y resbalaban por sus mejillas. Su voz se ponía temblorosa y no podía hablar más. No recordaba aquellos días de sufrimiento, era bastante pequeño para recordarlo. Pero así fue, fue adoptado por unos padres amorosos de quienes no cree su amor y sólo su compasión y lástima.

Paul se sentía mal y sin saber qué decir o hacer. Cuando Chūya fue adoptado, él tenía ocho años y el pequeño Chūya era sólo un bebé de diez meses de nacido, encontrado en una caja de cartón roto entre los callejones de los barrios bajos después de un terremoto devastador.

El rubio se aproximó a Chūya y lo abrazó. Quería consolarlo por más complicado que fuera, ya que el joven pelirrojo se resistía a corresponder del todo al abrazo.

— Así no son las cosas, hermanito. Ellos te aman, ambos somos sus hijos y fuiste criado por ellos. Son tus padres, nuestros padres que quieren verte.

Chūya no respondió. Iba a limpiar sus lágrimas, pero Paul lo hizo primero utilizando un pañuelo limpio.

Fue en ese momento en el que Dazai se había asomado al interior de la casa luego de ver la puerta semi abierta. Traía un par de bolsas con cosas para compartir, pero se detuvo justo antes de entrar, al ver a ese atractivo hombre rubio que consolaba a Chūya.

Francia es un hermoso país, Chūya. Estoy seguro de que a Ryūnosuke le encantará.

— Francia...

EL NOVIO DE MAMÁ [SOUKOKU]Where stories live. Discover now