After Game • Peter Parker ✓

By -ladymarvel

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| ADVERTENCIA: smut | Después de lo ocurrido en Endgame, nadie es igual, especialmente Heather Potts, cuya... More

AFTER GAME
00 | El regreso
01 | After Game
02 | Niño Araña
03 | El chico de la patineta
04 | Chicle
05 | Detención
06 | ¿Eres hija del presidente?
07 | Haría todo por ti
08 | Conquístalo, rosada
09 | Obra de Otoño
10 | Heather Potter
11 | Nico Minaj
12 | No llores, pero...
13 | Confío en ti
14 | Ahora o nunca
15 | No lo sabes hasta que lo pierdes
16 | Promesa
17 | Tres días
18 | Dos días
19 | Día de la Manifestación
20 | Nuevo miembro
21 | Primera Navidad
22 | Pesadillas
23 | Visto
24 | Otra vez
25 | Perfecto
26 | ¿Buen inicio de vacaciones?
27 | Venecia
28 | Quentin Beck
29 | Cabras bebés
30 | Praga
31 | Nadie es perfecto
32 | "Tristeza extrema"
33 | Un mejor Spider-Man
34 | Londres
35 | Pinky Promise
36 | Primer día
37 | Siempre
38 | Storm
39 | Aún no
40 | El chisme es mi pasión
41 | Sanos y salvos
42 | Misión fallida
43 | Mi Peter
44 | Spider-Men
45 | Reencuentros
46 | Nueva Attilan
47 | Plan
48 | No entiendes
50 | Portales silenciosos
51 | Coney Island
52 | Despedida
53 | Recuérdame
Epílogo

49 | Spider-tubbies

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By -ladymarvel

       —Supongo que estirarte sin límites es divertido... pero yo puedo crear un portal y transportarme a donde sea y cuando sea.

       —Ok, tú ganas. Puedes ir al cine gratis, viaja gratis, robar comida...

      —Eso es vandalismo, Reed, y está mal.

       Ambos se quedaron silencio unos segundos hasta que soltaron una carcajada. Reed se estaba secando una lágrima cuando las puertas del elevador se abrieron. Entraron tranquilos al gran salón, pero se encontraron con el trono vacío.

       —Puede estar durmiendo.—sugirió Reed.

        Cerca del trono, habían unos guardias jugando piedra, papel o tijera.

       —¿Qué mierda?—murmuró Stephen.—¡Hey, ustedes! ¿Saben dónde está Medusa?

       Los hombres se irguieron y pusieron semblante serio.—La reina ha salido a resolver unos asuntos en el pueblo.

       —¿Y nuestros amigos?

       Los guardias fruncieron el ceño.

       —Una mujer y dos hombres algo tontos.—añadió Strange.

       —¡Oh!—exclamaron los guardias.

       —La princesa Crystal los encerró en Las Celdas Medio Profundas y a uno en La Celda Más Profunda.

       Stephen y Reed abrieron los ojos como platos.

       —D-debe haber una equivocación. Ustedes saben que ellos no son intrusos, libérenlos.

       —No podemos.—contestó uno.—Fueron órdenes de la princesa, y todos sabemos que nunca hay que contradecirle.

      Los guardias se giraron, dispuestos a irse.

      —Esperen.—llamó Reed.—Queremos hablar con ella.

       Los tres hombres se miraron entre ellos y rieron fuertemente. Stephen y Reed parpadearon confundidos.

       —Como quieran, humanos.

       El viaje en elevador fue largo, o eso sintieron ambos genios. Parecía que nunca pararía, hasta que lo hicieron en un salón parecido a un jardín. Por un lado habían plantas y por otro televisores. A lo lejos, una muchacha jugaba con un gigante perro.

       —Buen chico, Lockjaw.—rió la rubia.

       —Milady.—llamaron los guardias.—Estos humanos quieren hablar con usted.

       La princesa los observó de pies a cabeza con una ceja arqueada.

       —¿Ustedes qué son? ¿Animadores de fiestas?—se burló.—Están algo viejos para eso.

       Antes que Stephen pudiera responderle, Reed lo detuvo y habló.

       —Princesa, la reina Medusa nos dejó entrar a su bello palacio junto a nuestros tres compañeros. Ha habido un mal entendido y los han encerrado.

       La princesa no respondió, y al ver que ellos tampoco decían nada, frunció el ceño.

       —¿Y yo qué?

       Otra vez, Reed detuvo a Strange.—Usted debe dar la orden para que los liberen.

       La chica soltó una risa sarcástica.—Primero que todo, sus compañeros humanos casi matan a mi perrito...

       —Pues yo lo veo bien vivo.—interrumpió Stephen, señalando a la bestia que perseguía a una mariposa.

       —El cargo por intento de asesinato es de trescientos doce años. Vengan por ese tiempo, mi cielas. Espero que hayan disfrutado su estadía en Nueva Attilan.—dijo la princesa con una forzada sonrisa.—Guardias, llévenlos a la salida trasera, no quiero que mis amigos vean que hubo humanos aquí.

       Los guardias se acercaron, pero la capa de Strange los alejó y él alzó una mano amenazantemente.

       —No hemos terminado.—miró a la princesa, y Reed supo lo que venía.—A ver, mi ciela, creo que no nos escuchaste bien. La reina nos dio permiso de entrar. Ella da las órdenes, no tú, una niña de dieciséis años que sólo le importa pintarse las uñas y la opinión de sus amigos, quienes sólo hablan contigo porque eres princesa y millonaria. Te lo repito con palabras fáciles, tú no eres la reina y no tienes poder sobre ella, así que saca a mis compañeros de esas malditas prisiones porque estos animadores de fiestas deben salvar nuestro mundo (nuestro significa tuyo y mío, te lo aclaro) de un ser cósmico o tú y tu hermosa ciudad desaparecerán antes que puedas pronunciar "Quiero ser influencer, mamá".

       Reed lo observó impactado, algo asustado y algo orgulloso. La princesa se quedó inmóvil, mirándolo igual de impactada. Los guardias se acercaron molestos a los humanos, pero ella los detuvo.

       —Alto, no los lleven a la salida.—dijo la chica con una sonrisa tímida.—Mi mamá está muerta... ¡llévenlos a la gillotina!

       —¿Qué mierda?¿Qué mierda?—exclamó Reed asustado.—Mis poderes no sirven.

      —En este piso no funcionan.—avisó Crystal.

       —Por el amor de Thor, decidan si en todos los pisos estará prohibido o no. Aprendan a ordenar.—gritó Stephen, se giró y miró con pánico a Reed.—¿Sabes pelear?

       —Algo, ¿tú?

       —Eh, sí, algo.

       Ambos empezaron a lanzar golpe tras golpe, defendiéndose de los guardias e intentando acercarse al elevador. La princesa Crystal bufó al ver lo que sucedía y con un simple movimiento de la mano, mandó a todos volando por los aires. Algunos guardias quedaron inconscientes, pero Stephen y Reed sólo perdieron la respiración.

      —Inútiles humanos. Creen que pueden venir a mi palacio y contradecirme.—rió la chica, caminando lenta y malvadamente hacia ellos. Con otro movimiento, la electricidad que controlaba al elevador se fue, y bolas de fuego se formaron en sus manos.

       —Creo que este es el fin.—murmuró Reed con la respiración entrecortada.

       Pero antes que pudieran morir rostizados, una puerta voló y tumbó a la muchacha. Ben salió de las escaleras de emergencia y miró todo asustado.

       —¡¿La maté?!—preguntó.

       Stephen se levantó y ayudó a Reed.—Ese es el menor de nuestros problemas.

       —¡Escaleras de emergencias!¿Cómo no lo pensamos?—suspiró Reed.

       Los tres corrieron escaleras abajo, esperando ver un cartel que indicara dónde estaban sus amigos.

      —¿Cómo supiste que estábamos en peligro?

      —No lo sabía.—respondió la Mole.—Estaba descansando tranquilamente en la nave cuando escuché balazos y gritos, lo siguiente que supe fue que estaba viviendo la revolución de Nueva Attilan. Vine corriendo, posando sensual por si alguien tomaba fotos.

       —¿Qué?—exclamaron ambos.

       —¡Esas fotos pueden aparecer en noticieros o libros de Historia!—se defendió.

       —Eso no, idiota. ¿Attilan está en guerra? Por eso la reina no está aquí.—dijo Strange.

       —Espera, ¿y la nave?—preguntó Reed.

       —Ah, eso...—la Mole rió nervioso.—La dejé por unos segundos y cuando regresé estaba en llamas.

       —¿Y ahora cómo nos iremos?—clamó Reed sobresaltado.

      Stephen abrió una puerta, encontrándose con miles de gritos provenientes de todo tipo de seres encerrados en celdas.

      —Un paso a la vez, Richards. Hay que encontrar a Tony y los demás.

       Caminaron por los pasillos hasta encontrarse con cuatro guardias, quienes iban a atacarlos hasta que vieron a la Mole.

      —Hola, si no quieren que mi amigo los aplaste, llévenos a Las Celdas Medio Profundas.—dijo Stephen con el tono de voz más amable del mundo.

       Los guardias asintieron y entraron al elevador. Bajaron y bajaron miles de pisos.

       —¿Esto no es una ciudad flotante?

       —Nunca pensé decir esto, pero ojalá esa puerta la haya matado.—Reed le murmuró al brujo, refiriéndose a la princesa.

       Las puertas se abrieron y entraron a otro pasillo de celdas.

       —S-sus amigos e-están al fo-fondo.—titubeó un guardia y, junto a los demás, huyó.

       —Deben haber ido por refuerzos, hay que apurarnos.—dijo Strange.

       Los tres corrieron, buscando en cada celda por sus amigos. En una de las últimas, Johnny se encontraba recostado en la puerta de su celda.

       —Porque estoy solito, no hay nadie aquí a mi lado.—cantaba.

       —¡Esa horrenda voz y cara son de Johnny!—exclamó la Mole entusiasmado.

       El rubio pareció escucharlos y miró a todas partes hasta verlos.

      —¡Ben! Y los demás... ¡pero Ben, estás aquí!

       Reed agarró las barras.—¿Dónde está Sue?

       Ninguna respuesta fue necesaria, pues en la esquina de la celda, la rubia abrazaba fuertemente sus piernas contra su pecho.

       —No son una ilusión, ¿verdad?—murmuró Johnny, tocando la mejilla de su cuñado.

       Este se alejó incómodo.—¡Sue!

       La mujer alzó su cabeza rápidamente y corrió a las barras.—¡Tienen que sacarnos de aquí antes que el polen los afecte!

       —¿Qué polen?

       —Es mejor no averiguarlo.—dijo Stephen.—Ben, rompe esto.

       La Mole obedeció y jaló fuertemente las rejas hasta sacarlas por completo.

      —Oh, qué bueno que llegaron. Nos iban a mandar a la prisión de Attilan.—dijo Sue, abrazando a su esposo.

       —Hay que ir por Tony.

       Justo al decirlo, se escuchó un fuerte estruendo. El grupo giró asustado. Cuando Ben rompió la celda, accidentalmente tumbó todas las rejas de las celdas del lado izquierdo. Monstruos e inhumanos empezaron a gritar y correr, tropezándose torpemente por culpa del polen.

       —Oh, no...

       —¿Cómo vamos a encontrar a Tony Stark?—lloriqueó Johnny y se recostó en el hombro de Strange.—Cárgame, Potter, no tengo piernas.

       —Están drogados.—notó Reed.—Ben, lleva a Johnny. Yo cargaré a Sue. ¿A cuánto creen que estemos de La Celda Más Profunda?

       —Bueno, sólo debemos restar "La Celda Más Profunda" menos "Las Celdas Medio Profundas" y dará: ¡no tengo puta idea, Richards!—gritó Stephen mientras entraban a las escaleras de emergencia.

       —¡No me grites porque me estreso!—respondió Reed.

       —Espera, ¿dónde está el Nulificador?—preguntó el hechicero, dejando de bajar.

       —En mi bolsillo.

       —Oh por... Algo tan poderoso y lo tienes en un lugar tan desprotegido.—musitó Stephen.—Como sea, en la terraza mis poderes y los tuyos funcionaban. Puedo crear un portal que nos lleve a Tony.

       —Ok, pero eso debe estar a muchísimos kilómetros. Debemos usar el elevador.

       —Subamos unos pisos y entremos a uno que no tenga celdas.

       Subieron escaleras por casi diez minutos hasta que el ruido y los gritos dejaron de escucharse. Entraron a un piso cualquiera.

       —Creo que está vacío.—notó Reed, pues había un silencio absoluto.

       —Crees mal.—murmuró Ben.

       Cerca al elevador, estaba Lockjaw, el gigante perro de la princesa Crystal, mirándolos inocentemente.

       —Esperen.—dijo Reed.—He leído de este animal. Es el teletransportador de la Familia Real.

       —Perfecto, sólo hay que subirnos a su lomo y esperar que no nos coma.—dijo Ben con sarcasmo.

       Stephen negó.—Tal vez si todos lo tocamos nos lleve.

       Los tres se acercaron y el perro los observó tranquilo. Pusieron un dedo en su pelaje.

       —Llévanos a La Celda Más Profunda.

       Apenas Reed lo dijo, aparecieron en una habitación con luces y paredes blancas. En el centro estaba Tony amarrado con miles de cadenas y mirando perdidamente al suelo.

       —Ehm, creo que estamos literalmente dentro de la celda.—dijo Reed.

      Alarmas empezaron a sonar, avisando sobre los intrusos.

       —Ayúdenme con Tony.—pidió Strange y entre los tres arrastraron al morocho hasta al perro.

       —Llévanos a la entrada del palacio.

      Igual que la vez anterior, el grupo se teletransportó al lugar pedido. Tony empezó a respirar pesadamente, tomando bocanadas de aire.

       —Quítenme... las...—jadeó.

       Strange cortó las cadenas con sus poderes y Tony cayó al suelo. Presionó su corazón y pudo volver a respirar.

       —¿No podías respirar todo este tiempo?—preguntó Ben preocupado.

       —Esa celda... me dejó como si estuviera en pausa.—murmuró Tony. Abrazó fuertemente al brujo.—Nunca más te acompañaré a salvar al mundo.

       —Tenemos que asegurarnos que el perro regrese a salvo o la Familia Real nos perseguirá hasta el fin de nuestros días.—dijo Reed.

       —Pues no hay guardias y las puertas están abiertas.—señaló Strange.—Pero deberíamos dejar una nota para que la reina sepa que no quisimos matar a su hermana.

       —¿Mataron a la niña?—exclamó Sue con los ojos abiertos de par en par.

       —No... bueno, no sabemos—respondió Reed.—¿Alguno tiene un papel y lápiz?

       —Obviamente no...—comenzó a decir Stephen.

       —Yo tengo.—interrumpió Ben y todos lo miraron confundidos.—No tengo lápiz, pero sí un crayón verde.

      No quisimos herir a la princesa, fue defensa propia. Suerte con su revolución, y garsias por el Nulificador Supremo.

       Fue la nota que escribieron y dejaron en el collar del perro antes de meterlo al vestíbulo del palacio. Stephen abrió un portal que los llevaría a la mansión Stark.

       —¿Nadie va a decir nada sobre cómo Strange escribió mal gracias porque nunca lo dice?—rió Tony y Ben lo empujó al portal.

       Estaban en la oficina del millonario, donde hace unos días Stephen y Miles habían aparecido y todo la película comenzó... es decir, la aventura.

       —Los niños deberían estar aquí.—dijo Strange.

       —Parece que no somos los únicos dejando notas como si viviéramos en el siglo XIX.—dijo Susan, señalando una nota en el escritorio.

       Tony lo leyó y ahogó un grito.—Dice que fueron a por Kingpin.

       —¿Y tu familia?—preguntó Stephen.

       —Oh, dice que están en búnker y debería ir a verlos... pero lo importante es que Peter y Miles fueron contra Kingpin, ¡y no explicaron por qué o en dónde!

       —Mucho texto.—gimió Johnny, quien estaba recostado en un sillón, jugando con una muñeca que Morgan dejó.

Stephen le dio un apretón en el hombro a Tony.—No hubieran ido si no supieran de lo que son capaces. Confiemos en ellos.

       —Tienes razón.—murmuró el morocho.—Confiemos en dos adolescentes que no han llegado a la pubertad y tienen las voces más agudas que he escuchado en mi vida.

       —¿Qué es este lugar?

       —Es una universidad abandonada. La entrada es por atrás.

       —Ya sabes, si haces un movimiento sospechoso, prendo los explosivos.—amenazó Heather.

       Sinthea tocó incómoda los miles de explosivos amarrados en su abdomen y asintió.

       —No la vamos a matar de verdad, ¿no?—susurró Miles.

       —No, sólo aparentamos ser crueles y serios.—susurró de vuelta la rubia.

       —Pónganse sus máscaras.—ordenó Peter.

       Los tres Spider-Men se pusieron sus máscaras y Sinthea, quien tenía su escotado traje rojo con negro y altas botas rojas, saltó del edificio hacia la guarida.

—Somos como ABBA, o las Tortugas Ninja.—susurró Miles.—O Las Plásticas, o Blackpink, o Teletubbies. Podemos llamarnos Spider-tubbies...

Heather tapó su boca.—Cállate, Tinky-Winky.

Caminaron por las sombras hasta llegar a la parte trasera del lugar. La pelirroja abrió un poco la puerta y asintió.

       Peter pateó la puerta y entraron en pose de superhéroe. Un musculoso hombre rubio trapeaba tranquilamente el suelo, pero al verlos ahogó un grito.

       —¿Sinthea?¿Qúe haces con...?

       Antes que pudiera terminar, Sinthea lo lanzó al suelo, sosteniendo sus brazos en su espalda y pegando su rostro contra las baldosas.

       —Cállate, Bob. ¿Dónde están los demás?

       —E-en el gimnasio, la reunión ya va a empezar. Ouch, suéltame.—respondió Sentry intentando soltarse de su agarre.

       Ella lo soltó, pero Heather le tiró una telaraña a sus manos, Miles a los pies y Peter a su boca.

        —Uh, eso debió haberle roto un par de dientes.—murmuró Miles.

       —Sí, perdón. Debí hacerlo un poco más lejos.—admitió Spider-Man.

       Lo cargaron, lo metieron en un armario y lo encerraron con más telarañas. Los cuatro siguieron su camino por el gran pasillo lleno de casilleros hasta llegar al gimnasio.

       —Recuerden hacer la pose épica.—susurró Miles.

       Esta vez, Heather pateó la puerta y se encontraron a nueve villanos sentados en sillas y conversando tranquilamente. La primera en notarlos fue Emma Frost, quien ahogó un grito avisando a todos.

       —¡Venimos en paz!—exclamó Peter y, junto a sus compañeros, alzó ambas manos.

       —¿Tres Spider-Man?—dijo Moonstone sorprendido.

       —¡Y Sinthea!—gritó Bullseye.

       —Somos "Los intereses amorosos de Peter, Peter y Miles".—dijo Miles y sus dos amigos lo fulminaron con la mirada.

      —Acordamos que ese nombre no iba.—susurró Heather.

       —Nos traicionaste.—musitó Daken decepcionado.

       —Deben escucharlos.—se defendió Sin.

       Los villanos bajaron un poco sus armas, aún pendientes de cualquier movimiento sospechoso. Heather se quitó la máscara y todos ahogaron un grito.

       —Sí, hola, regresé. Ahora escúchenme: Galactus no es quien ustedes creen. No va a perdonarlos, ustedes no son más que peones en su juego. Va a comerse todas las Tierras en el multiverso, ¿dónde creen que ustedes quedarán?¿En la Luna?¿Y a quienes atacarían, matarían o robarían allá?—contó Heather.

       —Podemos ir a otro universo.—sugirió Hood.

       —Te desintegras al estar en un universo equivocado.

       Justo en ese momento, Miles convulsionó, miles de colores y formas saliendo de su cuerpo, y soltó un gruñido de dolor.

       —Así mismo.—señaló la rubia.—Gracias por la demostración.

       —Oh, de nada.—contestó Miles, aún temblando.

Peter rodó los ojos.—La única solución es unirnos y pelear contra Galactus.

       Los villanos compartieron una mirada dudosa y bajaron sus armas.

       —Bueno, eso tiene algo de sentido.

       De repente, las gigantes ventanas del gimnasio se rompieron y ocho personas entraron.

       —¡Tocan a esos niños y les corto las pelotas!

       —¿Dientes de Sable?

       El mencionado bajó sus garras y sonrió.—Oh, hola, Emma.

       —Mag, te dije que esperaras a la llamada.—le dijo Heather a Magneto.

      —Perdón, Venom y Carnage empezaron a desesperarse.

       —¿Desde cuándo le dices Mag?—Peter le susurró a su novia.

       —Ahora somos mejores amigos.—bromeó Heather.

       Magneto había conseguido convencer a Venom, Carnage, Dientes de Sable, Dark Phoenix, Abominación y Juggernaut, esos dos últimos del mismo tamaño que Hulk.

       —Sé que es difícil confiar en los Vengadores o asociados con ellos, pero tienen razón en esto.—le dijo Magneto a los villanos.—Galactus es muy peligroso y poderoso...

       —Y nos dará de su poder.

       Todos giraron hacia la voz. Kingpin los miraba a todos desde el balcón del segundo piso.

       —¿Saben qué pasará si nos unimos y derrotamos a Galactus? Nos mandarán a la cárcel.—dijo el tipo.

       —No. Actuaremos como si nada hubiera sucedido. Si quieren lean mi mente.—insisitió Heather.

       Emma se acercó a la niña, quien rodó los ojos al verla, pero dejó que hiciera su trabajo.

       —Dice la verdad.—anunció a sus compañeros.

      —Oh por dios, de seguro Emma es parte de ellos y nos traicionó al igual que Sinthea.—exclamó Kingpin.—No le crean a dos estúpidas mujeres.

       —No le crean a alguien que es capaz de matar a su propia hija para llegar al poder.—corrigió Peter. Si las miradas mataran, el castaño hubiera acabado con el padre de Heather.

       Los villanos (del grupo de Kingpin) no sabían qué hacer. Por un lado, los adolescentes tenían razón, pero sus lados malvados sentían desconfianza de ellos.

       —¿Deberíamos rebelarnos?—preguntó Namor.

       —En sí ya somos rebeldes, así que... ¿por qué no?—dijo Gorgon.

       Emma, Moonstone, Bullseye, Escorpión y los demás villanos se voltearon hacia Kingpin y sacaron sus armas.

       El hombre bufó.—Suerte.

       Y al salir por una puerta, gigantes monstruos dorados aparecieron en el gimnasio y empezaron a atacarlos.

       —Niña, no me dijiste que pelearíamos contra Doom.—exclamó Magneto mientras peleaba.

       —Oh, rayos.—murmuró Heather.

       —¿Quién es ese?—preguntó Peter, jalando a su novia lejos de la batalla.

       —Imagina a Thor, pero diez veces más poderoso y siendo un brujo.

       Peter bufó.—Ok, eso es malo. Pudiste decirnos antes.

       —Pensé que él sería igual que Magneto y se uniría a nosotros.—dijo Heather, temblando nerviosa al pensar qué sucedería si su plan no funcionaba.

      —Vamos por Kingpin, yo te cubro.—El castaño le dio un leve empujón y ambos corrieron por toda la pelea, evitando y defendiéndose como podían.

      Salieron del gimnasio y avanzaron por los pasillos de la universidad hasta las escaleras, donde caminaron sigilosos en busca de señales. Heather detuvo a Peter y señaló una puerta. Por una pequeña ventana se veía a Kingpin de espaldas. Podía ser una trampa, pero debían arriesgarse.

       —Espera.—susurró el castaño. Agarró el brazo de la chica, la giró y le dio un profundo beso.

      —Pete, no es el momen...—Heather se vio interrumpida por un cuchillo siendo enterrado en su abdomen.

      Peter lo dejó dentro y caminó hacia atrás, viendo como la rubia gemía y se intentaba quitar el arma.

       —Me sorprende que seas mi hija. Eres tan estúpida.—rió Kingpin, apareciendo atrás de Peter junto a su esposa y Doctor Doom.

       Este último tenía una mano estirada hacia Peter, controlando su mente. Heather se quitó el cuchillo por completo y cayó de rodillas. Puso sus manos sobre su herida, intentando detener la sangre, pero sólo se manchó más.

       —Tu plan hubiera funcionado si no hubieras estado tan cerrada a todas las posibilidades. ¿Pensaste que las personas más crueles del mundo dejarían todo y se unirían a ti?

       Heather rió seca.—Básicamente.

       Su madre se acercó al inmóvil de Peter y le quitó la máscara. Sus ojos chocolates miraban perdidamente a la nada.

      —N-no, déjenlo.—gimoteó Heather. El dolor empezaba a expandirse por todo su cuerpo.

       —Antes de morir debes ver lo que hiciste.—dijo Kingpin, sacando una pistola y poniéndola en la sien de Peter.—Todo es tu culpa, Heather. Tú lo arrastraste a tus problemas y ahora verás como su vida se...

      —¡SUÉLTALO!

       Heather ya no estaba sufriendo en el suelo. Su cuerpo flotaba y su cabello y ojos se tornaron blancos al mandar a los tres villanos contra las ventanas, las cuales se rompieron y dejaron que ellos cayeran en el gimnasio. Los monstruos dorados desaparecieron y Peter salió de su trance. Miró confundido a su alrededor hasta ver a su novia.

      —No, no, no.—murmuró, corriendo hacia ella.—No, otra vez.

       Pero esta vez, Heather no estaba congelada, como cuando mató repetidas veces a Mysterio sin control alguno de su cuerpo. Frunció el ceño confundida por lo que acaba de decir Peter.

       —¿Qué?

       Peter observó impactado como la chica dejaba de levitar y lo blanco en ella desaparecía.

       —No sientes que te vas a desmayar?—preguntó el chico.

       —N-no entiendo nada.—dijo Heather con voz temblorosa. Se tocó su abdomen y la herida ya no estaba.—No sabía q-que podía hacer eso... ¿pero tú sí?

       —Yo... puedo explicarlo.—Peter intentó tocarla, pero ella se alejó.—Heather...

       —No me toques, n-no quiero lastimarte.

       Antes que Peter pudiera responder, un portal se abrió junto a ellos y Tony, Strange y cuatro personas más entraron.

        Tony suspiró y abrazó al castaño.—Oh, Peter, el rastreador en tu traje funcio...—el morocho dejó de hablar al ver a su sobrina.—¡Heather, estás viva! Con el cabello más corto y con un traje similar al de Peter y no entiendo nada, ¡pero estás bien!

       Se acercó a abrazarla, pero ella retrocedió con miedo. Miedo de ella misma y de lo que era capaz de hacer.

       —Ehm, hay un Doctor Doom inconsciente haya abajo que quiere matarnos, deberían ir a ver.—le dijo Peter a Strange y los desconocidos, excepto a uno.—Espera, ¿Johnny?

       El rubio sonrió.—Hey, Parker, tiempo sin verte.

      —¿Qué? ¿Eres un superhéroe o...?

      —Sí, pero tranquilo, no sabía que eras Spider-Man hasta que Tony me contó.—dijo Johnny.—Lindo traje.

       Peter se miró a sí mismo y frunció el ceño.—Oh, uhm, gracias.

       —¿Dijiste Doom? ¿Así de Victor von Doom?—preguntó Reed y el niño asintió.

      Strange y Reed compartieron una mirada y bajaron al gimnasio junto a Sue, la Mole y Johnny.

       —¿Qué le pasó?—Tony le susurró al chico.

       Heather se había alejado hasta llegar a los casilleros al fondo del pasillo. Se abrazaba a sí misma y susurraba algo ininteligible.

Peter tragó el nudo en su garganta.—Sucedió de nuevo. Lo del suero, pero no cayó inconsciente.

       —¿Qué?

      —Y no ha tomado sus pastillas desde hace seis meses.

       —¿Qué? Pero la semana pasada...

      Peter suspiró y le contó rápidamente lo de Heather, Kingpin y su viaje a otra dimensión.

      —Debe decirle la verdad, señor Stark.

       —O... puedo mentir.—sugirió Tony, recibiendo una mala mirada de parte de Peter.—Ok, lo haré, pero en la mansión.

      El castaño asintió y observó a Heather. Se veía muy asustada... y pronto estaría molesta. Con Tony y con él. Peter se acercó hacia ella y tocó suavemente su brazo, sobresaltándola.

       —Hey, tranquila.—susurró reconfortante.

       Heather negó, alejándose.—P-peter, hablo en serio. No quiero lastimarte.

       —Pero...

      Un mini portal apareciendo junto a ellos le interrumpió. 

       La cabeza de Strange apareció.—Me pueden explicar por qué carajos todos los villanos del mundo están aquí, sin hacer nada malo y preguntando por Heather.

      La mencionada soltó un suspiro tembloroso.—Debo hablar con Magneto. No te preocupes, eh... no sé tu nombre.

       —Stephen Strange.—se presentó y agrandó el portal para dejarla pasar.—Y tú eres Heather Potts, la niña que logró mantener paz con casi veinte villanos.

       Heather se sonrojó, mirando nerviosa de Peter a Strange.

      —Uhm, sí, supongo.


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-Fanfic de Edmund Pevensie. -La trama se encuentra basada en "Las crónicas de Narnia, La Travesía del Viajero del Alba" que pertenece a C. S. Lewis...
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Historias del guapo piloto monegasco, Charles Leclerc.