Sara
Llegué a casa, tengo 30 minutos para arreglarme, antes de subir a mi habitación le pedí a Esmeralda que llamará a Mike para que pasara por la mañana a buscar mi auto, siento que lo he destrozado. Ella se enojó porque ensucié el piso con la arena y se le haría complicado sacarla, me desvestí en el baño dejando la ropa apilada en el suelo, me duché con agua caliente para no agarrar alguna gripe.
Cuando termine salí del baño directo a mi closet a buscar que ponerme, saqué un conjunto de pijama de seda color rose gold, tomé mi ropa interior, me puse todo y peiné mi cabello, Ares iba de un lado a otro como yo. Terminé de arreglarme justo cuando los chiscos llegaron a la casa, en la planta baja podía escuchar sus voces darle vida a mi hogar, con la compañía de Ares salí de la habitación, bajamos y nos encontramos con las cálidas risas de mis amigos y la de Adeline.
—Hola –les digo.
—Hola –saludan todos.
—Esmeralda nos pidió pizza para cenar –me comenta Nadia.
—Perfecto, ¿y de qué reían? –pregunto sentándome en el sofá donde se encontraba sentado Klaus.
—Le contábamos a Adeline un poco sobre nuestros momentos locos en las fiestas –responde Mauro, él se reía, pero sus ojos los notaba apagados.
—En mi opinión ustedes saben cómo divertirse –dice Adeline.
—Quizás un poco –digo sonriendo.
Ares se subió al sofá en el espacio que quedaba vacío a mi lado y colocó su cabecita en mi regazo, yo por mi parte empecé a acariciarle la melena, seguimos hablando un buen rato hasta que la puerta principal se abrió dándole paso a un Giles con unas cajas de pizza.
—Me encontré a un repartidor en la entrada –dice poniendo las cajas en la minimesa de centro –las pagué, que les aprovechen.
—¿No comerás con nosotros? –pregunté.
—No, solo vine a ducharme, haré una guardia nocturna con un paciente –dice acercándose a mí y dejando un beso en mi frente.
Se despidió de los demás para después subir a su habitación, yo antes de empezar a comer me fui a lavar mis manos, cuando regresé Klaus le está dando pizza a Ares (lo regañé). Comimos en paz mientras hablamos sobre que íbamos a hacer hasta que quedamos en ver una película, buscamos colchonetas y despejamos la sala de estar para ponerlas ahí, preparamos palomitas y ya todo estaría listo para una noche de películas.
***
Abrí mis ojos de golpe, Klaus tenía su cabeza en mi pecho, desperté por ruidos, con cuidado dejo a Klaus sobre la almohada y me levanto de la colchoneta, me pongo mis zapatos y soñolienta empiezo a caminar, llego al despacho de mis padres, el cual tenía la puerta abierta, observo un poco de su interior, no entro frecuentemente aquí, tiene un estilo rústico que hace ver el espacio elegante.
Me acerqué al enorme ventanal que abarca toda una pared del despacho, al menos son como las 3:00 todo afuera es oscuridad, lo único que ilumina de forma tenue son los faroles, me quedé mirando las calles por un rato, hasta qué pasó algo inesperado, los ruidos que me despertaron son pequeños gritos, venían de un chico que estaba corriendo y una persona iba detrás de él que con paso rápido lo atrapó.
No me quedé estática a ver lo que sucedería, salí corriendo a la sala de estar y empecé a despertar a los demás:
—Afuera está sucediendo algo –les digo rápido.
Klaus, Mauro y Noah se levantaron con mala cara, se pusieron sus zapatos y los cuatros salimos al frente, al momento que salimos yo me quede estática, el chico que gritaba ya se encontraba inerte en el suelo, degollado, a lo lejos vi correr a la persona que lo había atrapado minutos atrás, no pronuncie palabra alguna solo señale por dónde estaba corriendo, los chicos también estaban estáticos, pero miraron a donde señalaba, Klaus golpeó el pecho de los otros dos y salieron corriendo tras la persona.
Por mi parte entre a la casa otra vez y llamé a emergencias, unos cinco minutos después los forenses y la policía llegaron a la escena, todos los que vivían al rededor se encontraban despiertos, los chicos llegaron cansados, habían perseguido a la persona por unas diez cuadras pero logró desaparecerse, juro que terminaré volviéndome loca.
Los forenses tomaban fotos de la escena, cada flash me transportaba a la noche de la recaudación, Klaus me envolvió entre sus brazos, mi cuerpo no se estaba llenando de tristeza se estaba llenando de ira, estoy harta de esto y creo que ya es suficiente de tanto. Los oficiales empezaron a hacer preguntas y nosotros respondíamos a todo, "¿ahora se nos hará costumbre hablar con oficiales?, creo que sí", cuando terminamos de la sesión de preguntas regresamos a la casa, mis padres tomaban un vaso de whisky en la cocina, por pura inercia tomé la botella y regresé a la sala de estar con los demás.
"Al pasó que vas te convertirás en una alcohólica", me dice una voz en mi cabeza.
Callé a mi subconsciente y me senté en unas de las colchonetas, iniciamos a beber, al principio Adeline no tomaba ningún trago, pero después de insistirle un poco tomó, poco a poco ebrios y cansados empezaron a caer dormidos en las colchonetas, la única que quedó despierta fui yo. Me terminé sola la botella y sin darme cuenta el sol empezaba a salir y a penetrar las ventanas de la sala de estar, con cuidado me levanté de la colchoneta, estoy borracha, frustrada y enojada, pero justo ahora haré lo que nunca pensé hacer en este estado, salir a correr.
Subí a mi habitación, me cambié la ropa como pude, salí tomando mis auriculares y mi teléfono, Ares estaba despierto, vi la hora eran las 6:23.
—¿Quieres venir conmigo? –digo agachándome y caí de lado riéndome –sshhh, no hagas ruido –le digo calmando mi risa.
Me levanté, ambos salimos con cuidado a la calle, me coloqué los auriculares para escuchar una playlist aleatoria, Ares seguía mi ritmo y eso me gustó, corrimos hasta llegar a un pequeño parque, ahí hice algo de ejercicio, en serio estaba ebria así que los ejercicios que trataba de hacer me salían horribles, pero aun así no me importó y seguí haciéndolos, terminada tan sudada como una cerda.
Después de un rato regresamos a casa, un olor a pastel llegó a mis fosas nasales cuando entré a ella, creo que reduje el nivel de alcohol de mi sistema, entré a la cocina y me llevé una gran sorpresa, el gran Athan Fischer está ahí haciendo compañía, nuestras miradas se cruzaron casi inmediatamente.
—Buenos días –digo agitada.
—Buenos días –recibí como respuesta.
—¿Correr, desde cuándo? –pregunta Klaus divertido.
—Desde que no te importa –le respondo mientras busco la comida de Ares –huele delicioso, nona –le digo a Esmeralda.
—Gracias, cariño, los chicos querían unos brownies –me dice.
—Te ves del asco –un hermoso cumplido de parte de Nadia.
—Gracias, algún día te daré la receta para que te veas como yo –le digo mientras le sirvo comida y agua a Ares.
—Ay ya, parecen nenas pequeñas peleándose –el comentario de Mauro me hizo reír.
A la cocina entraron mis padres, no me había percatado de que ellos faltaban:
—Princesa, queremos decirte algo que hablamos tu madre y yo en la madrugada –me dice mi padre llamando mi atención.
—Adelante –le digo mientras me sirvo agua.
—Irás a Alemania para ver y manejar el bufete de allá –dice él sin más –íbamos a ir nosotros, pero no lo vemos prudente por lo que ha ocurrido en los últimos días.
—Pero...
—No hay peros, irás con Athan, Klaus irás a Rusia con el señor Fischer, ambos se quedarán fuera hasta que terminen las vacaciones –mire a mi mejor amigo y él a mí, después mi mirada pasó a los chicos y por último a la de Athan.
—No puedo dejar a los chicos aquí, además ¿dónde me quedaría?
—Se quedarán en la casa de los Fischer –dice mi madre –Klaus deja tu teléfono ahí, ya lo hablamos con tu padre y está de acuerdo.
Klaus dejó su teléfono sobre la isla, se notaba enojado, me marché enojada a bañarme, aunque me gustaría discutir mis ánimos no están para eso y huelo fatal, aparte de que mi cuerpo necesita una recarga de energía que la conseguiría con comida y una bebida energética. Desayuné con los chicos, recogimos todo nuestro desastre y cada uno se fue a su respectiva casa, el resto del día estaba destinado a hacer maletas con la ayuda de Esmeralda, yo sacaba cosas y ella me ayudaba a organizadas para entrarlas en las maletas.
—Me harás falta para navidad –dice Esmeralda entrando una falda.
—Descuida, tampoco es que sea mi festividad favorita –digo sacando mi ropa formar.
—Lo sé mi niña, pero nunca la has pasado fuera de casa -me mira con tristeza.
—Eso no parece importarles a mis padres.
—Ellos buscan la manera de tenerte a salvo y que estés bien, en Alemania estarás a cargo del bufete, solo es por las vacaciones –me dice quitándome de las manos todo lo que estaba sacando del closet.
—Ni siquiera podré llevarme a Ares, espero que coma –mi voz salió preocupada.
—Te prometo que lo cuidaré como si fuese uno de mis hijos –le dediqué una sonrisa y fui a abrazarla.
Sé que ella cuidará perfectamente de Ares, tampoco me importa estar fuera de casa para navidad, odio esta época festiva, la siento como el momento perfecto para que las personas sean unas hipócritas y no sean juzgadas. Lo que quedaba del día me lo pase organizando mi closet, sacando lo que ya no usaba para que esa ropa sea llevada a alguna iglesia como donación, cosa que siempre hago antes de que culmine el año, mañana a primera hora estaré en un avión en compañía del peor cavernícola del mundo.