After Game • Peter Parker ✓

Par -ladymarvel

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| ADVERTENCIA: smut | Después de lo ocurrido en Endgame, nadie es igual, especialmente Heather Potts, cuya... Plus

AFTER GAME
00 | El regreso
01 | After Game
02 | Niño Araña
03 | El chico de la patineta
04 | Chicle
05 | Detención
06 | ¿Eres hija del presidente?
07 | Haría todo por ti
08 | Conquístalo, rosada
09 | Obra de Otoño
10 | Heather Potter
11 | Nico Minaj
12 | No llores, pero...
13 | Confío en ti
14 | Ahora o nunca
15 | No lo sabes hasta que lo pierdes
16 | Promesa
17 | Tres días
18 | Dos días
19 | Día de la Manifestación
20 | Nuevo miembro
21 | Primera Navidad
22 | Pesadillas
23 | Visto
24 | Otra vez
25 | Perfecto
26 | ¿Buen inicio de vacaciones?
27 | Venecia
28 | Quentin Beck
29 | Cabras bebés
30 | Praga
31 | Nadie es perfecto
32 | "Tristeza extrema"
33 | Un mejor Spider-Man
34 | Londres
35 | Pinky Promise
36 | Primer día
37 | Siempre
38 | Storm
39 | Aún no
40 | El chisme es mi pasión
41 | Sanos y salvos
42 | Misión fallida
43 | Mi Peter
44 | Spider-Men
45 | Reencuentros
46 | Nueva Attilan
47 | Plan
49 | Spider-tubbies
50 | Portales silenciosos
51 | Coney Island
52 | Despedida
53 | Recuérdame
Epílogo

48 | No entiendes

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Par -ladymarvel

       Heather entró a la terraza y suspiró al notar que todo estaba igual como lo recordaba: la piscina llena de juguetes de Morgan, las sillas desordenadas, la parrilla sucia...

       Vaya orden para una mansión multimillonaria.

       Peter, en su traje de Spider-Man, estaba sentado al borde de la terraza, mirando pensativo la ciudad. La rubia miró su propio traje. Sinceramente, se había olvidado que lo traía puesto y ahora que lo notó, quería quitárselo, darse una larga ducha y dormir por diez años.

       Wow, hace más de veinticuatro horas que no duermo... meh. Era su momento de ponerse cariñosa y hacerle carita de perrito mojado a su novio para que dejara de estar molesto con ella.

       Caminó silenciosa y de puntitas hasta quedar atrás suyo.

       —Sé que estás ahí.—dijo el castaño.—Tengo sentidos arácnidos.

       —Quería sorprenderte con... ¡un abrazo!—envolvió su torso desde atrás.

       Peter alejó silenciosamente sus brazos de su cuerpo. Heather frunció el ceño dolida y se sentó a su lado, al borde de la terraza y con peligro a caerse y morir.

       —No me gusta que peleemos.—rompió el silencio y al ver que Peter no decía nada, siguió.—Sé que el plan suena arriesgado, pero tienes que confiar en mí. No soy la misma que hace seis meses.

       —Ya me di cuenta.—musitó Peter.

       Heather pestañeó confundida.—¿Q-qué quieres decir con eso?

       —Que la Heather de antes jamás hubiera querido pelear contra villanos y-y seres cósmicos. Antes tenías más coherencia y diferenciabas lo que estaba bien y lo que era completamente estúpido, porque así es tu plan, Heather, estúpido e ingenuo al pensar que-que los peores villanos de Nueva York van a hacernos caso, a niños de dieciséis años.—exclamó Peter.

        Heather tragó el nudo en su garganta.—Si piensas que es "estúpido", no vengas. Miles y yo pode...

       —No. No. ¡No entiendes!—Peter despeinó su cabello desesperado.—No tienes poderes o s-sentidos arácnidos, no vuelas, no lanzas rayos. No puedo arriesgar tu vida así. Tal vez pudiste pelear un poco con esas telarañas y un traje, pero eso no te hace uno de nosotros. No fuiste picada como Miles y yo, no eres parte d-de Spider-Army o como sea que se llame.—se detuvo para poder respirar y la chica se mantuvo callada.—¿No entiendes que no quiero perderte? Cuando llegó Thanos fue igual con la hija de Tony. Daniela quiso hacerse la heroína y murió.—Peter cerró los ojos al sentir que se llenaban de lágrimas.—S-si te pasa algo así, yo... yo también me muero.

       Heather lo abrazó, recostando su cabeza en su hombro mientras ambos lloraban en silencio.

       —Sí te entiendo, Pete.—susurró secando las lágrimas que rodaban por las mejillas del chico.—Sé cual es ese sentimiento de perder a alguien, estuve lejos por seis meses y no hubo ningún día que no lloraba por ti porque y-yo...—Te amo... dilo, Heather, ¡dilo!—yo estaba a-asustada. Pensé que no te volvería a ver. Pero ahora estoy de vuelta y te perderé definitivamente si no detenemos a Galactus. Todos perderemos a todos, vamos a morir. No habrá lugar para llorar o extrañar si no hay Tierra.... y parece que eso es lo que no entiendes.

—Pero...

—Sólo confía en mí, ¿sí?—pidió Heather. Agarró las mejillas del chico y giró su cabeza para que la mirara a los ojos.—Te prometo que si llego a estar en mucho riesgo me iré.

Peter suspiró profundo. No había forma de hacerle cambiar de opinión a la rubia.

—Ok.




—Genosha es una nación mutante, bla, bla, bla, solía ser de una gente llamada X-Men.—leyó Heather de los archivos que F.R.I.D.A.Y. encontró.

—¿Quiénes?

—Ni idea. No importa, ahora es guarida de Magneto y eso es lo único que necsitamos saber.—Heather apagó la pantalla.

—Eh... ¿qué tal saber cómo entrar, si hay guardias, ubicación?—dijo Peter.

—Oh, pensé que lo dije. Está al este de África, justo al norte de Madasgacar.

—¡¿África?! Pensé que hablábamos de villanos de Nueva York.

—Antes vivió aquí, pero supongo que ahora... vive allá.

Nico y los demás ya se habían ido al búnker, prometiendo avisarle a Tony y Strange de sus planes si regresaban antes, así que Peter, Miles y Heather estaban solos.

Miles se interpuso entre la pareja.—Por cierto, ¿qué significa "nación mutante"?

Heather volvió a abrir el archivo y leyó.—Es un santuario para todos lo mutantes alrededor del mundo, donde viven en paz e igualdad, aceptando alegres a todos los nuevos mutantes que lleguen a la isla.

—Ehm, ¿hola?—llamó Peter.—No me ignoren. La isla está en África... ¡África! ¡Al otro lado del mundo!

—Técnicamente el otro lado del mundo es Australia.—corrigió Heather y Peter la fulminó con la mirada.—Perdón, Geografía era la única clase que me gustaba en la escuela.

—Ok, tenemos tres días y medio. ¿Cuánto tardará llegar hasta África?—preguntó Miles.

—¿Ninguno de ustedes tiene... no sé, poderes de teletransportación?—ambos negaron.—Bueno... podemos agarrar una nave de Tony y llegar en poco tiempo.

—Eso es cierto, el Quinjet es rápido, pero ninguno sabe manejarlo.—dijo Peter.

Heather se mordió el labio pensativa. Por lo que tenía entendido, los Vengadores usaban mucho los Quinjets cuando estaban juntos.

—Tony dijo que ni Bucky, Sam y Wanda contestaron las llamadas.—recordó la rubia.—Creo que hay alguien que nos puede ayudar.

—¿Quién?

Heather sonrió de lado y cogió el teléfono de escritorio. Después de unos segundos, contestaron de la otra línea.

—Hola, Bruce. ¿Puedes llevarnos a África en el Quinjet de Tony?

  
       —Así que... ¿tú, Heather, chica de dieciséis años que de repente es heroína, va a convencer a Magneto, uno de los villanos más poderosos de la Tierra?

       —Básicamente.—murmuró Heather.

       Bruce asintió confundido, mirando fijamente el camino.—Eres buena convenciendo a la gente.

       —Oh, gracias.—rió Heather, mirando de reojo a Peter, quien rodó los ojos.

Sólo tardó media hora explicarle todo lo que había sucedido y el nuevo plan a Bruce y accedió a llevarlos. Según él, aceptó porque "habían cancelado una competencia de química que iban a dar en la televisión y no tenía nada que hacer"... pero en realidad fue para protegerlos en caso que fuera necesario. Al fin y al cabo, eran niños.

—Quedan dos horas para llegar. Vayan a descansar.—aconsejó el científico.

Miles ya estaba dormido en una de las camas dentro de la pequeña habitación del Quinjet. Sólo quedaba una cama y Peter y Heather se sonrojaron al saber lo que significaba.

—Yo pido la pared.—susurró Peter y sin esperar más, se lanzó a la cama.

Heather tragó un nudo en su garganta y se acostó lentamente, sin pegarse tanto al chico. Ambos estaban en sus trajes aún, lo cual lo hacía todo más incómodo.

Cerraron los ojos para intentar dormir, pero estaban muy tensos.

—Pete.—susurró la rubia.—¿P-puedes abrazarme? No tengo mi oso de peluche y siempre suelo dormir abrazando algo.

El castaño rió.—Está bien. Uhm, igual somos novios, no es extraño abrazarse.

Peter se acercó hasta quedar su pecho contra su espalda y rodeó su cintura.

—¿Así?—preguntó en su oído, provocándole un escalofrío.

—S-sí. Buenas noches, Pete.

—Buenas noches, Wendy.

—No dañes el momento.

—Perdón.




Miles, Peter y Heather despertaron por la fuerte sacudida del Quinjet. Se quitaron las sábanas de encima y corrieron a la cabina. Bruce los miró apenado.

—Perdón, no había suelo liso para aterrizar.

Desde el parabrisas podían ver parte de la isla. Habían edificios y casas destruidas. Era como un Asgard, pero feo.

—Eh... no se parece a la descripción de F.R.I.D.A.Y.—dijo Peter.

—Pensé que mutantes aparecerían con su paz e igualdad a recibirnos.—añadió Miles.

Heather rodó los ojos.—Como sea. Hay que bajar y ver si hay gente.

—Espera.—exclamó Bruce y los tres lo miraron confundidos.—Heather, ehm... nada. Olvídenlo.

La rubia frunció el ceño, pero su novio habló antes que ella.

—¿No vienes con nosotros?

Bruce negó.—Yo cuido la nave, si sucede algo me llaman por el intercomunicador.

¿Beneficios de usar un Quinjet de Tony? Aún conservaba armas y dispositivos viejos de los Vengadores.

Los tres adolescentes caminaron entre las rocas y ruinas, pendientes de alguna señal de vida. A lo lejos había una gigante torre, pero las nubes no dejaban verla con claridad. Siguieron su recorrido por casi una hora hasta llegar a una dicha torre.

—Miren, tiene la forma de una persona.—señaló Heather.—Debe ser de Magneto.

Peter la miró dudoso.—Ehm, ¿crees que siga aquí? La ciudad parece algo vacía.

—Yo quería ver mutantes.—musitó Miles.

—Deja en paz a los mutantes. No son monos de circo.—regañó Heather.

—¿Cómo sabes? Nunca los has visto.—se defendió el moreno.

Peter se quitó su máscara con estrés.—Cállense. Creo que escuch... ¡Ah!

De estar de pie, pasaron a estar de cabeza con sogas sosteniéndolos de los tobillos.

—¡Ouch!

—¿Qué es esto?

—¡Quítense las máscaras, ustedes dos!—gritó alguien tras ellos.

Se escucharon pasos y se acercaron dos hombres con trajes de obrero azul, botas grises y grandes armas.

—¡Suéltenos!—exclamó Peter. Justo cuando iba a lanzarles una telaraña, otras manos amarraron las suyas, igual que con Heather y Miles.

—¿No harán caso?

—Amigo, no me puedo quitar la máscara si tengo las manos amarradas.—dijo Miles.

Los hombres rieron y les quitaron las máscaras.

—Son niños. A Magneto le encantará.

Heather ahogó un grito.—Vinimos a verlo, necesitamos hablar con él.

—Sí, claro. ¿Y estos trajes de superhéroes son disfraces?—preguntó uno de los hombres sarcástico.

—Ustedes lo dijeron, somos niños, no superhéroes.—mintió Heather.

—Somos mutantes.—dijo Miles.

Heather y Peter lo observaron con ojos como platos. Los cinco guardias se miraron entre ellos, aún dudando.

—Eh, sí, sí. Escuchamos que Magneto tiene un santuario de mutantes.—dijo Heather, intentando salvar la situación.

—Se molestará si ve que los amarramos así.—susurró uno a su compañero.

¡Puff! Heather, Miles y Peter cayeron al suelo fuertemente.

—Pudieron avisarnos antes de soltarnos.—se quejó Peter.

—¡Déjenlos pasar!—ordenó uno.

—De nada.—le susurró Miles a sus dos amigos.

—Claro, porque mentirle a alguien que nos puede matar en segundos es divertido.—susurró de vuelta Peter.

—Shh, déjenme esto a mí.—dijo la rubia.

Las puertas se abrieron, pero antes de entrar, les ordenaron no llevar las máscaras puestas. Otros hombres, vestidos igual que los primeros, los llevaron por un laberinto de pasillos hasta  entrar a un gran salón con un gigante trono al fondo. Todo era tan oscuro, tenebroso y feo que Heather estaba segura así se veía el infierno.

Los hombres cerraron las puertas, dejándolos solos. Miles miró aterrorizado al muscoloso hombre de traje rojo y capa morada en el trono.

—Hola.—dijo Heather con voz aguda y se palmeó mentalmente por lo tonta que sonó.

—Bienvenidos, Heather Potts, Miles Morales y Peter Parker, los supuestos mutantes.—dijo Magneto en tono burlón.

—Perdón por eso, pero necesitábamos hablar con usted. Venimos en paz.—Heather alzó ambos brazos y sus compañeros la imitaron.

—Bajen las manos, sé que no mienten.

—¿Puede leer nuestra mente?—preguntó Peter.

—No, pero los he observado desde que bajaron de su avión y los investigué.—admitió Magneto.—Bueno... ¿qué quieren hablar tres adolescentes conmigo?

—Necesitamos su ayuda con...

Magneto interrumpió a Heather con su risa.—¿Ayudarlos? ¿Yo? ¿A superhéroes?

—Sabemos que es un villano. Uno muy poderoso. Y es una de las personas más inteligentes del planeta. Por eso acudimos a usted, pues sabemos que entenderá la gravedad del asunto.—Heather esperó a que el hombre dijera algo, pero no sucedió, así que le contó brevemente el plan de Galactus y Kingpin.—...si no los detenemos, usted no tendrá isla que gobernar o héroes que molestar. Debemos unirnos, malos y buenos, contra nuestro enemigo común.

Magneto se mantuvo en silencio por unos minutos, pensando a mil por hora qué hacer.

—Me agradas, niña. Me recuerdas un poco a mí. Eres inteligente y muy valiente al haber acudido a mí, sabiendo que fácilmente puedo incinerarlos y usar sus cenizas como pimienta.—dijo Magneto con voz tranquila mientras Peter y Miles reaccionaron asustados.—Puedo conseguir a algunos amigos-villanos, y luego tendremos que convencer a Kingpin y su clan, o matarlos si no apoyan.

—Así que...

Magneto se levantó, se quitó su casco y bajó las escaleras hasta quedar frente a ellos. Era mucho más alto, así que se agachó y estiró su mano.

—Cuenta conmigo, niña.

Heather aceptó su mano con una sonrisa.—Gracias. ¿Cómo nos...

—¿Comunicaremos?—completó él.—Ustedes localicen a Kingpin y yo llegaré, no se preocupen por eso.

—Ok, ok. Ehm, gracias.—repitió.

  Los guardias los escoltaron afuera. Heather dio un salto de emoción.

—Sabía que lo lograríamos.—exclamó alegre.

—Casi se te cae la baba.—bromeó Miles.

Peter se cruzó de brazos.—Recuerda que es un villano.

—Sí, y a ti te gustan superhéroes.—rió Miles.—Se veían adorables durmiendo abrazados.

—¿Por qué nos mirabas?—dijo Heather con el ceño fruncido.

—Eso es raro.—apoyó Peter.

—¿Saben qué es raro? ¡Que no vimos ningún mutante en una isla de mutantes!

Peter y Heather rodaron los ojos, hartos de Miles y su extraña obsesión con mutantes.

—¿Qué sigue en tu plan?—Peter le preguntó a su novia.

Esta se rascó la nuca nerviosa.—Pues... ¿aún tienes el número de Sinthea?

Ya habían pasado doce horas desde que las puertas se cerraron y dejaron a Strange y Reed solos con el Nulificador Supremo.

Reed murmuraba cosas mientras miraba a la máquina y Stephen jugaba con una pequeña pelota de tenis que llevaba siempre en su bolsillo izquierdo. El primero suspiró con entrés y se giró hacia el brujo.

—No soy yo.

—¿Qué?—preguntó Strange.

—Que el rencoroso no soy yo, he estado perdonando mentalmente a todos los que me han hecho mal, y la cúpula no se levanta.—explicó Reed.

—Te debe haber faltado alguien, porque yo no soy una persona rencorosa.—musitó Strange.

Reed arqueó una ceja.—Pues nos has tratado seco a Sue y a mí todo el día, así que debes seguir molesto.

Stephen se alzó de hombros y siguió jugando con la bola. Reed dudó un poco, pero se sentó junto a él.

—¿No crees que deberíamos resolver nuestros problemas? Han pasado casi quince años.—sugirió el científico.

—Aunque lo hagamos, no será sincero, sólo lo hacemos porque queremos salir de aquí.—Stephen se levantó y caminó hasta la pared contraria.

Reed se levantó y lo siguió.—A este punto ya no es por querer salir, es porque no entiendo qué hice.

Strange bufó.—Oh, por favor.

—De verdad no lo sé. ¡Dímelo, Stephen! ¿Por qué me dejaste de hablar tan de repente?

—¡Porque te amaba y tú la preferiste a ella!—soltó el hechicero.

Reed abrió los ojos impactado y se calmó un poco antes de responder.—Yo... ¿qué?

Stephen despeinó su cabello estresado.—No fingas que no lo sabías, Richards, tú lo comenzaste.

—¿Hablas de ese beso?—preguntó.—P-pero estábamos borrachos, dijimos que fue un error.

lo dijiste.—corrigió Strange con los ojos cristalizados.

Reed se sobó el puente de la nariz. Ahora todo tenía sentido. Por qué Stephen se había mudado de dormitorio, por qué le dejó de hablar y eventualmente lo sacó de su vida.

—Eras mi mejor amigo, pudiste decírmelo.—susurró Reed.

—¿Para qué? Si todo el día hablabas de lo increíble, guapa e inteligente que era Susan Storm.—murmuró rodando los ojos.—De las miles de chicas en el campus, tuvo que ser ella, la que me quitó el primer puesto de la promoción.

—¿Entonces no sólo es porque no estuve contigo, sino que tienes algo contra ella?

Stephen ladeó la cabeza.—Sí. Porque al salir con ella, parecía que lo hacías con el propósito de dañarme.

—Jamás quise eso.—apuró a decir Reed.—Simplemente me enamoré de ella, esperaba algo de apoyo de mi mejor amigo.

—Como sea.—musitó el brujo.

Reed intentó agarrar su brazo, pero este se alejó.—Sven...

—No me llames así.

—Stephen.—se corrigió.—Lo nuestro no hubiera funcionado. Mis padres eran homofóbicos y...

—Lo sé.—Strange bufó y se secó una lágrima.—Eso es lo que más me dolía, haberme enamorado de la persona menos indicada.

Reed puso una mano en su hombro y le dio un apretón reconfortante.—Perdón por no haberme dado cuenta.

—No, yo debí decírtelo.—murmuró.—Y no debí irme así, pero no podía soportarlo. Fue inmaduro... lo siento.

—No, lo siento yo. Debí buscarte y preguntarte qué sucedía.

—Bueno, ¿nos las vamos a pasar peleando por ver quién se debe disculpar o vamos a agarrar el Nulificador?—dijo Strange.

Reed se dio la vuelta y vio que la cúpula que protegía a la pequeña máquina había desaparecido. Pero lo ignoró y abrazó al hechicero, quien se sobresaltó un poco.

—¿Podemos volver a ser amigos?—dijo Reed con una voz parecida a la de un niño de siete años.

Stephen sonrió con ternura y le devolvió el abrazo.—Tal vez.

Por favor ven, quiero embriagarme como nunca.

Sinthea revisó por última vez el mensaje de Peter antes de entrar a la fiesta. Habían pasado algunos días desde lo ocurrido con Heather, así que el castaño debía estar triste. Sí, ella se sentía culpable, pero no iba a mentir y fingir que no le atraía el chico.

Esa fiesta estaba igual de alocada que todas, por lo que era difícil encontrar a Peter.

¿Dónde estás?

No se esperó que contestara tan rápido.

Arriba o eso creo, ya tomé tres cervezas jsdjds

—Sonó falso.—exclamó Peter viendo la pantalla.—No me creerá.

—Está bien. Toma un sorbo.—dijo Heather, dándole una cerveza.

—No tengo veintiuno aún.

—Sólo es para el olor.—insistió Miles.—Apúrate antes que llegue la chica.

—Recuerda lo que ensayamos. Tú puedes, amor.—Heather le dio un beso en la mejilla y corrió tras Miles al armario.

Peter iba a tomar un sorbo hasta que procesó lo que acababa de decir la chica.

—Oh por dios, me acabas de decir amor.—chilló con una gran sonrisa.

Heather se sonrojó y cerró la puerta.

—Le dijiste amor.—canturreó Miles, recibiendo un codillazo en las costillas por parte de la rubia.

Peter tomó el sorbo y lo dejó en su boca como enjuague vocal.—Sabe a mierda.

Salió y se recostó en la pared del pasillo, actuando como si estuviera muy borracho. Unos segundos después, Sinthea apareció con una sonrisa triste.

—Hey, Pete.

Peter estiró una mano y acarició su cabello.—¿Te lo cortaste?

—Ehm, no.

—Pues te ves hermosa.—murmuró Peter, intentando no gritarle a la mentirosa frente a él.

Sinthea se sonrojó y le quitó la botella, dándole un sorbo.—¿Qué te incitó a tomar por primera vez?

Peter se alzó de hombros.—Llevo más de una semana de soltería, ya superé todo.

—Me alegro.—murmuró Sinthea. Oh, tal vez no sabe sobre la desaparición de Heather, pensó.—¿Quieres bailar?

Peter rió.—Ok, sólo porque no hay nadie cerca.

—¿Incluso borracho eres tímido?—bromeó la chica, bailando y acercándose hasta quedar su espalda contra su pecho.

El castaño agarró sus caderas y susurró.—¿Por qué no lo descubres?

—Voy a vomitar.—murmuró Heather, escuchando todo desde el armario de la habitación.

—Yo también y ni siquiera es mi novio.—apoyó Miles.

Después de unos cuantos minutos de bailar en el pasillo, Sinthea lo agarró del cuello y lo acercó hacia sus labios. Pete se inclinó, cerrando el espacio y bésandola intensamente.

Me quiero morir, pensó el castaño mientras la besaba repetidas veces.

—Mmm, Sin.—susurró Peter.—¿Vamos a un lugar más privado?

La pelirroja rió y asintió, agarrando su mano y entrando a la habitación. Al cerrar la puerta, lo besó nuevamente hasta recostarlo en la cama y...

Heather tiró una telaraña a la puerta, Miles se hizo invisible y envolvió las manos y pies de Sinthea con telarañas.

—¿Qué mierda?—exclamó la chica.

Peter la lanzó contra una silla y la envolvió con más telarañas.—Ok, así no podrá escapar.

—Caíste en nuestra trampa.—rió Miles.

Sinthea iba a gritar hasta que vio a Heather. Un escalofrío recorrió su cuerpo.

—¿Cómo...?

—¿Sigo viva?—completó la rubia.—No lo sé, tú dime.

—¿En serio ibas a tener sexo conmigo aunque estuviera borracho?—preguntó Peter de brazos cruzados.—Cada vez me decepcionas más.

Sinthea suspiró.—Pete, lo sie...

—Me duele pensar que escogí nuestra amistad sobre mi relación.

—Nunca fue una actuación.—dijo Sin con ojos llorosos.—Al principio, sí, pero luego me di cuenta de lo genial que eres. P-perdón, en serio.

Miles, Heather y Peter miraron en silencio a la chica llorar.

—¿Por qué lo hiciste?¿Por qué te uniste a ellos?—preguntó Peter.

Sinthea lo miró a los ojos.—Pensé que si cumplía mi misión, le demostraría a mi padre que no soy una "escoria inservible", como me dijo antes de irse. Kingpin me juró que sabía dónde estaba mi padre y que me llevaría con él, pero Emma me admitió que era mentira.

—¿Quién es tu padre?—interrumpió Heather.

—Cráneo Rojo, pensé que lo sabían.—dijo la chica con el ceño fruncido.

—Espera, espera, espera. ¿Tu padre es Cráneo Rojo, El Cráneo Rojo?—exclamó Peter con los ojos abiertos de par en par. Sinthea asintió, algo incómoda.—Los Vengadores saben dónde está.

La pelirroja ahogó un grito.—¿Qué?

—¡Oh, cierto! Es el planeta donde Black Widow murió, ¿no?—dijo Heather.

Peter asintió.—Alguien más murió, pero no lo recuerdo bien.

—Sí, sí. Tony me lo contó cuando intentó que me interesaran los superhéroes.—recordó la rubia.—No funcionó.

—¿Peter es parte de los Vengadores en esta dimensión?—dijo Miles sorprendido.

—Sí, pero se separaron, como los Beatles, pero igual a Peter no le gustaba ser parte de ellos.—explicó la rubia.

—¿No te gustaba?—exclamó Sinthea sorprendida.

—Pues hagamos la secuela de Juego de Gemelas y cambiemos de universo porque moriría por estar en el mismo equipo que Thor y Iron Man.—dijo Miles.

—Bueno, Thor está en otro planeta, creo y...

—¡No es el momento para esto!—interrumpió Peter.

Todos se callaron.

—¿Qué te parece si nos llevas a la guarida de Kingpin y nosotros averiguamos dónde está tu padre?—sugirió Peter.

Sinthea se mordió el labio.—No sé, no es la primera ve que me dicen lo mismo.

—Nosotros no somos los villanos.—insistió el castaño con semblante serio.—Además, si alguna vez me quisiste de verdad, harías esto por mí.

La pelirroja suspiró, analizando a los tres adolescentes e intentando confiar en ellos.

—Ok, pero debemos ir pronto, pues planean mudarse.

Peter y Heather compartieron una mirada preocupada.

—Uhm, tardaremos un par de horas en cortar todas las telarañas.

Sinthea abrió los ojos como platos.—Necesito ir al baño.

—Te lo buscaste por ser de los malos, linda.—dijo Miles y Heather lo miró confundida.

—¿Eso qué tiene que...? Como sea, busca tijeras.—ordenó la rubia.

—Al toque, mi rey.


_____________________
Miles:

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