Sam #PGP2021

By Mialroga_

104K 14.9K 3.5K

Un viaje a mi vida y a los amores en ella. Los llevaré a un pequeño recorrido en mi vida, a mi pasado, más co... More

Antes de...
Dedicatoria
Sinopsis
Introducción
Capítulo 1 - Un final inesperado
Capítulo 2 - Adiós a la Abadía
Capítulo 3 - Un inicio accidentado
Capítulo 4 - La familia siempre unida
Capítulo 5 - Nuestro cinco y seis
Capítulo 6 - Amigas inseparables
Capítulo 7 - Bahías de Huatulco
Capítulo 8 - De amores y bahías
Capítulo 9 - Siempre a tu lado
Capítulo 10 - Monte Albán
Capítulo 11 - Agua de horchata
Capítulo 12 - Mole
Capítulo 13 - Desafinados
Capítulo 14 - Sabor a mí
Capítulo 15 - Hierve el agua, Oaxaca
Capítulo 16 - Hogar, dulce hogar
Capítulo 17 - Gritos, regaños y desacuerdos
Capítulo 18 - Propuesta
Capítulo 19 - Ocho en punto
Capítulo 20 - Viaje Estelar
Capítulo 21 - Películas y hormonas
Capítulo 22 - Noche buena y lejía mental
Capítulo 23 - Muérdago
Capítulo 24 - La magia de las palabras
Capítulo 25 - Ángel
Capítulo 26 - Muñeco de nieve
Capítulo 27 - Casi de año nuevo
Capítulo 28 - Gracias
Capítulo 29 - Anticipación
Capítulo 30 - Querer y merecer
Capítulo 31 - Sin respiración
Capítulo 32 - Segundas intenciones
Capítulo 33 - Reacciones a nuestras acciones
Capítulo 34 - Dejarlo partir
Capítulo 35 - Celos cavernícolas
Capítulo 36 - Quédate
Capítulo 37 - Perfectamente imperfecto
Capítulo 38 - Detén el tiempo
Capítulo 39 - Casi una tormenta
Capítulo 40 - Primera plana
Capítulo 41 - Enfermero particular
Capítulo 42 - Sí
Capítulo 43 - Preparativos
Capítulo 45 - Frío
Capítulo 46 - Golpes
Capítulo 47 - Tiempo
Capítulo 48 - Realidad
Capítulo 49 - Ellos
Capítulo 50 - Agosto en Londres
Capítulo 51 - Lágrimas
Capítulo 52 - Sin miedo a vivir
Para ustedes
Pequeño espacio

Capítulo 44 - Nuestro

852 135 66
By Mialroga_

El tiempo pasó volando, literalmente.

Faltaban dos semanas para la boda, mi madre contaba los días, mi padre también, Anton no se quejó ni una sola vez, y mi mejor amiga no paraba de probar el maquillaje que, según ella, iría mejor con el vestido.

— Detalles mínimos —aclaró cuando luego del maquillaje número ocho finalmente sonrió, llevándose una mano al pecho y la otra cubriéndose la boca mientras se aguantaba el llanto.

— ¿Tan mal me veo?

Cuestioné burlona, ella negó, tragó con dificultad girando la silla donde me encontraba sentada, jadeé asombrada viendo mi reflejo, porque la mujer que me devolvía la mirada a través del espejo era la misma que todas las mañanas me saludaba cuando me cepillaba los dientes, o me pellizcaba una espinilla, aunque esta mujer se veía mucho más madura, más elegante y con la mirada más brillante que hubiera visto en toda mi vida.

Soy yo, soy la misma.

Terin era una artista, una que lograba atrapar la esencia entera de una persona sin cambiarla en absoluto, pero al mismo tiempo, conseguía resaltar los pequeños detalles que la hacían única, especial.

Con ese maquillaje me sentía yo y no una completa extraña que no lograba reconocerse.

— ¿Te gusta? —sonreí al instante.

— Me encanta —revisé mi pelo —. ¿Así se sienten todas las novias cuando les hacen las pruebas del maquillaje de su boda? —Terin arrugó la nariz.

— Unas se ponen todas histéricas —me carcajeé.

— Es precioso, me encanta —colocó su teléfono frente a nosotras, las dos hicimos caras graciosas para inmortalizar el momento —. Gracias, Roja.

— Tenemos el maquillaje y el peinado para tu boda —afirmé entusiasmada volviendo a revisar el espejo.

— Se escucha tan raro. Mi boda —hizo un puchero, yo conocía ese puchero, ella se iba a soltar a llorar en cualquier momento.

— ¡Ay, mi buen Dios!, me prometí no llorar, pero voy a extrañarte tanto, Samy Sam —dejé la silla para achucharla con fuerza.

— No me marcho para siempre, sabes que vendré al departamento siempre que pueda, y tendremos nuestro tiempo de chicas.

— Podría hacer que Gabriel me construya una casa de huéspedes del otro lado de la suya. ¿Qué dices? —reí por lo bajo.

— Eso sería buena idea, así podría verte todo el tiempo —tiré de una de sus trenzas de espiga—. Roja, casarme con él no va a quitarnos nuestro tiempo juntas, lo sabes, ¿verdad? —ella afirmó.

— Es que el otro día, cuando estabas empacando tus cosas sentí que...

— Nada de eso —la detuve —. Me mudo de casa, no de tu corazón, ni tú del mío.

Mudarme con Gabriel había sido una decisión que los dos tomamos. Nos pareció lo más sensato, porque, aunque el departamento era amplio, y podrían vivir hasta tres personas, una pareja de recién casado no encajaba muy bien con el lugar; necesitamos privacidad, y claro que me dolía saber que viviría tan lejos de mi mejor amiga, que no la vería siempre. Que cada mañana al despertar no sería a ella a la que encontraría trasteando en la cocina, con su cabellera roja, la cara hinchada y con sus pijamas igual de coloridas que las mías, y aunque nunca lo hablamos, o siquiera lo pensamos, sabíamos que al final sería inevitable que alguna de las dos, o las dos se fuera.

Mis cosas ya no estaban en el departamento, al menos no mi ropa, mis pijamas y demás artículos personales, ahora sobrevivía a base de la ropa de secundaria y preparatoria que todavía me quedaba y de los pijamas de Terin.

Mis cosas ahora estaban mezcladas con las de Gabe, y me seguía pareciendo super raro ver aquello, pero la sonrisa que lo veía poner cuando él encontraba algo mío en su casa, no, no suya, nuestra casa, me llenaba el corazón de gozo.

— Ese maldito afortunado —farfulló aguantándose una sonrisa —. No sabe lo inmensamente suertudo que es de tenerte.

— Eres tan linda —la abracé de nuevo.

— Sabes que haré fiestas ilegales cuanto ya no estés, ¿verdad? —la señalé con una brocha de maquillaje.

— Y me invitarás.

Ella encendió el equipo de sonido del departamento, Sugar Sugar de The Archies comenzó a sonar, las dos soltamos un grito y comenzamos a moveros por todo el departamento, bailando de un lado para otro. Recorrimos nuestra pared de recuerdos, una que, sin duda, se quedaría aquí, pero yo me llevaría copias de las fotografías para formar mi propia pared de recuerdos en la oficina que ocuparía en mi nuevo hogar.

Rememoramos nuestros primeros viajes. Me acompañó a comprar ropa para la luna de miel, hicimos las maletas anticipadamente, esas que llevaríamos al viaje a Francia y las que me llevaría yo para el viaje con Gabriel. Me ayudó a decidir entre los atuendos más sexys y también los más divertidos; luego paseamos por la ciudad, recorrimos nuestros rincones favoritos de Londres, tomamos más fotografías y nos preparamos para mi despedida de soltera, una que estuvo llena de música, de amigos, familia y un par de bailarines que dejaron a algunas de mis primas boquiabiertas.

Gabriel había tenido que salir de viaje aquella semana, así que me pasé gran parte de mi tiempo con Terin, y finalizando detalles de la boda.

Roja y yo hicimos una sesión de fotos improvisada de nuestras familias, de nosotras y de mis últimas semanas como mujer soltera.

Fuimos a bailar, salimos con nuestros amigos, unos que estaban sumamente entusiasmados por la fecha que ya se acercaba.

Faltando cuatro días para la boda, los nervios milagrosamente se habían esfumado, Gabe había vuelto de su viaje y se le notaba bastante entusiasmado con viajar a Francia y contraer nupcias conmigo.

Había sido nominada como mejor fotógrafa, y ganado, me habían ofrecido trabajo como fotógrafa principal de National Geographic para mostrar la belleza salvaje, un trabajo que había deseado por años, pero si aceptaba el trabajo, no habría boda, ni luna de miel, y pasaría un año entero lejos de él, de mi familia y amigos.

Gabe y yo habíamos hablado sobre el tema, él se mostró un poco tenso con todo el asunto, pero al final me dijo que me apoyaría cualquiera que fuera mi decisión, que, si yo viajaba durante meses, él me encontraría a mitad del camino, al final le aclaré que rechazaría el trabajo, porque ahora tenía nuevos sueños que quería ver cumplidos, sueños que, para mí, eran más importantes.

La campaña había finalmente terminado, ahora era cuestión de tiempo para que se mostrara al público, su proyecto personal sombre rehabilitación estaba dando frutos; tenían varias reservas para poder disfrutar en ese mágico lugar y las donaciones no se habían hecho esperar.

La vida no podría ser mejor, la boda estaba casi en nuestra puerta y los preparativos estaban casi listos, solo faltaba darnos el sí.

— El día de la boda voy a presentarte finalmente a Max.

Le sonreí desde mi sitio a mitad de la sala de la casa, a mi alrededor se encontraban algunos documentos en los que estaba trabajando. Conocer finalmente al hombre maravilloso que Gabe consideraba su segundo hermano me tenía igual de entusiasmada que la misma boda. Mañana, cuatro de octubre, viajaríamos a Francia, nos tomaríamos un día entero para preparar las cosas allá y finalizar los detalles.

— ¿Lograste localizarlo? —afirmó sentándose a mi lado.

— Estaba en Libia —arrugó la frente —, honestamente creí que estaba en Perú, pero Max cambia de continente igual que el viento de rumbo.

— Nunca me has mostrado una sola foto de él —sonrió de medio lado.

— Odia, con todo su corazón, las fotografías de él. Tiene cierta aversión a que lo tomen fotos. Su madre tiene fotos de él hasta el preescolar, luego de eso, les prohibió terminantemente a sus padres tomarle más fotos, pero creo que tengo una en los viejos álbumes.

— ¿Vendrá entonces?

— Lo hará, y debo agregar que cuando le dije que me casaría, se sorprendió, y mucho.

— ¿Y eso? —encogió los hombros.

— Supongo que nunca me vio casado, y mucho menos con tal belleza latina —arrugué la nariz.

— ¿No ve las noticias, o los tan interesantes cotilleos que hay en la internet? —arqueó ambas cejas.

— ¿Max? Ese hombre es un ermitaño. No le gusta la tecnología, y mucho menos la televisión. Todavía lleva consigo un viejo radio que modificó para que se cargue con energía solar.

Me imaginé a un hombre bajito, barbudo y gruñón viviendo a mitad del bosque, y gruñéndole a todos los que osarán a acercarse a su tronco musgoso.

— Me va a encantar conocerlo —jugueteó con un mechón de mi pelo.

— Acompáñame —tomé su mano dejando de lado mis cosas.

— ¿Es una sorpresa? —sonrió de medio lado.

— Espero que lo sea.

Me llevó por el jardín de la casa hasta llegar a los terrenos más alejados, desde aquí únicamente lograbas ver naturaleza, árboles y una extensión bastante grande del terreno. Se colocó detrás de mí, abrazándome con fuerza.

— ¿Qué es lo que ves aquí? —arrugué la nariz sin entender de qué me hablaba.

— Emm, ¿plantas? —ocultó el rostro en mi hombro y se carcajeó.

— No lo que ven tus ojos, tu imaginación —analicé el terreno de nuevo —. Déjate llevar por el corazón. ¿Qué es lo que ves?

Mordisqueé mi labio volviendo a ver la extensión de terreno, de repente nos imaginé juntos, caminando de la mano, sonriendo, y llevando con nosotros a dos pequeños, nuestros pequeños.

— A nosotros, felices, más felices de lo que somos ahora. Sentados en mecedoras de jardín, viendo la tarde caer, y dándole la bienvenida a las noches. Corriendo por el jardín, sin ninguna razón en particular. A nosotros compartiendo momentos, nuevos sueños, vivencias —lo sentí temblar detrás de mí —. Te veo a ti, a mí y a un futuro que nunca antes me hubiera permitido imaginarme.

— Samanta —susurró mi nombre casi suplicante, me volví hacía él viéndolo directamente a los ojos.

— ¿Qué es lo que tú ves?

— Te veo a ti, a lo que somos ahora, a lo que podemos ser en un futuro, y honestamente veo cosas hermosas, sueños hechos realidad.

— ¿Te gusta lo que ves?

Él se tomó su tiempo para responder. Analizó mi rostro, analizó el terreno, analizó nuestras manos unidas, la sortija y de vuelta a mi rostro, entonces sonrió, demostrándome una vez más, que él tenía el poder de mover piezas de mi persona que, en el pasado, se habían sentido incorrectas, pero que, de alguna manera, lograba hacerlas encajar en el sitio indicado.

— Amo lo que veo —acarició mi rostro —. Y te amo a ti.

— También te amo.

Gabriel tenía muchas cualidades, entre ellas, hacerme sentir que no había lugar más perfecto que estar entre sus brazos.

Terin llegó a pasar la noche en casa, Gabriel tuvo que salir a una emergencia en su compañía, así que me quedé con mi mejor amiga hablando sobre el viaje que estábamos prontas a realizar en un par de horas, eso hasta que el sonido de algo parecido a música llegó a nosotras, ambas nos miramos sorprendidas, caminamos hacia la ventana y nos quedamos boquiabiertas.

— Eso es Gabe, con un mariachi —aclaré lo obvio.

— Lo es amiga, lo es.

Gabe llevaba un traje típico de Mariachi color negro mientras cantaba La Mitad Que Me Faltaba de Alejandro Fernández, mi sonrisa era entre sorprendida y fascinada. Cuando terminó con esa canción noté a Anton y a Nathan sonriendo a su lado.

— Dios, amiga, ese hombre tuyo es un sueño —suspiré enamorada —. Y muy pronto estarán unidos por todas las de la ley.

Gabe y yo estábamos construyendo un futuro, nuestro futuro, un futuro que jamás imaginé tener. Una vida juntos compartiendo cada instante, feliz o triste, un sueño que estaba a punto de convertirse en realidad, un sueño que jamás tuve, pero ahora era totalmente nuestro.

¿Qué nos deparaba el futuro? No lo sabía, pero estaba ansiosa por averiguarlo. Estaba enamorada.

— Voy a estar contigo a cada paso, Samy Sam. Sé que será un día inolvidable.

— No puedo creer que todo esto está pasando.

— Está pasando Samy Sam, está pasando.

— ¿A cada paso, Terin?

— A cada paso, Samy Sam, a cada paso.

Estaba un poco temerosa de que algo no saliera bien, pero estaba segura de que el resultado sería algo para recordar, y estaba más que feliz de que todo esto pasará al lado del hombre del que estaba enamorada.

En ocasiones sentía que estaba soñando, y no quería despertar de tan hermoso sueño, porque todo era tan perfecto.

— ¡Creí que no cantabas! —grité entusiasmada haciéndolo reír.

— ¡Por ti, Chaparrita! ¡Por ti haría cualquier cosa!

Era un sueño, un sueño hermoso, no había nada que este hombre hiciera que no me volviera completamente loca de amor.

Si hace dos años me hubieran dicho que me encontraría aquí, de pie, comprometida con uno de los hombres más maravillosos del mundo me hubiera reído en su cara, pero aquí estaba, a nada de decir acepto.

Los mejores sueños son los que llegan cuando menos lo imaginas.

Nada podría salir mal, él no dejaría que nada me dañará, yo no dejaría que nada le hiciera daño, lo protegería con todo lo que tenía, lo amaría hasta el final y al igual que él, lo conquistaría día a día, por el resto de nuestras vidas.

Comenzaron a tocar Si nos dejan de José Alfredo Jiménez, y todos se unieron en coro para acompañarlo.

¿Qué más podría pedirle a la vida? Tenía una familia hermosa, amigos increíbles, un hombre maravilloso con el que estaba a tan solo horas de entrelazar nuestras vidas.

Ya lo tenía todo.

— ¡Te amo, Samanta!

— ¡También te amo, Gabriel!

Nuestro, todo esto era nuestro. 

Comentarios llenos de amor aquí. >>>>

Todo su amor por Roja y Samy Sam aquí. >>>>

Reacciones del capítulo aquí. >>>>

¿Les gusta el Mariachi? A mí me encanta. >>>>

¿Qué les ha hecho sentir el capítulo? ¿Les ha gustado? >>>>

Los siguientes capítulos son los más difíciles, así que preparen pañuelos, improperios elegantes, y litros de agua, para bajarse el nudo que se les va a formar en la garganta. 

Todo mi cariño y buenos deseos para ustedes desde Guanajuato.

Les dejo la música que me acompañó a crear este capítulo. 

¡Nos leemos pronto!

Continue Reading

You'll Also Like

5.7M 289K 39
Primer libro de la Duología: Matrimonio Evans. ¿Qué pasa cuando firmas un contrato sin leerlo para que no te despidan? ¿Y qué ocurre si ese contrato...
23.9K 2.9K 17
"Una mezcla entre, Stirmuss y Valyos, sería imposible...o eso creían todos" Dahlia, una chica de dieciséis años, proviene de una familia de Valyos y...
1.1M 60.4K 46
Una bebida alcholizada y una habitación equivocada será más que suficiente para cambiarle la vida a la retraída Anastasia, quien hasta el día del inc...
24.6K 2.1K 44
Emily Becker, por mucho que le ha costado deja su oscuro pasado atrás. Sin querer relacionarse con nadie del sexo masculino, a todos los aparta hasta...