Dankworth [+18]

By MariaElenaJB

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¿Por que elegir amar a uno cuando puedes amar a los dos? El mayor amaba a la niña buena. El menor amaba a la... More

Sipnosis
ANTES DE LEER
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EPÍLOGO
NOTA
SEGUNDA TEMPORADA

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By MariaElenaJB

Malcolm Dankworth.

Veintidós de agosto.

— Bebé, me preocupas. — Una de mis madres acaricia mi cabello. — ¿Quieres que haga galletas de chocolate? Eso siempre te animaba cuando eras niño.

Mis ojos se cristalizan.

Ella me hacía galletas de chocolate.

— Ay, cariño. Ven dale un abrazo a mamá. — Rodeo el cuerpo de mi madre y escondo mi cabeza en su cuello. — Desahogate y llora todo lo que quieras, bebé. Mamá está aquí para ti.

Lágrimas empiezan a correr por mi rostro mientras que aprieto entre mis brazos a la mujer que me dió la vida.

Escucho el ruido de algo rompiéndose y no tengo que preguntar o ver para saber que era Magnus.

— Magnus, hijo, entiendo que te duele pero habla conmigo, me preocupas... — Escucho la voz de mi otra madre. — Bebé por favor...

— Déjame solo.

— No lo haré. Soy tu madre, estuviste en mi vientre nueve meses, te di la vida y te exijo que vengas aquí y dejes de tomar como si fueras un pozo sin fondo ¡No quiero que mi hijo se vuelva alcohólico! — Escucho como mi otra madre rompe a llorar y decido intervenir.

Nadie entendería a Magnus como yo lo hago.

Me dirijo hacía el estudio dónde encuentro a Magnus bebiendo de una botella con una rota a sus pies. Mi mamá estaba hecha un mar de lágrimas en la puerta.

— Mamá yo me encargo. — Le digo y la hago un lado.

— ¡No! Es mi bebé. — Ella solloza. — Nunca deja que me acerque. El me necesita.

Mi mamá Diane se acerca y la abraza.

— Dejemos que Malcolm se haga cargo, sabemos cómo es nuestro bebé Magnus. — Mamá Diane intenta llevársela y ella se niega.

— Nunca me ha necesitado. Solo quiero que mi hijo me deje consolarlo, el lo necesita.

— ¿Qué ocurre aquí? — Veo como papá llega. — ¿Por qué lloras cariño?

— Mamá, por favor. — Le digo y ella asiente para luego irse y tras de ella mi otra madre y mi padre.

Cierro la puerta y me acerco a Magnus.

— Ven acá, hermano. Ya fue suficiente. — Le quito la botella y el no pone resistencia.

Lo levanto y no está totalmente borracho pero se que sus sentidos están nublados.

— Ella solo quiere que la dejes acercarse.

— No quiero... No quiero que se acerque.

— ¿Por qué? — Pregunto para después sentarlo en el sofá de cuero y colocarme a su lado.

— Si lo hace, probablemente me encuentre peor que tú y es inaceptable.

— No está mal llorar en los brazos de tu madre, Magnus. — Lo miro. — ¿Sabes algo? No hay nada mejor que estar entre ellos.

El me mira y su respiración estaba agitada. El lo necesitaba, necesitaba desahogarse.

No dude en levantarme y salir por la puerta. Encontré a mi mamá frente a la puerta mientras aún había lágrimas en sus ojos.

— Mamá. — Ella levanta su mirada. — Entra con el.

Ella no lo duda pero antes de entrar me abraza.

— Gracias, bebé. Mamá te ama mucho, mi pequeño príncipe. — Ella besa mi mejilla.

— También te amo mamá.

Ella me suelta y entra cerrando la puerta tras de ella.

Me quedo unos minutos y cierro los ojos cuando lo escucho romperse por primera vez en toda mi vida.

El lo necesitaba. Él necesitaba desahogarse y no había mejores brazos para eso que los de nuestra madre.

(...)

Miro al techo mientras sentía el vacío dentro de mi.

Vacío, era extraño sentirse así.

A veces sentia que mi tristeza me estaba ahogando hasta lo más profundo de mi y sentía pánico. No era normal y no quería aceptarlo.

El timbre suena y no hago nada para moverme.

Magnus se mueve a mi lado mientras escribia en su laptop.

No entendía como lo hacía.

Hace un rato colapso y luego de media hora, había salido del estudio con la cabeza en alto como si nada hubiera pasado.

Lo sentía relajado. Lo envidiaba por qué mientras, yo sentía que nada aliviaba ni mi corazón, ni mi alma.

— ¿Quién es usted?

— Busco a Magnus y Malcolm. Sé que están aqui. — Me tenso por qué se de quién es esa voz.

Magnus se levanta rápidamente y yo lo hago después de el.

Veo como ese maldito desgraciado entra a la sala de estar con una de mis madres.

— ¿Cómo te atreves a venir? — Suelto y doy un paso. Un brazo me impide seguir y se que es Magnus.

— ¿Qué haces aquí? — La pregunta la hace Magnus.

— Solo vengo a entregarles esto. — El alza un sobre blanco.

Magnus camina hacia el y toma el sobre para luego abrirlo y empezar a leerlo.

— Es una carta de citación al juzgado en Derby. — Mi ceño se frunce y veo como mi padre y mi otra madre entran en ese mismo instante.

— ¿Juzgado? — Mi padre pregunta confundido al igual que yo.

— Abi y yo abrimos el caso contra Emma Rose y le pedimos amablemente que asistan a declarar en su contra.

— ¿De que mierda estas hablando? — Pregunto y Magnus alza su rostro hacía a mi.

— Están demandando a Emma por secuestro, manipulación y uso de drogas y ser autor intelectual de una agresión.

— Oh, olvidaste la parte donde le exigiremos dinero por daños y perjuicios hacia nuestra persona. — El nos mira sonriendo a los dos. — Espero asistan. Me voy, eso era todo.

El se da vuelta.

— ¡Espera! — Le grito y el se detiene. — ¿Que significa esto? ¿Qué ocurrió?

— Oh, ahora sí quieres explicaciones. — El niega. — ¿Quieres saber qué ocurrió antes y después de la noche que nos encontraron a Abi y a mi en ese hotel? Pues vayan al juzgado y declaren contra la perra de su ex novia.

El vuelve a darse la vuelta y empezar a caminar pero vuelve a detenerse.

— Ah, se me olvidaba. Espero que preparen una buena disculpa para Abi, por qué la necesitaran.

Y sin más se fue.

Dejándonos a todos con la incógnita y la duda.

¿Qué ocurrió esa noche?

(...)

Abigail Russell

Veintisiete de agosto.

Un día antes del juicio.

—Jamás había viajado tanto en mi vida. —Jason se queja a mi lado. — Me duele el culo de tanto estar sentado en esa mierda de avión.

Ruedo los ojos por décima vez en el día. Mejor se hubiera quedado en Miami.

—Tu quisiste venir, no te quejes. — Le digo por décima vez también.

—Andando el taxi nos espera. — Hannah nos llama. — Han parecido unos niños peleando en todo el vuelo. Necesito descansar de ustedes.

—Yo no sabía que tenía que estar tanto tiempo sentado. — Jason vuelve a quejarse.

—Comportate, Jason. Quien viera que esa fachada patea culos es eso eso, una fachada. —Hannah lo reprende y el arquea una ceja.

—No es fachada, Hannah. Yo de verdad soy un patea culos, pero con ustedes soy amable por qué me caen bien. Si no lo hicieran, fuera una historia muy diferente. Considerense afortunadas.

Esta vez fue el turno de Hannah de voltear los ojos para después subirnos al taxi.

Volver a Derby se sentía extraño. Volver a ver estas calles preciosas que la primera vez me impresionaron, y lo siguen haciendo. Recorrer los lugares que recorría con los chicos. Podía verme feliz en este lugar. Aquí yo verdaderamente fui feliz.

Saber que volvería ver a los Dankworth hacia que mi corazón se acelerara y los nervios me consumieran. A pesar de todo quería verlos. Quería verlos y saber con mis propios ojos de que ellos estaban bien ¿Seguía amandolos? Claro que sí y aunque fuera lo contrario, el corazón jamás olvida.

Había pasado un mes desde la última vez que los vi y no fue una manera muy bonita de hacerla. Aún me avergüenzo por haber caído tan bajo y perder la beca, pero tal vez eso tenía que pasar. Tal vez era el destino diciéndome que era hora de volver a Miami y enfrentar lo que había dejado como una cobarde. Eso lo sabría más adelante. La vida misma me daría explicaciones.

Llegamos al hotel el cual era el mismo en el que se hospedó la última vez Hannah. Bajamos del auto y nos dirigimos hacia dentro dónde tomamos nuestras llaves en recepción. Subimos hasta el cuarto piso en donde cada quien iría a descansar a su habitación.

—Bien. Iré a tomar una merecida siesta hasta mañana. Si me necesitan tiren la puerta por qué probablemente no las escuche si tocan. — Jason se despide para entrar a su habitación.

—No sé cómo lo soporte en todo el viaje. — Digo para después bostezar.

—No se ni por qué lo dejaste venir. — Me encojo de hombros y entro a la habitación seguida de Hannah. — ¿Dormirás también hasta mañana?

Niego. Con mis nervios probablemente ni duerma.

— Hablaré con los chicos. — Ella asiente. — ¿Tu dormirás?

—Si pero despiertame para cenar. — Responde.

—De acuerdo.

Agarro una ropa cómoda para andar por aquí y me cambio en el baño. Salgo para darme cuenta que Hannah ya estaba acostada así que decido salir hacia el pasillo donde me siento en el piso.

Suspiro.

¿Por qué pensaba tanto en ellos? ¿Por qué no podía sacarmelos de la cabeza? ¿Por qué no podía parar de llorarlos?

Me encojo y abrazo mis rodillas quedando en posición fetal.

Los extrañaba demasiado pero ¿Por qué no me siento capaz de volver a aceptarlos?  ¿Por qué cada vez que pienso en ellos disculpándose pidiendo volver... No podía aceptarlo? Se sentía incorrecto hacerlo.

Ellos nunca dudaron en sí de verdad yo era capaz de eso. Sí, me vieron desnuda con Connor, pero vieron mi pánico, mi estado, nuestra confusión y aún así... Aun así ellos siguieron firmes en dañarme.

Magnus dijo que se lo esperaba. El estaba esperando una traición de mi parte. Aquello me hirió en lo más profundo. Estuvo todo ese tiempo a mi lado esperando un golpe ¿Qué hubiera ocurrido si nada de esto hubiera pasado? El seguiría a mi lado aún pensado lo peor de mí. No sé qué era peor.

Tenía un revoltijo de pensamientos sobre que pasará cuando ganemos el juicio, por que lo ganaremos, estoy segura. Así como también estoy segura que ella hará uso de mi pasado para perjudicarme. Todos sabrán lo que pasó aquella noche... Eso me ponía furiosa. Furiosa por qué era una tragedia que solo yo decidía si la contaba o no. No sabía cómo había dado con aquella información, pero sabiendo que tenía dinero, no era difícil de averiguar.

La odiaba, la odiaba y ni si quiera la conocía.

Ella tuvo que hacer algo grave para que los hermanos Dankworth tuvieran una orden de restricción contra ella ¿Qué habrá hecho? Tenía mucha curiosidad al respecto, pero sé que no lo sabría.

Suspiro mientras siento como mis lágrimas mojan mis mejillas.

Era horrible sentirme así. Este sentimiento era tan fuerte y abrumador que aveces me preguntaba cómo podía aguantar tanto.

El sonido de mi celular me interrumpe avisando una nueva llamada entrante. Lo tomo, veo el nombre de Connor en el identificador y no dudo en contestar.

Hey! ¿Ya estás en Derby?

—Lo estoy. — Digo mientras trato de que mi voz no suene como si hubiera estado llorando.

—¿Te encuentras bien? ¿Pasó algo con tu padre? —Obviamente falle.

—No, no. No es eso. Es solo que... — Me quedo en silencio sin saber que decir. Escucho como suspira.

No estás listas para verlos ¿Cierto? — Inevitablemente sollozo.

—E-es difícil. A-algo me-me dice que ellos querrán que vuelva. — Digo entrecortado. — No podré, Connor. Se siente mal pero, siento que es lo correcto, y duele. Duele mucho.

Esta bien, Abi. Te sientes así por que no puedes creer que ellos no dudarán de ti con respecto a lo que paso. Sientes rencor en que ellos de verdad creyeron que tú eras capaz de eso, y es normal. Normal por que a nadie le gusta que no confíen en nuestras palabras cuando somos sinceros. Y si no puedes aceptarlos devuelta simplemente date un tiempo para ti. Concéntrate en ti, en sanar, curar tus heridas, ordenar tu vida. Concéntrate en tu papá, su recuperación. Si ellos de verdad te aman y se sienten arrepentidos después de lo de mañana, ellos sabrán darte tu espacio y esperar.

Entonces lo pensé... Un tiempo para mí no sonaba tan mal.

(...)

Veintiocho de agosto.

Día del juicio. 

¿Qué si estaba nerviosa? Eso era poco.

Mis manos temblaban y mi estómago estaba tan apretado que ni siquiera pude desayunar. Solo pude ingerir un batido que Hannah me obligó a tomar.

Anoche no pude dormir nada por lo que mis ojeras están profundamente marcadas. Hannah estaba preocupada por mi aspecto enfermizo pero le prometí que cuando todo esto terminara yo misma me tomaría un somnífero para tener unas merecidas horas de sueño. A pesar de que había recuperado un poco de peso con toda la comida que Hannah me había hecho comer mientras estaba cuidando a papá, mi piel seguía tan pálida como nunca antes y en mi cara se notaba todo lo había pasado estos últimos cuatro meses.

A papá lo había dejado muy bien. El doctor había dicho que posiblemente uno de estos días lo sacarían del coma, pues había reaccionado bien cuando le quitaron el tubo de oxígeno. Esperaba estar allá para que sea yo lo primero que sus ojos vieran cuando abriera sus ojos. Tenía un vuelo está madrugada por lo que llegaría en la madrugada de mañana. Aunque quisiera quedarme un poco con los chicos, no podía.

Estábamos llendo al juzgado y Jason había tratado de distraerme al verme temblando como una hoja y se lo agradecía. Jason como había dicho iba a asustar a todos por lo que se había puesto una camiseta negra cuello V que se adhería a su cuerpo, dejando libre sus brazos y cuello lleno de tatuajes. Sus jeans rotos en las rodillas también dejaba ver los tatuajes en estas. Sus grandes y pesadas botas de combate y se había colocado sus pircings en nariz, labio y ceja. No estaba segura si podía pasar al juzgado así pero debo admitir que estaba increíblemente sexy. Hannah había quedado babeando unos cuantos segundos hasta susurrar el nombre John cinco veces, se podrán imaginar la arrogancia con la que Jason había sonreído. El sabía que estaba bien bueno y el efecto que causaba con solo una mirada y una sonrisa. Sí no estuviera enamorada de los hermanos Dankworth y no lo conociera desde que éramos críos, tal vez, tal vez, estuviera pérdida por el.

Un mensaje de texto interrumpe mis pensamientos. Era Connor.

Connor:
¿Dónde estás? Todos ya están aquí.

Inhaló aire y luego lo expulso lentamente. Dios, esto de verdad iba a pasar.

Yo:
"Estoy a unas calles, ya llego"

Tenía que confiar en Caleb y Connor, y también en Hannah. Ella traía con ella unos papeles bajo la manga. Papeles que nadie tenía que demostraba lo que me había pasado en Miami. Papeles que demostraban mi inocencia en la fatídica noche en Miami. No sabía si Caleb lo sabía, pero no estaba demás en traerlos. Eran los oficiales que habíamos llevado a la estación de policía, que fueron negados al escuchar los nombres de los involucrados.

Luego de cinco minutos estábamos frente al juzgado de Derby.

Los nervios mientras bajaba del auto estaban haciendo de mi un desastre y Jason se percató de eso. El toma mi mano y la apreta.

—Hannah y yo estaremos aquí para ti, al igual que tus amigos de aquí. No tienes por qué temer. —El me detiene antes de que entremos.

—Tengo miedo de que todos se enteren. —Miro hacia mis manos temblorosas.

— Tarde o temprano lo harían, manzanita. Si ellos son tus amigos y esos hombres te quieren no te juzgarán. No fue tu culpa, Abi. Nada de lo que te paso te lo buscaste. Fuiste una víctima en manos de hombres de mierda que se las verán conmigo cuando volvamos a Miami. — Miro hacia arriba por que es muy alto. — Te prometo que todo estará bien. No tienes nada que temer ¿Ok? No eres la primera ni la última mujer que desgraciadamente le ha ocurrido. Sé fuerte. Eres una Black Soul y una Black Soul nada más le teme al diablo.

Sonrío ante sus últimas palabras.

—No soy una Black Soul.

—En tus venas corre la sangre Russell. Eres más Black Soul que yo, manzanita, y algún día vas a tener que aceptarlo. Por más que corras y te escondas siempre tendrás que volver a nosotros. — Suspiré y baje mi cabeza. El tenía razón.

Miro a Hannah a mi lado quien sonríe.

—Esta vez aceptaré nuestras raíces. Una Black Soul nada más le teme al diablo y ya sabemos quién es él para ti.

Asiento y agarro el valor.

Un Black Soul nada más le teme al diablo y afortunadamente ese diablo es mi padre.

Avanzamos y entramos al juzgado. La audiencia sería en la sala tres, nos acercamos a la puerta y vuelvo a mirar a Hannah y Jason, quienes me sonríen demostrandome que están aquí para mí. Vuelvo a mirar la puerta con determinación.

Yo soy Abigail Russell y no debo temerle a nadie, ellos deberían temerme a mí.

Sin rodeos abro las puertas y empiezo a caminar con seguridad hacia el frente. No quería ver a los lados por que esa seguridad que estaba en mí se iría. Sabía que los Dankworth estaban y que también mis amigos. Detrás de mí podía escuchar los pasos de Hannah y Jason. La sala estaba en silencio y solo se oían nuestros pasos. Connor está en frente por lo que no debo mirar hacia ningún otro lado.

Veo como Connor y Caleb se levantan de sus asientos y giran hacia mi. Connor me sonríe emocionado y su padre me da una sonrisa llena de seguridad. Seguridad que me transmite.

—Hasta que al fin llegas. — Le sonrío a Connor y me acerco para darle un pequeño abrazo que corresponde. — Todo va a estar bien.

Asiento y me dirijo hacia Caleb a quien le estrecho su mano.

—Un gusto volver a verte, Abi.

—Igualmente, señor Ferguson. —Le sonrío.

—Lo dejaré pasar por que estamos aquí pero fuera, llámame Caleb. — Asiento y me volteó hacia Hannah y Jason quienes están detrás de mí.

Jason había cambiado su postura totalmente.  Parecía preparado para saltar a cualquiera que se le acercara. Mirada sería y vacía, su cuerpo tenso y rígido. Su aura gritaba peligro y eso me hizo sonreír un poco.

—Les presento Hannah, mi tía. — Señaló a Hannah y luego a Jason. — Jason, un amigo.

Hannah estrecha la mano de Caleb y luego de Connor, quienes mencionan sus nombres. Jason fue una historia diferente. Pude ver a Connor intimidado cuando Jason apretó su mano y a Caleb tenso.

— Oye, la idea no era intimidar a mi abogado y su hijo. — Lo reprendo en un susurro y este me mira serio.

— Todos tienen su mirada en nosotros tengo que seguir mi papel. — Casi río y veo un atisbo de sonrisa en su rostro. El en serio estaba dispuesto.

—Señor Ferguson. —Volteo cuando escucho a Hannah. — ¿Usted tiene los informes médicos de Abi?

Veo la confusión del rostro de Caleb y Connor. Así que ellos no habían llegado hasta allá.

—¿Informes médicos? — Pregunta confundido y Hannah asiente para extender los papeles quien los toma de inmediato.

—Debe de saber lo que pasó con Abi en Miami. Estos son los informes médicos del día después de esa tragedia.

Veo como los Ferguson empiezan a hojear los papeles e inevitablemente sentí vergüenza. Vergüenza de que supieran la verdad de lo que me había sucedido.

—Abi... —Alzo mi rostro y veo a Connor mirándome y pude ver impresión en su rostro. El no lo sabía.

—Esto, Abi. Esto es crucial hoy. — Volteó al señor Ferguson. — Si ella intenta utilizar tu pasado, se hundirá. Por que lo mismo que utilizaron contigo hace un año, lo volvieron a utilizar en esta situación. Ella recreo la misma situación y eso será lo que sembrará la duda y luego se confirmará con las pruebas. No hay forma, ni manera posible que ella gane. Cualquier cosa que utilice contra ti será en vano.

Saber eso me tranquilizaba, lo que no me tranquilizaba era saber que ella me expondría frente a todos.

Decido por primera vez desde que llegué mirar a mi alrededor.

Detrás de nosotros me encontré a los mellizos, Blake, Garret y Olivia, a quienes les sonreí y saludé con mi mano. La mamá de Connor quien me sonrío y saludo con la mano, gesto que le devolví. Y no, no estaba preparada para verlos a ellos... Los Dankworth. Estaban en las últimas filas de asientos y no vinieron solos, estaban sus madres y padre. Mi corazón se aceleró cuando mi mirada se encontró con la de Malcolm. Mi Malcolm. Sus ojeras eran impresionantes al igual que las mías y podía ver en su rostro sufrimiento, sufrimiento que me afectó. A su lado estaba mi rey supremo. Aquel hombre de mirada dura y de hielo estaba... No sabía cómo describirlo. No era mi Magnus el que estaba sentado allí, por primera vez lo ví con duda, duda de no saber que hacer y su mirada conectada con la mía también me demostró que la estaba pasando mal.

Decidí mirar al otro lado y me tense. El estaba allí. El hombre que me había golpeado, hablando con ella. Con esa maldita loca que sonreía como si supiera que ganaría esta vez, sin saber que la hundiriamos en la cárcel por lo que nos hizo. Cuando nuestros ojos se encontraron fue como si alrededor no hubiera nadie más que ella, yo y nuestro campo de guerra. Quería golpearla, hacerla sufrir como yo lo hice gracias a sus acciones. Quería verla hundida. Ví como en su rostro aparecía una sonrisa maligna y yo no pude hacer más que apretar mis puños de coraje.

Siento como alguien toma mi mano y la acaricia. Volteo y es Jason. El me me mira sin sonreír pero sus ojos me transmiten tranquilidad y me vuelve a traer a tierra.

— Ella pagará. — Asiento de acuerdo y no puedo evitar volver a verlos a ellos. Ellos, quienes ya no me miran a mi si no la mano que acaricia la mía. — ¿Son ellos cierto?

—Si. — Es lo único que digo mientras vuelvo a verlo y veo como una sonrisa juguetona aparece en sus labios.

— Creo que están un poco celosos de mí y mi suerte de poder estar tocandote. — Muerde sus labios en un gesto que casi me hace suspirar ¡Soy humana! ¡El es demasiado sexy! — Aunque quisiera tocarte de otra forma, manzanita. Eso sería un verdadero placer.

El me guiña un ojo y siento como mi rostro empieza a quemar.

—¡Jason! — Le reprendo en susurro y el sonríe.

—¿Qué? Soy muy sincero, Abi. Si te distraes o te dejas no voy a dudar en meterme en tus bragas. — Abro mi boca y estoy segura que debo estar peor que un tomate. Siento como mi rostro quema y inmenso calor en el ¡Mi Dios!

Volteo hacia otro lado y me encuentro con Hannah quien arquea una ceja hacia a mi y me sonríe divertida. Estoy segura que escucho todo de principio a fin.

—¡Todos a sus lugares, por favor! ¡El juicio comenzará en dos minutos!

La voz de un hombre en una esquina hace que mi cabeza se enfríe.

Todos van a sus puestos, incluyéndome. Estaba al lado de Connor y este al lado de su padre.

—¡De pie para recibir a nuestro juez!

Todos nos levantamos.

Había llegado la hora.



Ahhh no puedo creerlo. 🥺🥺

La primera parte donde narra Malcolm fue algo que añadí a última hora. Muchas querían saber su reaccion y era algo que ya había escrito pero que no pondría en esta historia si no en la otra, pero me pareció mejor que saliera aquí 🤔 y además quería complacerlas 🤗

Solo dos capítulos y el epílogo ♥️

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