Nosotros ante todo

By sofiagarrido01

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Zoey Parker es una adolescente viviendo en 1992 pero todo cambia cuando Atlas Reed aparece. Descubrirá que el... More

Nota de la autora
Cap.1 "Soy Atlas".
Cap.2 "No rompo mis promesas".
Cap.3 "Déjame besarte".
Cap.4 "Desaparecer".
Cap.5 "Mi playa favorita".
Cap.6 "Cuanto te quiero".
Cap.7 "Estar donde tu estás".
Cap.8 "Tú si puedes evitarlo".
Cap.9 "Cosas del futuro".
Cap.10 "No existe final".
Cap.11 "Déjalo ser".
Cap.12 "En tanto estemos juntos".
Cap.13 "Bailemos así por siempre".
Cap.15 "Teo, el cachorro".
Cap.16 "Tendré que imaginarte".
Cap.17 "Disfruta el presente o extrañarás el pasado".
Cap.18 "Es hora de pagarme".
Cap.19 "Yo te lo perdonaré".
Cap.20 "Atrapado en la realidad".
Cap.21 "Siempre te amaré".
Cap.22 "Serás mi recuerdo favorito".
Cap.23 "¿Qué? ¿Nadie me va a abrazar?".
Cap.24 "¿Quieres que desaparezca?".
Cap.25 "¿Besándose con un chico?".
Cap.26 "Serás mia".
Cap.27 "Esto no va a terminar bien".
Cap.28 "Ni en el infierno te querrían".
Cap.29 "Prometo bailar con ella".
Cap.30 "¿Y quién es el novio?".
Cap.31 "El tiempo que tuvimos".
Cap.32 "¿Es muy tarde para elegir verdad?".
Cap.33 "Entonces acabemos de una vez".
Cap.34 "Tu siempre estarás aquí".
Cap.35 "En otra vida".
Cap.36 "Puedes quedarte aquí".
Cap.37 "Eres toda mía".
Cap.38 "No lo dejes ir".
Cap.39 "Con todo mi corazón".
Cap.40 "Creo en nosotros".

Cap 14. "Vuelve atrás".

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By sofiagarrido01

Brown City, Michigan. Febrero, 1993.

¿A qué no sabes quién tiene Alzheimer? —preguntó Jaxon cuando Destiny y yo nos sentamos en la mesa de la cafetera.

—No, ¿quién? —preguntó Scarlett, pinchado un poco de la lechuga de su ensalada.

—¿Quién que? —respondió Jaxon, confundido.

Scarlett nos dio una mirada a nosotras dos y luego a Atlas, que intentaba no reírse. La cara de la pelirroja gritaba "es una broma, ¿no?".

—Que quién tiene Alzheimer —dijo Scarlett como si nuestro amigo estuviese loco.

Atlas a mi lado bebió de su botella para no reírse. Lo miré dudosa sin entender nada. Destiny miraba a su novio con cara de preocupación, como si no entendiera que le pasaba.

—No sé, dime quién —continuó Jaxon con una sonrisa. Ahora él también intentaba no reírse.

Entendí que le estaban tomando el pelo a Scarlett cuando Destiny se relajó y sonrió un poco. Pero ella aún seguía con el ceño fruncido hacia Jaxon.

—¡No sé, tú preguntaste quien tenía! —gritó ella eufórica.

Todos explotamos en risas y ella entendió, porque una sonrisa se formó en su rostro después de revolear los ojos.

—Oh, se supone que eres tú el que lo tiene. No puede ser que cayera en eso —acotó bebiendo de su refresco color naranja.

—Tengo que pensar que voy a decir en mi casa cuando me reprendan por haber reprobado geometría —se quejó Destiny, cambiando el tema radicalmente.

—Yo música. —Todos miramos a Jaxon con el ceño fruncido. —¿Qué?

—¿Cómo repruebas música? —preguntó Atlas negando con la cabeza con una sonrisa.

—No supe contestar los orígenes de los estilos —respondió el, encogiéndose de hombros—. Y mi hermano no conoce más música que la de Billy Joel o John Lennon.

—Tranquilo, yo te ayudaré para el próximo examen —se ofreció Atlas y lo miré rápidamente como la niña de la película "El exorcista".

—Dijiste que ibas a ayudarme con mi música latina —reproché, dándole a entender que no solo quería aprender de su conocimiento de música, sino que también quería viajar por todo lados.

—Zoey, puedo ayudarlos a ambos —dijo guiñándome un ojo. Le sonreí un poco.

—Señorita Scarlett —habló una voz que no conocía y todos subimos la cabeza para encontrarnos a un chico parado frente a nosotros—, ¿aceptaría esta rosa como invitación a pasar el día de San Valentin conmigo? —preguntó el chico extendiendo la flor hacia mi amiga con una pequeña reverencia.

Algunas personas en otras mesas miraban la escena y otras solo se reían para ignorarla. Scarlett abrió un poco la boca sorprendida. No tenía idea de quién era este chico pero al perecer ella si. Todos en la mesa la miramos esperando una respuesta. Se levantó acomodándose la falda sobre las medias, carraspeó su garganta y se cruzó de brazos.

—Si, claro que si —respondió borrando su posición negativa. Saltó a los brazos del desconocido y besó su mejilla. Él le sonrió y le dejó la rosa susurrando algo en su oído antes de irse.

—Genial Scarlett, solo recuerda que mejor protección en mano que nueve meses de embarazo —bromeó Jaxon.

Destiny le dio un pequeño empujón riéndose al igual que Atlas y Scarlett lo miró con odio.

—Al menos yo, si lo pienso hacer en la parte de atrás de un auto, me aseguraré de que tenga vidrios polarizados —contraatacó ella sonriendo victoriosa.

Destiny palideció mientras Jaxon le devolvía la mirada de odio. Nosotros dos nos reímos de las caras de los tres.

—¿O sea que si lo estás pensando? —Se dio cuenta Atlas, mirando a la pelirroja parada a su lado.

Ella se cruzó de brazos, le dio una mirada de arriba abajo y se fue de allí. Jaxon se rio un poco pero mi amiga aún parecía en shock.

—Solo bromea, no nos vio en mi auto —negó él.

—¿Y por qué Destiny no respira? —preguntó Atlas, pasando la mano frente a la cara de mi amiga, que miraba un punto fijo.

—Ya, no te preocupes —la animé, moviendo su brazo—. ¿Quién no lo ha hecho en el auto? —pregunté cómo si fuese algo normal.

Destiny me miró de pronto, Jaxon frunció el ceño y Atlas ladeó la cabeza.

—Yo... Quiero decir, yo no, claro —dije aclarándole a Atlas pero él otra vez, parecía intentar no reírse—. Basta —le propiné un pequeño golpe en el hombro haciendo que se riera.

—¿Y qué van a hacer para San Valentín? —preguntó Atlas, intentando cambiar el tema que parecía poner muy incómoda a mi amiga.

—Vamos a acampar —respondió ella mientras Jaxon masticaba su comida—. Aún no decidimos si ir hacia el bosque del norte o el sur pero no iremos muy lejos. ¿Ustedes?

¿Nosotros? Ah, pues, ni idea.

Volteé a ver a Atlas que se encogió de hombros, sin saber qué responder. No habíamos planeado nada. Al menos yo no. No me sorprendería que él si tuviese algo organizado pero no pudiese decirlo porque involucraba algún país cruzando el Atlántico.

—Aún no sabemos —respondí volviendo a verlos—. Quizá tomemos un helado en Capricho y luego veamos una película en casa de Rose —mentí, sabiendo que ese había sido el plan de unas semanas atrás una tarde nublada.

El timbre sonó y cada uno se fue hacia sus respectivas clases. Destiny caminó junto a mi hacia la clase de literatura mientras que nuestros novios compartían clase hacia el otro lado de la escuela.

—¿Quieres ir al centro hoy? Hace tiempo que no vamos —dijo esquivando gente que caminaba en distintas direcciones.

—Lo siento, hoy tendré que quedarme en la tienda hasta el cierre porque mi padre no llegará a cerrar —respondí con una mueca.

—No hay problema, podemos ir mañana si quieres. —Asentí con la cabeza entrando en la clase detrás del profesor.

—Espero que hoy tengan muchas ganas de aprender porque tengo muchos ejercicios para esta hora —avisó él.

Maldición, ya me quería ir.

**

Dejé la escoba en el armario de limpieza luego de pasarla por toda la tienda. Las ventas habían bajado un poco desde que las fiestas habían pasado pero aún así entraba gente cada tanto. Me até una coleta y tomé el disco que estaba por terminar para reemplazarlo por otro.

Losing My Religion de REM comenzó a sonar cuando coloqué la púa. Continué acomodando más discos cuando la puerta se abrió y una pareja entró. Las próximas horas fueron atender y acomodar. Papá era un poco desorganizado y a veces dejaba algunos discos donde no iban.

Becky entró por la puerta para hacerme compañía. Ella dijo que estaba aburrida y le apetecía que volviéramos a casa caminando juntas, pero yo sabía que mamá estaba preocupada porque volviese sola.

Saqué el dinero para colocarlo en mi mochila mientras Becky se colocaba el abrigo. Bajé las rejas y me acerqué a ella.

—Podríamos comprar unas donas de camino a casa —sugirió poniéndose su gorro sobre la cabeza.

—Excelente idea. —Le sonreí.

Caminé hacia el interruptor para apagar las luces, pero antes de llegar, una fuerza mayor me hizo alejarme. Mi cuerpo salió disparado hacia algún lugar mientras oía una explosión. Mis oídos se fueron tapando de a poco mientras mi vista se nublaba. Cerré los ojos esperando que el dolor se esfumara pero solo dejé de sentirlo cuando me relajé.

**

Un pitido insoportable fue lo primero que oí. Quería abrir los ojos pero los párpados me pesaban mucho. Cerré los ojos con fuerza, comprobando que mi cuerpo le hacía caso a mi cerebro. Sentía que alguien estaba presionando mi brazo con fuerza porque dolía como los mil demonios.

—Familia Parker —dijo alguien—, está despertando.

Una puerta se cerró y pude sentir una mano apretando la mía.

—Hija, ¿puedes oírnos? —preguntó la voz de mi mamá. No tuve la fuerza para responder, así que solo moví mi dedo pulgar. —Lo siento tanto, Zoey —sollozó un poco.

—Te vas a poner bien hija, tranquila y descansa —dijo mi padre besando mi frente.

Tomé fuerzas de donde no tenía y abrí lentamente los ojos.

—¿Dónde estoy? —balbuceé encandilada por la luz blanca del cuarto cuadrado.

—Estamos en el hospital, Zoey. Explotó la casa que está junto la tienda por una fuga de gas. Gracias a Dios ambas están bien —me explicó mamá secándose las lágrimas.

—¿Qué? —pregunté casi sin voz.

Entonces vino a mi mente el recuerdo de estar en la tienda, cerrando y por apagar las luces. Mi cuerpo voló por el aire mientras oía la explosión.

—Becky... —recordé—. ¿Dónde está? —Quise sentarme un poco pero papá me tomó de los hombros, haciendo que me quede recostada.

—Tranquila. Tiene heridas graves pero se pondrá bien. Según el médico que las atendió, tú solo tienes un poco de monóxido en los pulmones y el brazo roto porque caíste sobre él. Pero una de las paredes cayó sobre las piernas de Becky.

Mi corazón comenzó a latir con fuerza, pensando lo peor e imaginando a mi hermana menor con muletas. O peor, en silla de ruedas. Ella tenía una vida muy activa, jamás se acostumbraría a eso.

—¿Podrá volver a caminar? ¿Dónde está? Necesito verla —sentencié levantándome de la cama.

—Zoey, vuelve a la camilla por favor. Tienes que tomar la medicina del frasco rojo —dijo una enfermera que entró en el cuarto, llamando la atención de todos—. Disculpen señores Parker, pero tienen que retirarse.

—Tus amigos están afuera —me hizo saber mamá acariciando mi mejilla.

—¿Atlas está aquí? —pregunté aún sintiendo el corazón aturdiéndome dentro de mi pecho—. Por favor, necesito verlo.

Mamá le dio una de esas miradas que ella sabía a la enferma. Su rostro se suavizó y soltó un suspiro mirando hacia abajo.

—Solo cinco minutos, por favor —pidió ella saliendo del cuarto.

Mamá me dio un beso en la frente y salió detrás de mi padre. Dejaron la puerta entreabierta. Solté un suspiro, pasando mi brazo no vendado por mi cabeza. Atlas entró por la puerta, pero parecía otra persona.

Tenía el rostro totalmente abatido, el cabello desordenado como si se hubiese pasado las manos repetidas veces y los ojos inyectados en sangre. Se acercó rápidamente a mí y se sentó en el borde de la camilla, tomando mi mano con cuidado y desesperación.

—Estás aquí —le susurré sin fuerzas.

—Por supuesto que estoy aquí. Tu madre llamó a Destiny y ella se encargó de avisarnos a Jaxon y a mí.

—¿Qué hora es? —pregunté parpadeando un poco.

—Las nueve y media —respondió acariciando mi mano suavemente—. La gente de la misma cuadra llamó a emergencias. Hubo cinco heridos graves además de ustedes, tres dentro de la casa y otro dos que pasaban por la calle. Te encontraron, alguien te reconoció y llamaron a tu padre. Él fue hacia el hospital mientras tú madre llamaba a Destiny.

—Dios —mascullé sin poder dejar de pensar en Becky.

Pero mi mente no estaba del todo afectada porque aún recordaba mi vida. Recordaba todo. Lo que sucedió ese día, lo que sucedió el anterior y la semana pasada. Recordaba a mis padres, a Becky, a mis amigos y Atlas. Recordaba que él volvía en el tiempo.

—Destiny llamó llorando a la casa de Rose cuando fueron las siete y cuarto. Estaba tan desesperado que vine hasta aquí corriendo, ni siquiera le dije a Rose lo que sucedía. Me encontré con Jaxon cuando llegué y...

—Vuelve atrás —dije cuando la idea apreció en mi mente.

—¿Qué? —preguntó algo sorprendido.

—Vuelve en el tiempo y evita la explosión —le expliqué rápidamente en voz baja. Él abrió la boca mirando el electrocardiograma que sonaba a mi lado.

—Zoey, ya han pasado casi tres horas. No sé si sea algo seguro.

—Atlas, mi hermana tal vez no pueda volver a caminar. Ni siquiera sé cómo está. Tienes que hacer esto, por favor —le supliqué.

—Si vuelvo y lo cambio, podría evitar sucesos importantes que sucedieron en estas horas —explicó con paciencia.

—Te lo ruego, por favor —pedí una vez más, sintiendo las ganas de llorar frente a él.

Hizo una mueca con sus labios. Sabía que no debía rehacer nada pero no podía no cambiar esa explosión.

—Si vuelvo atrás solo, no recordarás nada de esto —dijo considerando mi idea.

—Entonces llévame contigo —presioné viéndolo mirar hacia afuera si alguien se acercaba.

—Seguirás teniendo las secuelas porque tú sí sufriste el accidente.

Moví mi cabeza para tomar el frasco rojo que estaba a mi lado y entregárselo.

—Tengo mis pastillas —dije implorando con mis ojos.

Él observó el frasco en mi mano y luego a mí para suspirar. Sabía que lo estaba poniendo en una posición complicada pero era la vida de mi hermana, no podía dejarlo pasar si sabía que tenía posibilidad de cambiarlo.

—¿Sabes que esto es una locura, no es cierto? —preguntó guardando las pastillas en el bolsillo de su chaqueta.

—Todo lo que hacemos es una locura —respondí tomando sus manos.

—Ay mierda —susurró viendo por la ventana como una enfermera caminaba hacia mi cuarto para decirnos que habían terminado nuestros cinco minutos.

—Atlas, vámonos —dije al instante y lo vi cerrar los ojos.

Mi cuerpo sintió el cambio de tiempo exactamente igual que la primera vez. Doloroso, molesto e incluso insoportable. No sabía si podía llorar mientras viajábamos pero estaba segura de que llegaría con los ojos aguados. Mi brazo vendado dolió como si alguien tirara de el con todas sus fuerzas. Abrí los ojos para encontrarme en la habitación de Atlas, cayendo sentada sobre su cama sin energías.

Busqué con la mirada desesperadamente agua. Vi una botella sobre el escritorio y no me importó si llevaba días allí, simplemente me la bebí. Él también bebió una que estaba por la mitad y salió del cuarto.

Me dejé acostar sobre la almohada, totalmente agitada y adolorida. Por la ventana entraba la luz del sol y supuse que habíamos vuelto. Atlas volvió con dos botellas de agua y un poco de algodón.

—¿Para qué es el algodón? —pregunté jadeando mientras se bebía su segunda botella y yo hacía fuerza para levantarme.

—Para la sangre de tu nariz —respondió sentándose a mi lado y obligándome a quedarme recostada.

Pasó el algodón por mi nariz con cuidado mientras intentábamos regular las respiraciones, que era lo único que podíamos oír en su cuarto.

—¿A dónde volvimos? —pregunté tragando saliva.

—Al mismo día, solo que seis horas atrás —explicó mientras tiraba el algodón al tacho de basura bajo su cama—. Tranquila, si fuimos a la escuela. Solo nos salteamos las últimas dos horas de idioma.

—¿Qué pasó con nuestros otros yo?

—Desaparecieron. Los reemplazamos. Tranquila, ocupé un horario en el que estabas en el baño y yo dentro de los vestidores de gimnasia. Nadie nos vio desaparecer.

—¿Qué hacemos ahora? —pregunté, sabiendo que no tenía ni idea de cómo resolver esto.

—No tengo idea —respondió frustrado, pasándose las manos por la cara—. Pero por el momento, tómate esto.

Me entregó el frasco con pastillas y lo abrí para olerlo. Sabía a plástico quemado y apostaba que no me dejaría un buen gusto en la boca. Pero Atlas ya había hecho mucho por mi, lo mínimo que podía hacer era devolverle un poco obedeciendo.

Que él no supiera que hacer era algo que en serio me asustaba. Para mí el siempre había tenido el control de todo. De lo que podía o no hacer, de cuánto tiempo o a qué lugar podía viajar. Pero esta vez no sabía qué hacer. Entonces entendí que él preguntaba en serio, esa noche en París, qué sucedería si algún día no podía venir. Porque era algo que lo atormentaba, algo que no tenía respuesta y quizá nunca la tendría.

—Tenemos que evitar estar en la tienda y tengo que detener a Becky de ir —dije levantándome de la cama para ir a mi casa.

Le diría que me sentía mal porque tenía el periodo, que por otro lado era cierto, que quería que se quedara conmigo a ver televisión y comprar helado. Pero Atlas tomó mi brazo y tomó mi cintura para hacerme acostar.

—¡Hey! —me quejé cuando me dejó allí y se cruzó de brazos.

—Primero que nada, tú te quedas aquí, señorita invalida. Segundo, yo iré a arreglar esto. Tercero, no podemos simplemente sacar a Becky de la explosión. La tienda sufriría igual y tu padre perdería su trabajo.

—¿Entonces qué hacemos? —Volví a incluirme en el tema, esperando que estuviese tan concentrado que olvidara que me duele el cuerpo.

—Tu nada, te quedas aquí —dijo y revoleé los ojos—. No solo hay que sacar a Becky de la explosión, hay que evitarla desde el comienzo. La explosión fue a las siete, la fuga comenzó mucho antes. Hay que evitar que todo explote.

—¿Y cómo vas a hacer eso?

Salió del cuarto, ignorándome por completo. Gruñí dándole un puñetazo al colchón con mi mano libre. Me quedé allí durante unos cuantos segundos hasta que oí las escaleras y la puerta abrirse.

—Rose subirá con un té en un rato, le dije que te sentías mal en la escuela —me explicó guardando un cuaderno en su mochila.

—¿En serio vas a dejar a Rose a cuidarme? —pregunté confundida para verlo asentir con la cabeza—. No quiero molestarla. Pudiste llamar a Jaxon para que viniera a buscarme y me llevara a casa.

—¿Para que tu padre sepa que no podrás cerrar la tienda y envíe a Becky a cerrar? No Zoey, hay que mantener a todos alejados por si no puedo evitarlo.

—¿Y qué voy a hacer yo estas seis horas? —pregunté mirando como caminaba de un lado al otro, metiendo cosas en su mochila.

—Puedes pensar que vas a decirle a tus padres cuando pregunten porqué no estuviste en la tienda hoy. Diles que te quedaste dormida o que los vecinos te advirtieron sobre la fuga y te enviaron a casa.

—Atlas —lo llamé tomando su brazo antes que se alejara de mi—, si no puedes evitar la explosión, prométeme que estarás lejos de la tienda. —Él bajó la mirada pero asintió con la cabeza. —Prométemelo —insistí abriendo los ojos.

—Te lo prometo Zoey, estaré bien —dijo mirándome fijo a los ojos—. Tu descansa e intenta distraerte con Rose. Le dije que llame a tu casa y diga que estás aquí, que yo te llevaré a la hora de abrir la tienda que también pasaré por ti a las siete, para que tu madre se quede tranquila y no envíe a Becky.

—Gracias —mascullé conmocionada.

Sin importarme el dolor que sentía mi cuerpo, con mi brazo sano lo rodeé y lo atraje hacia mí en un abrazo. Podía oler su perfume mezclado con un poco de transpiración por estar yendo de un lado al otro.

—Te amo —le hice saber antes que se fuera—. Gracias por hacer esto por mí.

Se alejó de mí para besar mis labios lentamente. No sabía si tenía miedo de hacerme daño o no quería retrasarse con el tiempo, pero fue un beso corto.

—Lo hago por nosotros, ¿si? —agregó colocando un mechón de cabello detrás de mi oreja.

—Nosotros siempre estamos ante todo —dije acariciando su mejilla.

—Siempre —respondió tomando mi mano y dejando un beso en ella—. Volveré antes de que te des cuenta.

Y con eso salió de su cuarto, dejándome totalmente sola. Dejó la puerta entreabierta, lo que hizo que pudiese oír el televisor de la sala y las cucharas de metal resonando en las tacitas, como si Rose le estuviese poniendo azúcar.

Solté un suspiro y me apreté el anillo que Atlas me regaló contra el pecho, esperando que estuviese bien. Que todo resultara bien y no hubiese heridos.

—Hola mi niña —saludó Rose entrando en el cuarto con una bandeja en las manos—, ¿cómo te sientes? —preguntó ella, sentándose a mi lado.

—Bien, solo un poco mareada —respondí sonriéndole débilmente.

—Tú tranquila, yo estaré aquí todo el día. Subiré cada tanto para ver que necesites algo, ¿si?

En este momento, lo único que quería era no estar sola y pensar en milles de malos escenarios para los acontecimientos de las siete de la tarde.

—Rose —la llamé cuando estuvo por cruzar la puerta y volteó hacia mi—, ¿te quedarías un rato? —pregunté con un poco de vergüenza.

Ella sonrió y asintió con la cabeza para volver a sentarse a mi lado. Estuvimos una hora charlando, me contó cómo fue que Atlas y Brooke se presentaron aquí en su casa el año pasado, diciendo que venían a hacer una inspección de la instalación. Brooke no pudo contenerse y antes de irse, se tiró sobre Rose a llorar diciendo que la extrañaba mucho.

Ella no entendió que sucedía y Atlas le dijo que le recordaban a su abuela, por eso Brooke lloraba. Rose accedió a invitarlo un té cuando quisieran. Después de cuatro sábados de tés y ajedrez, terminaron por confesarle que ella era su abuela y que venían de 2010.

Después de una hora y media, el sol calentó un poco el cuarto, lo que me hizo bostezar. Rose se retiró para dejarme dormir un rato y agradecí no tardar en hacerlo, porque mi mente se iría directo a Atlas.

Un pequeño dolor en el brazo me despertó y noté que Atlas había cambiado mi venda por una nueva, ya que la otra se me había corrido de lugar mientras dormía.

—Atlas, estas aquí —dije abrazándolo con fuerza—. ¿Qué pasó? ¿Qué hiciste? —pregunté apresuradamente.

—Tranquila, todo está bien. Fui a hablar con los dueños de la casa, diciéndoles que desde la tienda se podía oler una pequeña fuga de gas. Ellos llamaron a alguien para que lo solucione. Al parecer, su calefacción tenía una pérdida y al estar encendida, se prendió fuego todo al instante. Pero tranquila, la fuga se reparó y no hubo explosión.

—Dios mío —susurré volviéndolo a abrazar.

—Pero tengo que decirte algo —dijo en voz un poco baja y me alejé de él—. El día de hoy, quiero decir la primer versión del día de hoy, estuve buscando y compré tu regalo de San Valentín —me explicó moviendo la cabeza de un lado al otro.

—Y ahora ya no está porque nunca sucedió —completé por él—. Lo siento en serio. Pero este es el mejor regalo que hayas podido darme. De verdad, no necesito más nada.

Tomé su rostro y besé sus labios. Él me respondió al instante y con menos miedo que hace unas horas atrás.

—¿Cómo estás del brazo? —preguntó pasando su mano suavemente por él.

—Mucho mejor. El plástico derretido si hizo efecto —dije para verlo reír.

—Vamos, te llevo a tu casa.

Me despedí de Rose agradeciéndole por el té y la charla. Atlas me ofreció tomar un taxi pero no tenía dinero y no quería seguir causando molestias. De igual forma, se negó a hacerme caminar. Me dejó en la puerta de mi casa cuando fueron las siete y cuarto. En el día original, a esta hora lo estaba llamando Destiny llorando para avisarle que mi hermana y yo estábamos en el hospital.

Pero Becky estaba perfectamente bien, lo supe cuando abrió la puerta lamiendo una paleta de helado.

—Hola —saludó sin mucha emoción—, ¿qué tal?

No pude resistir las ganas de abrazarla y lo hice, sin importar el dolor en mi brazo. Ella retrocedió tambaleándose y levantó la paleta para que no la tirara.

—¿Pero qué? Casi tiras mi paleta —se quejó dándome un zape en la cabeza. Se fue de allí y aproveché para darle un empujón por la espalda mientras me reía.

—No olvides tomar esto —susurró Atlas en la puerta de mi casa, entregándome el frasco de pastillas.

—No lo haré. Gracias otra vez por lo que hiciste, en serio, no te lo podré pagar nunca.

—Si, si podrás. Ya verás que sí —dijo guiñando un ojo.

Lo miré de soslayo con una pequeña sonrisa apareciendo en su rostro.

—Te veo mañana en la escuela —dijo para besar mis labios para salir de allí, bajando los escalones y caminando hacia la casa de Rose.

—Hija, ¿cómo estuvo el día en la tienda? —preguntó mamá bajando las escaleras con el canasto de ropa sucia.

—Tranquilo, no se vendió casi nada —mentí encogiéndome de hombros.

—Que lastima. Al menos que bueno que Atlas pudo traerte a casa, temía que algo sucediera en el camino —dijo tomando mi rostro y besando mi frente. 

Sí que algo iba a suceder en el camino, pero ella no sabía que en realidad sí sucedió y Atlas y yo lo cambiamos volviendo en el tiempo.

**
Nota de la autora: Hola! Actualización aquí! Se que estuve algo lenta los últimos días para actualizar esta historia pero ya terminé de escribir la próxima así que estaré más al tanto💪🏻

Como viene la historia? Les está gustando?

Gracias por leer, votar y comentar💕

Besos distanciados,

Sofi Garrido

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