Dobles intenciones

By LadyEsmeG

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La rivalidad siempre fue un buen juego previo. Yelehen y Harlen están en vueltos en una carrera por el dinero... More

Capitulo 1: El tamaño sí importa.
Capítulo 2: La arpía.
Capitulo 3: El oportunista.
Capítulo 4: El vuelo.
Capítulo 5: La Isla.
Capítulo 6: Toda la verdad y nada más que la verdad.
Capítulo 7: La propuesta.
Capítulo 8: La boda.
Capítulo 9: Brandy.
Capítulo 10: Proyecto Novis.
Capítulo 11: Sr. Brooks.
Capitulo 12: Sr.Walsreet.
Capítulo 13: Harlen.
Capítulo 14: Los chicos buenos de Daxtonville.
Capítulo 15: Yelehen.
Capítulo 16: Santa África.
Capítulo 17: Un mal al dia I.
Capítulo 18: Un mal dia II.
Capítulo 19: La que escribe.
Capítulo 20: ¡Devuélveme mis bragas!
Capítulo 21: Negocita.
Capítulo 22: Ovarios.
Capítulo 23: El tesoro.
Capítulo 24: Mas traumada que empoderada.
Capítulo 25: Harlen VS rosas.
Capítulo 26: El apagón.
Capítulo 27: Sutil y claro.
Capítulo 28: Si lo tragas, lo amas.
Capítulo 29: Naturaleza.
Capítulo 30: Legados.
Capítulo 31: Cortesía femenina.
Capítulo 32: Si el alma llora.
Capítulo 33: Clichés adolecentes.
Capítulo 34: La sorpresa.
Capítulo 35: La arpía mayor.
Capítulo 37: Ardiente paraíso.
Capítulo 38: Alma de letras.
Capítulo 39: Conquistando al vaquero.
Capítulo 40: La mente de un artista.
Capítulo 41: Desfile.
Capítulo 42: África y Harlen.
Capítulo 43: Amada.
Capítulo 44: Amado.
Capítulo 45: ¡Ja! Perra.
Capítulo 46: El gran día.
Capítulo 47: Alegorías de la confianza.
Capítulo 48: Director ejecutivo.
Capítulo 49: Engranajes.
Capítulo 50: Directora ejecutiva.
Capítulo 51: Los "Para siempre".
Capítulo 52: Dulce y amargo.
Epílogo.
Extra 01: Romance erótico para Harlen Brooks.
Extra 02: Feliz cumpleaños para Yelehen Walsreet.

Capítulo 36: Sol nocturno.

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By LadyEsmeG

.Por la tarde.

Sentada en su cómodo sillón de cuero blanco, Yelehen llevaba horas escribiendo en su portátil. El tiempo se había pasado volando, y si no fuera por los mensajes que África enviaba de vez en cuando, no sería consiente ni de qué hora era.

Aun así, cuando dio una releída final a lo que había escrito, sintió un sin sabor en el cuerpo que la dejó desconforme.

Había algo mal ahí que no podía descubrir que era, releyó una y otra vez hasta que, por un simple impulso, se levantó y fue a su oficina personal. Justo en frente de su habitación, abrió la puerta y se encontró con los estantes de su librero.

Luego de ir a la casa de Harlen, su biblioteca personal le parecía un chiste. Alejó ese pensamiento mientras se aproximaba al primer cajón del escritorio, y sacaba la llave del armario. Odiaba ese armario, la última vez que lo abrió fue en su último cumpleaños, y todo había ido mal en aquel momento. Ese lugar le recordaba todo lo que dolía, así que... cobardemente, se quedó parada frente a este, queriendo introducir la llave pero sin animarse a hacerlo.

¿Cuántos minutos se quedó solo parada delante de este? recordando su cumpleaños, recordando lo que había ahí adentro, África ordenó la última vez, así que seguro nada estaba en el lugar donde ella lo había dejado.

Y por un segundo también, se preguntó porque estaba haciendo eso.

Si ese armario contenía cosas de todo lo que había perdido, de todo lo que una vez fue pero ya no ¿Por qué volvía a lastimarse a sí misma de esa forma? Sin embargo, al mismo tiempo que se preguntaba eso, supo que no era como las otras veces, no estaba deprimida, no buscaba llorar sobre objetos viejos...

Buscaba recordar, y ni siquiera recordar a sus padres, si no a ella misma. A la mujer que había sido antes de que las cosas dolieran demasiado, antes de que la soledad pesara y decidiera que era mejor no sentir, a sentir tanto.

Pero... últimamente estaba sintiendo demasiado, y esos sentimientos necesitaban salir por algún lado. Así que, pesando en eso, pudo abrir sus puertas.

Un ligero olor a humedad y encierro salió de ahí adentro, ignoró la ropa colgada y las fotos pegadas al final de este, África había dejado las cajas que ella necesitaba delante de todo.

Blancas pero manchadas, Yelehen se avergonzó de sí misma al recordar como ella había dejado esas asquerosas marcas de vino. Se sentó en el piso incluso cuando tenía un sillón en la esquina, arrastró la caja cerca de si y la abrió.

Contuvo la respiración cuando vio su libro, sonrió con nostalgia admirando la portada, era fea, desproporcionada, la había hecho con diecisiete años con un programa cutre de edición, y aun así, se sintió hermoso tenerlo en sus manos y acariciarlo.

Lo dio vuelta, viendo la vieja sinopsis de una chica cuyo libro comenzaba luego de que hubiera perdido la vida, uno de fantasía oscura que nunca había visto la luz del día. Ella no lo había permitido...

Bajó la mirada, viendo el resto de los manuscritos que guardaba celosamente en ese armario, historias que nunca habían llegado a tener su fin, porque ella había sido demasiado cobarde para dársela, otras que habían sido felices por siempre, porque así su corazón se lo había dicho.

Los releyó toda la tarde, se quedó ahí sentada pasando las páginas viejas que la hacían estornudar de vez en cuando, leyó en desorden, sorprendiéndose en ciertas partes, como si no fuera la misma persona que una vez las escribió.

Nunca había sido tan feliz como cuando escribía, y fue curioso darse cuenta que no se olvidaba de cómo se sentía esa felicidad, sin importar cuanto tiempo llevaba negándose a experimentarla. Había tantos errores en esas páginas y sin embargo, se encontró sonriendo. Algo ahí seguía trasmitiendo, como si la voz ingenua de tantos años se mantuviera viva entre esas hojas, y no importara cuantas equivocaciones hubiera entre medio, el mensaje era claro y fuerte.

Rebuscó en los otros manuscritos, hasta que llegó al final de la caja para encontrarse con el que había sido su peor pesadilla, su última obra.

Se detuvo, congelada por el peso de los recuerdos, por los sentimientos que la golpearon diciéndole exactamente porque había dejado todo eso, y aunque intentó aferrarse a las palabras de Harlen diciéndole que su legado podía ser ese, el miedo fue más grande.

Llevó la mano hacia su bolsillo, y llamó a la persona que siempre tomaba su mano a través del miedo. África tardó en responder, pero lo hizo, siempre lo hacía.

— ¿Qué hay, bebé? ¿Cuándo vas a dejarme leer eso?

—Áfri –Se sorprendió así misma con lo frágil que sonó su voz—, abrí el armario.

Hubo un pequeño silencio, como si África tampoco supiera como tomárselo: — ¿Por qué? –sonó algo ahogada.

—Necesitaba...—Tragó— necesitaba recordarme –miró las hojas tiradas a su alrededor—. Me di cuenta que algo estaba mal, y no podía saber que... así que me encontré volviendo aquí intentando... —Se hundió de hombros— no lo sé, intentando conectar con esa parte mía, y ahora siento como si... como si hubiese estado tanto tiempo bajo el agua que me olvidé de respirar –Hizo una pausa, esperando que África comentara algo, pero no lo hizo—. No puedo encontrar siquiera las ideas o palabras de lo que quiero explicar...

Incluso sin verla, con solo escucharla, supo que África estaba sonriendo: —Siempre dijiste que lo importante es trasmitir...

Ahora, fue ella quien se quedó en silencio pensando, sintiéndose frustrada, contestó:

— Quizás ya no estoy segura de lo que quiero trasmitir, o quizás el fuego se apagó... —volvió a mirar el libro sobre su falda— Ahora tengo todas las historias que he escrito y no puedo creer que haya sido yo, ni que todo saliera de mí, no puedo conectar con esa chica que se sentó horas y horas a desarrollar esas ideas sin que su cabeza marchara hacia otro lado.

La recuerdo pero no puedo encontrarla, y la necesito tanto...

—Yel, primero respira –ordenó África con autoridad, cuando la escuchó inspirar profundo continuó—. Llevas años sin escribir, es normal que te cueste volver a encontrarle la magia, dios santo, me resultaría más extraño que siguieras como si nada, como que ya era hora que tuvieras una mini crisis. Cariño, estas volviendo a escribir –Dijo África con una intensidad que Yelehen sintió de inmediato.

—Si...—fue lo único que pudo responder, el nudo en su estómago se aflojó un poco.

—Yelehen esto es bueno, sé que ahora mismo parece que no pero lo es, lo más difícil siempre es comenzar pero luego... ah, luego solo es cuestión de seguir, bebé. Y de todas formas esta crisis no es muy diferente a las que solías tener ¿Recuerdas? Te frustraba tanto la hoja en blanco, y tenías tanto miedo a un día quedarte sin palabras...

—Y lo hice...

—No —África contradijo de inmediato, su voz sonando como una reprimenda—. Tú te lo negaste, pero ellas no se fueron, es tu pasión, las pasiones se quedan con uno por siempre, no importa que.

Se quedó callada, era difícil contradecir a alguien que la conocía tan bien.

—Aún sigo temiendo a quedarme sin palabras...—Confesó.

—Mira, nunca creí te diría esto pero, quizás, que aun tengas ese miedo es una buena señal... Mi escritora favorita sigue ahí.

Sus palabras volvieron a darle ganas de llorar, hacía años que no la llamaba así. África iba a seguir hablando pero sea lo que sea que iba a decir, fue interrumpido por el sonido de su timbre.

—Aguarda un segundo Áfri...—Se levantó y salió hacia la sala, ya desde la distancia podía ver la pequeña pantalla al lado de la puerta, mostrándole quien era que estaba en la entrada— Es Harlen –contó a África, aun la tenía al teléfono.

—oh... ¿Quedaron?

—No, ni siquiera me avisó que venía...

—Um...

—Te llamo más tarde ¿sí? seguro vino a traerme los libros.

—Espera...—Se apresuró— mándame una foto.

— ¿Una foto? ¿De qué?

—De Harlen.

Se quedó muda por un momento: —Tienes que estar bromeando.

— ¡Tengo que estar segura Yel! ya sabemos lo que pasó la última vez que abriste ese armario, no quiero que te pase lo mismo, necesito estar segura que no te estas inventando esto para sacarme de encima.

Fastidiada, pero sin poder quejarse, le sacó una foto al intercomunicador, donde se veía a Harlen llevando una mueca impaciente: — ¿feliz?

—Sí, buena chica.

Rodeó los ojos cortando la llamada, ni siquiera podía culpar a África por su actitud, solo estaba siendo una buena amiga.

Presionó el botón permitiendo que Harlen pudiera pasar, luego abrió la puerta y se asomó al pasillo, esperando verlo salir del ascensor, solo entonces, cuando se vio en el espejo de la entrada, se percató que estaba mal peinada con un moño medio caído. Se acomodó el pelo, soltándolo y se observó, llevaba una enorme remera negra que solía usar como pijama, y unos pantaloncillos tan cortos, que la remera era más larga que ellos, llegándole hasta la mitad del muslo.

No tenía tiempo de ponerse otra cosa, y además, Harlen ya la había visto desnuda, no sentía la necesidad de tener que impresionarlo con su físico a esas alturas. Sin embargo, si le echó una rápida mirada a la sala, la cocina estaba reluciente ya que no había cocinado en todo el día, pero había papeles tirados en la mesa, la taza con el té a la mitad que dejó justo antes de ir por las cajas, y los zapatos tirados a un costado de la puerta...

Ah, ni siquiera tuvo tiempo de acomodar nada, lo vio en cuanto las puertas se abrieron, supo de inmediato que algo estaba mal con él, porque si bien le devolvió la sonrisa mientras se acercaba, esta no llegó a sus ojos.

—Hola...—Lo saludó cuando estuvo a pocos pasos— ¿Todo bien?

Él apoyó su hombro contra la pared, su mirada vago por el suelo, parecía inseguro e incluso... perturbado: —Sí, yo solo... vine a traértelos –extendió el bolso de tela gris, Yelehen lo tomó demasiado confiada, el peso de los libros la tomó por sorpresa, la cinta casi se le escapó, si no fuera porque Harlen la sostuvo. Le dio una pequeña sonrisa— me faltaron algunos, el último en especial.

—No me avisaste que venias...—Podía sentir algo extraño viniendo de él, era claro que aquello solo era una excusa, pero no buscaba presionarlo.

Harlen asintió, distraído y con un falso tono relajado: —Si, es que...—Se quedó callado de repente, entonces volvió a mirarla a los ojos y suspiró, la sonrisa que le dio después fue tensa pero sincera— la verdad es que no planeaba venir, solo quería un pretexto para salir de la casa.

— ¿Por qué? ¿Qué paso? –Dejó el bolso al lado de la puerta y tomó sus manos, estaban muy frías, tiró de él con suavidad, haciéndolo entrar, y no lo soltó hasta que lo guío hacia el sofá, se sentó esperando que la imitara, pero se quedó parado con su vista clavada al frente.

Sonrió un poco: —Te gustan los ventanales ¿Eh? Linda vista.

Yelehen dio un rápido vistazo hacia atrás, vivía frente al parque Shojo así que durante la noche, todos los faros se encendían buscando iluminar el lugar como si fueran una especie de sol nocturno.

La primera vez que visitó ese departamento, quedo fascinada por su vista, pero a ese punto, ya le resultaba cotidiano.

—Si...—Volvió a Harlen— pero algo me dice que estás evitando hablar.

Harlen soltó un sonido de diversión, sentándose. Apoyó sus codos sobre las rodillas, medio inclinado hacia adelante, tenía su vista en los cuadros de la pared.

— ¿Es algo que aprendiste en terapia? ¿A ver cuando alguien está evadiendo un problema?

—Puede ser...—Se acercó más a él— aunque en realidad es algo en lo que soy experta, así que no puedes culparme por ver a través de ti.

Volteó a mirarla: —Acabo de discutir con Ashia y mi madre –soltó con ojos tristes— y, básicamente, todas mis hermanas me odian.

Frunció el ceño, poniendo una mano sobre su hombro: — ¿Por qué?

Harlen se recostó n el sillón, suspirando. Pasó un brazo a través de su cintura arrimándola contra él: —Ashia vino a la ciudad porque quiere participar de la semana de la moda.

Lo dijo como si eso debiera significar algo, pero Yelehen solo pudo mirarlo esperando que continuara, que llegara a decirle porque eso era tan malo. Él frunció el ceño, desviando la mirada.

—Tu tampoco lo entiendes...—Sacó su brazo.

— ¿Qué tengo que entender? Me parece súper lógico, Ashia tiene talento, vi como estaba vestida hoy, quiero que le enseñe a África sobre buen gusto.

Harlen soltó una risa que murió rápidamente: —Lo sé, sé que lo tiene pero no estoy de acuerdo con que participe, y toda la familia la está alentando y...—Pasó ambas manos por su rostro, refunfuñando— y Alexa y Lisbeth creen que estoy siendo sobreprotector.

— ¿Y no lo estas siendo?

— ¡No! Porque mira esto...—Fue rápido al sacar su celular y desbloquearlo, entonces apareció un video a medio reproducir— estuve buscando sobre ese concurso, hacen una especie de reality con los participantes justo antes de salir a la pasarela ¡Mira como tratan a este chico! Salió llorando de ahí...

Para probar su punto, Harlen comenzó a reproducirlo, fueron cinco minutos de una tortuosa devolución de parte del jurado, a Yelehen le hubiese gustado dejar de mirarlo antes, pero Harlen parecía decidido a verlo hasta el final, sus manos se apretaron a medida que el jurado seguía defenestrando los diseños del chico.

Al final, el adolescente terminó volviendo con su familia, la cual lo recibió con un abrazo y le decía que lo seguirían apoyando.

Yelehen tragó.

—Harlen...—ni siquiera la dejó terminar.

—Joder, no puedo permitir que Ashia vaya a esta mierda –Soltó, parcia necesitar desahogarse— ¿Cómo ellas no lo ven? La estamos entregando directamente a los leones ¿Y todo para qué? ¿Para probar que a quién? No hay necesidad, puede seguir haciendo sus diseños en casa, joder, que las siga subiendo a su cuenta de Instagram, no necesita pasar por esto...

Cuando él se calló por fin, Yelehen lo observó con detenimiento, a medida que lo iba conociendo, aprendía cada vez más a ver sus emociones. Y más allá de sus paradas duras y enojadas, había un profundo miedo por su hermana. Y desde esa perspectiva, tampoco comprendía como el resto de su familia no lo entendía.

—Te entiendo –Tocó su rodilla, llamando su atención, el ni siquiera la miró mientras hacia su descargo—, eso no estuvo bien y esa gente es una mierda, ni siquiera entiendo cómo permitieron que le hablaran así a un menor de edad –Harlen asintió vigorosamente—, me dieron ganas de ahorcarlos. Pero, aun así, no creo que tengas razón.

Su rostro fue un poema, y se hubiera reído si el momento no fuera tan serio: —Todo el mundo está loco...—Murmuró— ¿No entienden que va a sufrir?

—Mira...—Se acercó, usando su tono más suave— entiendo que tengas miedo a que sufra. Pero no puedes interponerte en su camino.

—No me estoy interponiendo en su camino –Otra vez, estaba interrumpiéndola—, no soy el villano aquí, dejen de hacerme sentir así. He visto más videos, el detrás de cámara es horrible y competitivo, una de las participantes le arruinó la costura a otra, una modelo se ofendió y se fue antes del espectáculo, dejando a la chica sin poder participar, los jurados son unos condescendientes a la hora de dar consejos –Gruñó— ¿Sabes cómo se aprovecharían de Ashia? Van a intentar ponérselo difícil, y si llego a ver a alguien tratándola así...—Miró hacia arriba manteniendo las manos en su cuello, parecía agotado— voy a destruirlos, Yelehen.

—No estoy defendiendo el concurso, ya te di la razón en que es una mierda. Pero es una mierda que convoca a los diseñadores más vendidos de Ivy Soul –Yelehen tomó su celular, buscando algo— mira, ese chico que defenestraron se hizo tan viral que ahora tiene su propia marca independiente con miles de seguidores ¿Crees que se arrepiente de haber ido ahí?

Harlen no pareció tomarse bien sus palabras: — ¿Entonces qué? ¿Tiene que dejar que la pisoteen por fama?

—Mierda no, no quise decir eso –Contradijo de inmediato, entendiendo cómo podía haberse malinterpretado—, me refería que no puedes pretender que Ashia se conforme con subir sus diseños a Instagram y que solo la vean sus amigos, ella quiere más, tiene algo para mostrarle al mundo y no está dispuesta a ser ignorada ¿Crees que va a detenerse porque se lo prohíbas?

Suspiró con pesar: —No, ella quiere comerse el mundo.

—Por eso mismo, Harlen ¿Y sabes qué? Está en todo su derecho si quiere hacerlo.

Él negó: — ¿Y si el mundo se la come a ella? –Susurró, fue bajo, sutil. Y aun así, cargado de emoción— el mundo no es amable, Yel.

—No, no lo es. Pero no por eso puedes mantenerla aislada, limitándola. Probablemente no te escuchaste a ti mismo pero así es como acabas de sonar, como si te gustara que ella se quedara en un lugar seguro donde nada pueda dañarla.

—Es que no quiero que nada la dañe.

—Pero es que va a sufrir, Harlen. El dolor no discrimina –Se animó a decir, la miró a los ojos, ya no parecía enojado, si no abatido. Yelehen tomó sus manos, esperando reconfortarlo— sé que no se nada sobre el tema, y no tengo hermanos pero realmente entiendo hacia dónde vas... todas las personas sufrimos. No estoy diciendo que la hagas pasar por un sufrimiento innecesario, si no que tienes que aceptar que habrá ocasiones donde, por mucho que quieras ayudarla, ella tendrá que superar por su cuenta –tomó su rostro, manteniéndolo cerca, lo acarició de manera tierna, y se sorprendió así misma por lo mucho que le dolía verlo así—, tienes dos opciones, vaquero. O la apoyas y estas ahí para ella, o te opones y la dejas que vaya por su cuenta, y en ese caso... tienes que saber que si un día algo le duele, no va a ir a ti por miedo a que le digas te lo dije.

Harlen cerró los ojos, Yelehen llevó las caricias hacia su pelo, moviendo los dedos en círculos. Se recostaron en el sillón en silencio, sabía que él necesitaba ese momento.

Cuando por fin volvió a abrirlos, parecía más relajado.

— ¿Y qué pasa si gana? –Dijo bajito— no quiero que empiece a trabajar a esta edad, yo lo hice y no quiero eso para ella.

— ¿Te arrepientes? –También le habló en un susurro, de todas formas, estaban tan cerca que se escuchaban sin problema.

—No. Siempre me imaginé siguiendo los pasos de mi padre, pero de todas formas empezar a esa edad implica tomar ciertas responsabilidades que no quiero aun para Ashia, perderse de ciertas cosas porque tienes una obligación detrás...

Yelehen asintió: —Tienes razón ¿Mencionaste eso en tu discusión familiar?

—No...

—Bueno, deberías hablarlo con Ashia, hacerla entender tu punto. De todas formas, eso no debería ser un impedimento para participar en el concurso, puedo acceder a los contratos de los otros ganadores, seguramente no haya ninguna cláusula que diga que no se puede rechazar el premio –Una idea se le ocurrió, bajó sus manos hacia los hombros de Harlen y los apretó—, incluso podría hacerse más famosa por eso, piénsalo, la primera ganadora que rechaza el premio en toda la historia del concurso – Harlen la miraban fijo—, y si no, de todas formas podemos negociar algo que se ajuste más a...—la calló, dándole un rápido beso.

— ¿Te he dicho que me encanta como piensas?

Sonrió, enternecida: —Lo sé, mi cerebro es lo mejor de mí.

Harlen se rio, pero asintió volviendo a besarla.

Mas tarde África volvió a llamarla, más para asegurarse que estaba bien que otra cosa, la charla fue corta, mientras Harlen permanecía muy concentrado con su celular, algo le dijo que estaba escribiéndole a Ashia.

—No te preocupes, Áfri. Estoy bien, hacemos video llamada mañana ¿Si?

— ¿Me lo prometes? Ya sabes, Yel. No me importa subirme a un avión por ti ahora mismo.

—Ya basta, no seas extremista. Además, Harlen esta aquí...—Él le dio una rápida mirada curiosa— no me obligues a llamar a Zach y pedirle que te encierre en el hotel.

—Está bien, pero no ignores mis mensajes, o voy a enojarme mucho –rodeó los ojos—. No quieres la furia de santa África sobre ti.

— ¿Todavía sigues con eso? dios...

—Hasta que no me hagas un rezo no parare, no... ¿Sabes qué? quiero un maldito altar ¿Por qué no tienes un altar mío? Con avioncitos...

—Tus ideas son cada vez más raras...

—No dirás lo mismo cuando ganemos millones con las remeras, no tienes perspectiva, Yel.

Cortó antes que esa conversación se pusiera más raras y África comenzara, otra vez, a decir frases para las remeras.

Se recostó de nuevo, esperando que Harlen dejara de escribir, cuando lo hizo, volvió a su posición anterior, manteniéndola cerca, pasando un brazo de nuevo a través de su cintura para abrasarla.

— ¿Hablabas con tu hermana? –Él asintió.

—Sí, estábamos haciendo las pases por mensaje, aunque aún debemos hablar algunas cosas ¿Todo bien con África? Escuché que le pedías que no se preocupara.

—Si...—Desvió la mirada— solo quiere asegurarse de que me estoy tomando bien lo de los libros –Harlen volvió a asentir, comprendiendo.

—Lo imagino, es un gran paso...—Sus dedos jugaron con las puntas de su pelo— estaba pensando que... si tú quieres, podríamos leerlos juntos.

Su propuesta la sorprendió: — ¿Te gustaría releerlos?

Harlen se hundió de hombros: —Claro que sí, además... puedo hacerte compañía, por si te hace difícil, o si quieres que comentemos alguna cosa en particular –Sonrió—, ya quiero ver cómo vas a reaccionar con el libro veinticinco, se revela quien es el padre de Ash.

Soltó un sonido de sorpresa: —No...—Harlen afirmó con entusiasmo— no puede ser, Dios tengo que leerlo...—Se levantó y fue por la bolsa— por favor dime que lo trajiste.

—Si –admitió con una risa, viéndola ir y volver al sillón, Yelehen se dejó caer a su lado nuevamente, con el libro en su mano— espero que estés lista, es intenso.

Sus palabras solo la hicieron sentirse más ansiosa. Con el pesado libro en sus manos, observó la portada y lo abrió lentamente, la sensación fue hermosa, como el recuentro con un viejo amor que no pudiste superar.

Dulce.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

¡Hola! Uf... aquí tienen otro capítulo largo.

¡Atención arpías! Este capítulo está dedicado a AndyEA3 que está pasando un momento difícil, todas las arpías le deseamos que se mejore ¿Verdad?

Ahora, díganme ¿Qué les pareció este capítulo? Comenten y voten si:

1-Yelehen es adorable con su caja de manuscritos. Arpías adorables y con garras afiladas, eso somos.

2-Áfri tiene razón, lo de las remeras es una mina de oro ¡Sigo recibiendo frases!

3-Todas nos preocupamos por Harlen cuando lo vimos aparecer triste.

4-Quieres mas capítulos largos.

Voten o los capítulos largos se detendrán.

Con tareas pendientes, Esme. 

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