La mano de él sobre la mía se siente muy cálida. Nunca un hombre me había tomado de la mano, era un gesto con el que yo no estaba familiarizada. Mis sentidos estaban alerta, pero el por qué, no lo sé. Tal vez no es que estuvieran alerta, sino que deseaban su toque, su tacto, el de él.
Siento que algún momento voy a caerme, la venda en los ojos a veces me molesta.
—Te cargaré para ayudarte a bajar las escaleras—me avisa.
—¿Qué? Yo no...
Ni siquiera me deja protestar, cuando sus manos se colocan detrás de mis muslos y me levanta del suelo. Me lleva como si fuera un bebé.
—Eres tan ligera como una pluma, mi pequeña—deja un beso casto en mi frente.
Así, muy de cerca a su cuello, puedo sentir el olor de su perfume. Mis fosas nasales se deleitan con tan delicioso aroma. Muy varonil, muy él.
Aspiro muy cerca de su cuello.
—No hagas eso, Maisie—gruñe. Es como si se contuviera de hacer algo.
—¿Por qué?
—Porque no quiero hacerte cosas lujuriosas—hace una breve pausa—, aún. Además, esta noche se me está haciendo difícil tener autocontrol y tú haciendo eso, no ayudas, Maisie.
Su respiración se acelera, se contiene. Me agarra más fuerte hasta que por fin terminamos de bajar las escaleras.
—Ya puedes bajarme—le digo.
—No, todavía no. Quiero llevarte así hasta el comedor.
Camina conmigo en sus brazos. Me toma con delicadeza pero a la vez hace una ligera presión en su agarre. Como si nunca quisiera soltarme, como si pudiera resbalarme como entre sus manos.
—Llegamos—anuncia.
El olor a comida llega a mis fosas nasales, despertando en mí, un apetito muy fuerte. Apenas si había comido para el almuerzo, y ni siquiera había comido la merienda que Mary me había llevado a la habitación. Probablemente esta noche comeré mucho más de lo debido.
Escucho como el señor máscara retira una silla de la mesa.
—Siéntate, mi dulce Maisie—me ordena. Toma mi cintura y hace que me siente. Muy delicadamente.
—¿Comeré con los ojos vendados?—pregunto. No me gusta tener la venda en los ojos, en cierta parte, me incómoda.
—No, voy a quitarte la venda—comienza a quitarmela muy lentamente, dejando caricias en el proceso.
Tengo la esperanza de que esta noche pueda ver su rostro.
Estoy nerviosa.
Me termina por quitar la venda.
—Listo, pequeña.
Cuando abro los ojos me llevo una decepción total. Su rostro está cubierto por una máscara y la habitación está en penumbras. Solo las llamas de algunas velas la iluminan. Pero a pesar de todo, tiene una sonrisa muy hermosa y luce muy galante.
—Pe...pensé que por fin po...podría conocer tu ro...rostro—dije un tanto decepcionada.
—Aún no, mi dulce Maisie, te falta mucho para tenerme confianza.
—No com...comprendo—admito.
—Maisie, siempre has sido así, ingenua, inocente y tímida—comienza a hablar, yo lo escucho atentamente—, y créeme que eso me fascina, eso me vuelvo loco, mi hermosa pequeña. Solo verte aquí, sentada con tu ingenuidad e inocencia me provoca tenerte debajo de mí, con tu rostro inocente, gimiendo mi nombre y pidiendo por más—dice, lo que él me dijo, no lo dijo con suma mesura, puedo ver que se le está haciendo difícil poder contenerse—. Lo que yo quiero, mi hermosa Maisie, es que aprendas a confiar en mí, pero lo más importante, Maisie: confiar en ti misma, que tengas mucha seguridad—confiesa.
Pensé que este tipo de juego, tendría que ver con algo sexual. Quizás sí, pero su objetivo era darme seguridad. No sé si estaba funcionando, solo sé que la intriga de verle el rostro me estaba consumiendo. He conservado mi mesura al no quitarme la venda de los ojos para poder verlo o simplemente, quitarle la máscara.
—Pensé que qui...quizás e...era algo tipo de ju...juego se...sexual—admito. No estoy familiarizada con la palabra sexo, casi nunca la menciono. No lo veo necesario. Soy una persona reservada y eso hace que sea así, no hablar de ello me sienta mejor. Sexo, una palabra que en mis labios, quizás, no se escucha nada bien.
Su risa ronca y seductora llega mis oídos.
—También lo es, Maisie—acaricia mi rostro con sus lozanos labios y se detiene en mi boca. Nuestros labios se rozan—. Es un juego, pequeña, del que tienes aprender a jugar, ¿estás listas para jugar, pequeña?
Sus labios siguen rozando los míos, no puedo evitar temblar. Sus efímeros toquen me hacen sentir como si todo mi cuerpo estuviera hecho de pura electricidad. Admito, quiero besar sus labios, quiero sentirlos, pero no sé a quien estaría besando.
—Sí, estoy lista—dejo mi mesura por un lado, ese lado que se negaba a decir no, ¿realmente estaba lista? No lo sé, pero podía más la curiosidad y el alborozo en mi interior. Esta no era la Maisie tímida, que balbuceaba cada vez que hablaba. Esta Maisie quería ser arriesgada, quería atreverse a descubrir nuevas cosas, aunque sea solo por curiosidad.
—Me alegra escuchar eso de tus labios, pequeña.
Mi mano comienza a tocar su rostro, con mesura, para no poder quitarle la máscara. Su piel es suave, delicada y cálida a mi tacto. Nunca me atreví a hacer esto con hombre, pues nunca nadie se me había acercado para invitarme a una cita o hablar. Simplemente, mostraban sumo interés en mí cuando necesitaban ayuda con una tarea o por una simple apuesta. Pero él es muy diferente, a mí parecer.
Él detiene mi mano entre la suya.
—¿Quieres hacer esto, Maisie?—sus ojos, que en la penumbra se ven oscuros, me ven. Me ven con devoción, con deseo. La poca luz que dan las velas, lo hace ver misterioso, excelso.
—Sí, sí qui...quiero—no puedo evitar que mi voz salga temblorosa. Aún soy una primigenia para este tipo de cosas. No tengo pericia como otras personas, pero mi lado atrevido, quiere dejar de ser mesurado por un momento. Necesita explorar, deleitarse con nuevas cosas.
—Confía en mí, pequeña—deja un beso es la comisura de mis labios. Sus labios contra mi piel, son suaves, son exquisitos. No puede evitar entreabrir mi boca.
No he dado mi primer beso, quizás por eso ansío sus labios sobre los míos, moviéndose, deleitando cada parte de mí.
Él, agarra mi mano entre la suya y comienza a guiarla por su cuerpo, por su rostro. Mi mano acaricia por donde él me guía. Él suelta una que otro suspiro, se está conteniendo, pero su mesura lo ayuda, o al menos eso creo. De repente soy yo quien lo acaricia, y con mi otra mano libre quito algunos de los botones de su impoluta camisa blanca.
Quiero tocar la piel de su pecho.
—Dulce Maisie—dice él, con la voz ronca y la respiración agitada—, detente, porque no sé si pueda contenerme—admite. Cierra los ojos y vuelve a verme.
—Está bien.
Alejo mi mano y él la toma, para depositar un beso en ella.
—Prometo que cuando esto terminé podrás hacer lo que quieras conmigo, pequeña—deja un beso en mi mejilla.
Me está matando, la necesidad de tenerlo, de poseerlo de la manera más banal posible. No me gusta sentir esto, no estoy acostumbrada a este tipo de emociones intensas llenos de pura lascivia.
Solo me limito a asentir con la cabeza.
Quisiera al menos saber el color de sus ojos, a través de la mascara tipo antifaz color negro, con encaje. Se ve tan misterioso y eso me encanta. Me despierta la curiosidad de saber quien es, quien es el hombre que quiere hacerme suya.
—Es hora de comer—me dice—. Mary preparó tus platos favoritos.
¿Hasta sabe que es lo que a mí me gusta?
Creo que para él soy todo un libro abierto, que lee y nunca se cansa de leer. Si yo fuera un libro, pienso que tiene muy malos gustos literarios.
—¿A...así?
—Sí, sé que te gustan las alitas de pollo con barbacoa, patatas fritas, hamburguesas, y amas la malteada de mora y los jugos de frutas, no te gustan mucho las sodas, pero no implica que no tome Coca-cola y 7up.—dice con suma fascinación. Le gusta saber cosas de mí, de eso no hay duda.
—Sa...sabes mmm...mucho sobre mí.
—Así es, mi hermosa Maisie.
Y estaba en lo correcto, soy fan de las alitas de pollo con barbacoa. Y tengo un plato entero para mí sola, con más de quince alitas, también hay patatas fritas y jugo de fresa.
—Ad...admito que me da a...algo de mi...miedo—confieso.
—No debes de tener miedo de mí, Maisie, aunque habrán unas cosas que tendrás que saber respecto a tu estadía aquí...pero después te las diré—comenta—. Ahora háblame de ti, dulce Maisie, deleita mis oídos con tu hermosa voz.
Dios, me trata increíble. Nadie en la vida me había tratado con semejante ternura.
—¿Qué qui...quieres sa...saber de mí?—frunzo el ceño—. Ya to...todo lo sa...sabes.
—Pero es mejor escucharlo de tu boca, de tu hermosa voz—agarra una alita de pollo y me la lleva a la boca, quitando en el proceso, los residuos de barbacoa en mis labios con sus dedos.
Están deliciosas.
—Bu...bueno, pre...pregunta lo que qui...quieras
—¿Cuál es tu pasatiempo favorito?
—Le...leer, me gusta mu...mucho leer y también sa...salir a correr—no puedo evitar tartamudear cuando estoy nerviosa.
—¿Te gustaría una historia como la de los libros que lees?
—¿Có...cómo así?
—¿Quieres una historia de amor como la de tus libros?
No lo había pensado. Amo los libros de Ciencia Ficción, son mis favoritos. Siempre hay un héroe en la historia y eso te da esperanza. También amo los libros de terror y suspenso, como los libros de Stephen King y H.P Lovecraft, pienso que mezclan la realidad con la ficción, creando nuevos mundos, nuevas dimensiones, nuevos universos. No soy de leer libros clásicos, de hecho, jamás he leído algún clásico, así que se puede decir que no estoy enamorada del Señor Darcy.
Y como digo, en los géneros literarios que yo leo, el amor pasa a segundo plano o simplemente, no existe.
—No lo he pensado—digo muy segura.
—¿Por qué?
—No lo sé, quizás no imagino a alguien enamorado de mí
—Pero yo quedó mesmerizado por tu simple presencia, Maisie, eres hermosa, mi pequeña.
No puedo evitar sentirme nerviosa, sus palabras...no sé, me cuesta procesarlas. Quizás él pueda ser el tipo de hombre que te trata con dulzura al mismo tiempo que te hace suya.
Hola, almas de wattpad, aquí otro capítulo. Bueno, disculpen si la trama no es buena o los personajes no son muy desarrollados.
Aclaro: Yo no soy escritora profesional. Esto lo hago por pasatiempo, esperando que les guste lo que escribo.
Tengo otra historia llamada Desastre Colateral, pueden buscarla en mi perfil. Gracias.
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Besos derivados e integrados. ❤