—¿Estás bien, pequeña?—su voz muy varonil y lirica llega a mis oídos.
Estamos demasiado cerca, tanto que puedo ver cada detalle que puede pasar por desapercibido de su rostro. Él es muy guapo, sus labios son tan rosados y bien proporcionados, sus ojos están adornados por unas espesas pestañas. Realmente este hombre no es de esta tierra.
—Maisie—su voz vuelve a llamarme.
—Yo...yo estoy...bi...bien—digo. De seguro se fijo en que lo estaba viendo muy descaradamente.
—¿Estás segura, pequeña?
—Sssí, se...señor.
—No me llames señor, puedes llamarme Tristan—su mano toca mi mejilla. Su mano está muy cálida, es suave.
Por miedo retrocedo unos cuantos pasos, pero una piedra se cruza en mi camino haciendo que caiga. Involuntariamente me agarro de los brazos de Tristan, haciendo que el caiga conmigo...y sobre mí.
La respiración de Tristan se vuelve muy agitada. Sus ojos grises se tornan más oscuros. Mis labios tiemblan, debido a que jamás en la vida he tenido a un hombre sobre mí y mucho menos he tenido el deseo de dar mi primer beso...hasta ahora. Dejo de respirar, y la respiración de él es más acelerada. Su mirada es muy dulce y tiene algo más que no sé descifrar, ¿lujuria? No lo sé, solo sé que mi cuerpo está reaccionando de manera diferente. Jamás me había sentido así. Mi boca se entre abre para decir algo, pero de ella no sale nada. No puedo pensar bien de esta manera.
Piensa, Maisie, di algo.
—Yo...yo lo...si...siento—hice mi mayor esfuerzo solo para decir eso. Accidentalmente mis labios rozan los de Tristan. Tengo que aprender a dejar de ser muy tímida, no quería hacer eso.
—Maisie—pronuncia mi nombre. Eso hace que se me erice la piel.
—¿S...sí?
Niega muchas veces, como si algo estuviera muy mal.
—Mierda, Maisie, ¿por qué tenías que hacer eso?
¿Hacer qué? Yo no he hecho nada. No sé a que se refiere.
Él se levanta y me ayuda a levantarme.
—Yo...yo ten...tengo que ir...irme.—le digo. Hace diez minutos tendría que haberme ido, pero aquí estoy, hablando prácticamente con un extraño.
Solo sabía su nombre y que pertenecía a la mafia...o quizás solo era un empresario más. No sabía nada más de él, así que para mí él era un completo desconocido.
—Maisie, ¿puedo verte otra vez?—pregunta.
Estoy hecha un manojo de nervios que no sé a lo que se refiere.
—No...no...en...entiendo—balbuceo.
—Quiero invitarte a salir, Maisie, si tú aceptas, claro.
Es la primera vez que un hombre me invita a salir. La mayoría de los chicos de la facultad se la pasaban saliendo con chicas que eran de su tipo. Salían a fiesta de las fraternidades, apostaban haber quién se acostaba primero con una virgen, entre otras cosas que me parecen absurdas. Desde que comenzaron apostar virginidades, decidí no ir a ninguna fiesta, y si iba Kira y Eva siempre estaban conmigo. Chicos así, me parecían muy estúpidos y lo que sigue después.
Tristan parece desesperarse.
—Por favor, Maisie, di que sí.—me mira de una forma suplicante.
No sabía que decirle, no sabía que hacer, si salir con alguien que podría apostar mi virginidad o con alguien que provocaría que la mafia me matara o que quizás una loca psicótica estuviera detrás de mí por celos. Aunque, al menos en la segunda opción, no apuestan algo de mí.
—Está bien—me sorprendo a mí misma que no tartamudeé para decir algo en frente de un desconocido.
Maisie, Maisie, Maisie, espero estés haciendo las cosas bien.
—No te arrepentirás, Maisie. Lo prometo—dice Tristan, mientras deja un beso en mi mejilla, haciendo que deje de respirar por completo.
Por instinto, cierro los ojos. La suavidad de sus labios, es de otro planeta.
—O..ok.
—Le diré a Víctor que pase por ti, mañana a la universidad.
—No, no. Está semana estoy muy ocupada—digo muy segura. Es buena saber que mi timidez se fue.
—¿Por qué?
—Tengo muchas tareas y la otra semana son mis exámenes—le explico—. ¿Podría ser el viernes de la otra semana?
Mía y yo ya saldríamos de vacaciones, pero para eso tenemos que pasar por la tortua de los exámenes.
—Sí, está bien, pequeña—Tristan acerca sus labios a mi oído haciendo que otra vez, yo deje de respirar—. Estaré esperando ese día con ansias.
Trago en seco.
—Es...está bi...bien.
Me alejo de él.
Comienzo a correr nuevamente hasta el apartamento, ya voy media hora retrasada. Espero que Eva no se vaya a molestar.
Mi piel aún recuerda el tacto de Tristan, es como si una corriente suave de electricidad estuviese ahí presente. No debería sentirme así, no es correcto. Lo más lógico es sentir nada, porque él es un desconocido para mí. Pero la manera en la que me miraba era tan intensa, que podría decirse, con esa mirada él quisiera poseerme en cuerpo y alma. Repito, esto que siento está mal, no es sentimiento, solo es la emoción del momento. Pero de igual forma, está mal.
Se supone que salí a correr para poder quitarme el estrés, pero regresé mucho peor. Muchos pensamientos en mi cabeza dan vueltas.
Llego al apartamento y desde afuera, puedo escuchar como Mía se divierte con Eva. En serio, a ella le debía demasiado por cuidar de mi hermana.
—¡Ya vine, chicas!—anuncio, cuando voy entrando.
—¡Maisie!—Mía corre a darme un abrazo. Yo no soy tan alta, pero de igual forma, Mía sigue siendo muy bajita y eso me provocaba demasiada ternura.
—Que bueno que llegas, Maisie—Eva me sonríe—. La verdad, ya me había preocupado porque no llegabas.
—Tranquila, Eva, estoy bien. Simplemente me quedé viendo el paisaje por unos momentos, pero se me fue el tiempo—miento.
¡Y vaya paisaje que vi!
No, Maisie, no pienses en Tristan.
—¿Pasa algo, Maisie?—pregunta Eva.
—No, nada, ¿por qué?
—Porque te estabas mordiendo el labio, y eso sólo lo haces cuando estás nerviosa.
—No, estaba pensando en mis tareas. Perdí mucho tiempo al ir a correr, sabes—otra vez, miento.
—Si tú lo dices.
—¿Quieres quedarte a cenar, Eva?
—Te agradezco, pero Kira llegará a mi casa para concluir nuestro ensayo de la universidad.
Aunque fuera imposible de creer, Kira, estudiaba Literatura en la Universidad al igual que Eva. Ellas por ser mayores que yo, ya solo les faltaba un año en la Universidad y se terminaba la tortura. A mí me faltaba un año igual, pero la tesis no se hace sola. Por muy adelantada que fuese, la tesis es muy larga y compleja.
—Oh, está bien. Gracias por cuidar de mi hermana, Eva.
—De nada, es todo un placer.
Eva se retira del apartamento.
Mía y yo jugamos por una media hora al té con sus muñecas. No le había dicho que había llamado a mis padres. Quizás, eso le termine de alegrar más el día.
—Mía, ¿adivina quiénes quieren hablar contigo?
—No me gusta cuando me pone a adivinar, Maisie—ella hace un puchero.
—No seas enojada, enana—le doy un beso en su mejilla—. Creo que es hora de que hables con papá y mamá.
Mía se pone feliz y eso me hace muy feliz a mí también.
Hola bellezas de la tierra, otro capítulo más. Espero les este gustando la historia, no olviden comentar y votar. Sus comentarios me ayudarían mucho a mejorar.
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