𝕄𝕌ℕ̃𝔼ℂ𝕆 || 𝐍𝐨𝐌𝐢𝐧

Galing kay ErbaZen

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ADVERTENCIA: »Sexo explícito »Estupefacientes »Autoflagelaciones »Toxicidad »Perversión »Lenguaje explíci... Higit pa

• SINOPSIS •
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• EPÍLOGO •

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Galing kay ErbaZen













- Oh… ¿Pero que es esto? - no podía pronunciar palabra para satisfacer la duda de mi novio al ver todo aquello, el ambiente de esa fiesta organizada a las afueras de la ciudad en la enorme mansión de Yeji dónde yo había pasado tardes y mañanas con mi ex rubia y dulce, magreándonos, hablando simplemente o viendo películas en su pantalla de plasma de cincuenta pulgadas tan grande como la pantalla de un cine, escuchando música a través de los altavoces de su cuarto que ahora parecían formar parte del decorado y hacían retumbar las paredes con la alocada música dance.

Apenas podía dar dos pasos sin chocar con ningún niñato forrado en dinero con camisa de algodón o con alguna chica con botas de tacón de aguja, minifalda con una buena vista de un culo fino y escotes que dejaban ver casi toda la totalidad de las enormes tetas de silicona que se habían puesto de moda en el mundo de las putitas.

No entendía que hacía Yeji dando semejante fiesta. Observaba desde gente medianamente normal bebiéndose a chorros jarras enteras de un licor rojo del que prefería no saber el nombre, a chicos y chicas medio despelotonándose encima de la mesa del salón, imitando vulgares putas de barra. Lo que más me sorprendió fue ver a dos chicas de poco más de veinte metiéndose la lengua hasta la garganta en plena galería y acariciándose los pechos e incluso la entrepierna con las manos, la una a la otra.

Había estado en fiestas antes, pero eso era el caos total. Me alegraba de no ser yo quien tuviera que recoger semejante estropicio luego.

- Joder, si me hubieras dicho que esto era una orgía, me hubiera traído condones. - se burló Jeno. Le di un codazo suave en el estómago y empezó a carcajearse en mi cara.

- ¿Dónde mierda estará Yeji? - murmuré, intentando caminar por entre los desconocidos que me rodeaban. ¡Si casi nadie era de la universidad!

Sentí un azote en el trasero y me volví rápidamente, escandalizado.

- ¡Eh, hermoso! ¿Quieres bailar? - me quedé a cuadros observando a aquel tipo con cara de borracho total que me guiñaba descaradamente un ojo.

- ¿Eh? - de un tirón, Jeno me apartó de la trayectoria de ese hombre, porque perfectamente podía considerarse ya un hombre en toda regla. Me rodeó con sus brazos y le lanzó una mirada divertida y prepotente.

- Apártate, el Muñeco es mío. - y volvió a tirar de mí, adentrándonos más en aquel lugar alocado carente de orden. - Estupendo, no falta de nada. Putas, puteros, lesbianas, maricones, alcohol… - capté en ese momento totalmente distraído con tantas cosas, como un coro de chicos se esnifaban de una vez todo el polvo blanco que había esparcido a un lado de la mesa de la cocina y vociferaban llenos de gozo. - … Drogas y música mala. ¡Wow, me siento como en casa! - no me lo podía creer. ¡Eso era el infierno!

- Jeno, vámonos.

- ¿Qué? - preguntó, alzando la voz. No se oía nada por culpa de la maldita música.

- ¡Que volvamos a casa! ¡Quiero irme a casa!

- ¿Tan pronto? ¡No, ni hablar! ¡Me has arrastrado a la fiesta y fiesta vas a tener! - vale, eso sí que no me lo esperaba. Jeno dio una vuelta sobre sí mismo, quitándoles descaradamente de las manos a una pareja de chico y chica los vasos repletos del líquido rojo que había visto siendo engullido por un coro de energúmenos más atrás. Me lo ofreció. Negué con la cabeza frenéticamente.

- ¡No quiero, no sé lo que es! - le grité, llevándome las manos a los oídos, intentando detener el torrente de gritos y molestos ruidos que fluían por todas partes.

- ¡No seas infantil! ¡Es ponche, lo que se sirve en todas las fiestas! ¡No te vas a morir por beber un poco! - giré la cabeza de un lado a otro. Todo el mundo parecía divertirse pero… de una forma tan sumamente absurda. Daba vergüenza ajena. - ¡¿Vas a ser el idiota que se quede de brazos cruzados solo en una esquina?! - me mordí el labio inferior y le arranqué el vaso de las manos de un tirón.

- ¡Dame! - de un sorbo, me lo bebí todo tan rápido que no me di cuenta del sabor tan bestial y fuerte que tenía, abrasándome la garganta. Empecé a toser, llevándome las manos a la boca. Apenas podía escuchar la risa de Jeno con tanto jolgorio. - ¡Está muy cargado!

- ¡Creo que eso explicaría porque todo el mundo está como loco! ¡Es todo alcohol, con tres vasos irás ciego!

- ¡Pues voy a necesitarlo si se supone que voy ha pasar toda la noche aquí!

- ¡¿Qué?!

- ¡Que voy a necesitarlo si…!

- ¡¿Qué?! ¡No te entiendo! - Jeno se señaló el oído, negando con la cabeza. Me sentí frustrado y repentinamente enojado cuando de repente, me agarró del brazo y empezó a arrastrarme hacia el salón.

- ¡Jeno!

- ¡Ven, vamos a pasarlo bien! - buag, no podía creerlo. Había pasado por la etapa de los juegos de mesa, por la etapa de quedarme en casa y no salir apenas ni a la vuelta de la esquina durante un par de meses, la etapa de las discotecas, de las fiestas, la de la novia, la de los pubs, la del karaoke e incluso la de los clubs de stripties que me duró no mucho más de tres meses y, para quien quiera creerlo o no, aún no había pasado mi etapa de baile, de hecho, siempre había esperado no tener que pasar por ella. El baile no estaba dentro de mis cualidades ni de lejos y cuando Jeno se detuvo y se puso a bailar frente a mí, incitándome a seguirlo, negué con la cabeza, pálido y sintiéndome el ser más estúpido de la tierra.

Le di la espalda, blanco como la cera, dispuesto a salir de allí como alma que lleva el diablo cuando Jeno volvió a agarrarme del brazo, tirando de mí de vuelta a su lado, frente a él agarrándome de la cintura y haciendo chocar mi pelvis con la suya bruscamente.

- ¿¡A dónde te crees que vas!? - noté como se movía, restregándose contra mí todo lo que podía, sin perder oportunidad para tocarme el culo, soltando el vaso de ponche sobre uno de los altavoces que había a nuestro lado y dedicándose por completo a la tarea de sobarme el cuerpo con descaro mientras se movía.

- Jeno no… - intenté murmurar. No sabía si no se detenía porque no me oía o porque pasaba de mi opinión. - ¡Jeno no sé bailar, no quiero bailar, odio bailar! - Jeno se rió, paseando las manos por mi espalda, bajando, bajando…

- ¡No se trata de bailar, yo tampoco sé bailar, odio bailar! - gritó. Sus manos se amoldaron perfectamente a la forma de mi trasero y me pegó más a él mientras mis dedos se cernían fuertemente a sus brazos, inseguro y avergonzado. Jeno posó los labios sobre mi cuello, acariciándomelo con ellos, entreabriéndolos y subiendo, rozándomelo sólo con la puntita de la lengua hasta mi oído. Tragué saliva, con los ojos en blanco y el corazón prácticamente bailando al ritmo de la música. - Piensa que te estoy cogiendo… - suspiró en mi oído, acariciándolo con la lengua, estremeciéndome. - … Y muévete…

¿Cómo mierda me negaba yo a algo así? Los chicos que había visto bailar en la discoteca o en sitios así siempre me habían causado vergüenza ajena, pero Jeno no bailaba, se restregaba contra mí con movimientos que parecían seguir el ritmo de la música. Era completamente erótico, sensual a más no poder. Era casi pornográfico pero yo… no sabía que hacer.

- Venga, Muñeco. Quiero jugar contigo. - y me mordió la oreja, poniéndome el vello de punta. Me agarré a las mangas de su ancha sudadera, entrecerrando los ojos con una mueca de placer.

Había llegado mi etapa de baile y el maestro no podía ser mejor. El problema era, ¿Cómo hacerlo sin parecer un idiota salido? Jeno me dio la respuesta enseguida, obligándome a moverme a su manera sin despegarse de mí en ningún momento, tirando de mi cuerpo, intentando contagiarme su ritmo a base de refriegos y besos húmedos con la lengua en el cuello. Me dejé llevar por el morbo de la situación. Allí nadie nos miraba mal, es más, los pocos que miraban sonreían como si aquello fuera lo más normal del mundo, algunos casi con envidia. A las chicas se les caía la baba literalmente y eso me excitó demasiado.

Separé la cabeza de su hombro y le solté la sudadera. Nos miramos con unas sonrisas resplandecientes y totalmente pícaras, moviéndonos prácticamente encima del otro. Jeno no me soltó la cintura para nada, más para mantenerme pegado a él fuertemente que para indicarme el ritmo que ya tenía metido en el cuerpo. Le brillaban los ojos mirándome con esa expresión de lobo hambriento pintada en la cara, esa expresión tan guarra que parecía decir a gritos, ¡Voy a cogerte!

Pasé el brazo alrededor de sus hombros, por su espalda, pegando nuestros cuerpos aún más, con su oído a tiro para ser capturado por mis dientes, moviendo la pelvis contra la suya, sacudiendo las piernas siguiendo la música. Todo su cuerpo rozaba incansablemente el mío, haciéndome sentir sus músculos tensos y duros aplastando con firmeza mi torso plano, haciéndome imaginar su desnudez, haciéndome desear tocar, lamer, morder, succionar cada centímetro de su piel.

Le rodeé firmemente el cuello con los brazos y vi claramente por encima de su hombro las miradas ansiosas y extasiadas de dos chicas y varios chicos que nos observaban con la cara más obsena que alguna vez le había visto a alguien. Les sonreí, provocando casi inconscientemente. Las chicas casi se relamieron los labios al unísono. Los chicos me hicieron un gesto obsceno con la boca que me dejó casi petrificado de la sorpresa.

- ¿Qué pasa? - me murmuró Jeno al oído, pasando las manos por toda la longitud de mi espalda.

- Me están mirando. Probablemente estén pensando en como quitarte de encima para poder coquetearme y darme por el culo en algún rincón oscuro. - Jeno se giró casi de inmediato, llevándome con él en el movimiento brusco y clavando su fiera mirada en los tipos que, ahora que me fijaba bien, nadie diría que eran de la acera de enfrente. De hecho, parecían tan masculinos como el mismo Jeno, algunos más que otros que, para suerte o desgracia, era innegable que eran gays.

Jeno les sonrió, agarrándome el trasero a dos manos de forma completamente posesiva. Me entró la risa tonta cuando vi como uno de ellos le hacía el mismo gesto obsceno a él, pidiendo sexo con descaro. Jeno puso los ojos en blanco un momento.

- Ooh… te ponen de maricón. - le solté intentando tragarme las carcajadas.

- Cállate. - me dio la vuelta bruscamente sin soltarme la cintura y clavó su pelvis contra mi culo de la forma más descarada posible. Se lo noté todo ¡Todo! Frotándose con fuerza contra mi. Sonreí, divertido por la forma tan estúpida que tenía de picarse y alcé la cabeza hasta casi reposarla en su hombro cuando tiró de mi pelo salvajemente hacía atrás.

- ¡Ah! - desde luego, era estúpido queriéndose hacer el macho dominante… aunque lo fuera. Hundió la boca en mi cuello como en bestia, succionando, acaparando toda la piel posible con sus labios, mordiendo, clavándome los dientes. Me recorrió el cuerpo un escalofrío y agarré alguno de sus mechones con fuerza, estrujando sus hebras y apretando su cabeza contra mi cuello, entrecerrando los ojos con su mano acariciándome el bajo vientre por debajo de la camiseta. Le agarré la mano cuando noté sus dedos intentando introducirse por debajo de mis pantalones, evitando lo inevitable. Oí su risita pasearse por los recovecos de mi mente.

- Mierda, Jeno… - me reí yo también. Con tanto movimiento y metedura de mano se olvidó por completo de los tipos que nos miraban con la baba colgando, concentrándose en mi plenamente, comiéndome la oreja y el cuello, paseando sus manos por todo mi cuerpo de manera extasiante. Sobraba decir que ya notaba como crecía una erección debajo de sus pantalones.

- Menos mal que no sabías bailar. - me susurró, rodeándome con sus brazos y pegándome por completo a él, casi deteniendo nuestro movimiento alocado.

- Menos mal que hemos descargado la pistola tres veces antes de decidirnos a venir. - se rió, con su aliento penetrando ya en mi boca, a punto de besarme de esa manera tan bruta que conocía de sobra.

- ¡Ya era hora! - giré la cabeza enseguida, encontrándome con Yeji corriendo hacia nosotros con una sonrisa inmensa. Tragué saliva, sorprendido al ver las pintas de puta que traía. Si salía a la calle así vestida, con un mini traje con el que prácticamente se le veían las nalgas y un escote que casi dejaba ver sus pechos a la perfección, no me extrañaría que la confundieran con una prostituta pura.

- ¡Yeji!

- ¡Pensaba que ya no vendrían! ¿¡La están pasando bien!? - gritó intentando hacerse oír por encima de los gritos y la música.

- ¡Sí, es una fiesta increíble!

- ¡Busan la recordará toda la vida, te lo puedo asegurar! - noté como Jeno me soltaba con algo de brusquedad, situándose a mi lado con una mueca sarcástica en la boca.

- ¡Te queda muy bien el traje, Yeji! ¡Te pega mucho! - soltó con un tono claramente sarcástico.

- ¡Gracias! ¡Aunque parece que los reyes de la fiesta aquí son ustedes! ¡No se pueden ni imaginar la cantidad de personas que me han preguntado ya quienes son! - señaló con la mirada a los tipos que aún no habían apartado los ojos de nosotros, totalmente descarados.

- ¡Buag! ¡No se lo habrás dicho!

- ¡No, claro que no! - sonrió. Esa es mi Yeye. - ¡Jaemin, cielo, estás bellísimo! - me apartó un poco algunos mechones de la cara con una caricia. - ¡Pareces un idol! ¡Me empiezo a arrepentir de haberte dejado escapar! ¡Si no lo hubiera hecho, en estos momentos serías mío! - dios mío. ¿Había dicho lo que creía que había dicho? Se me acercó con paso insinuante, moviendo las caderas sensualmente y, tengo que reconocer que me quedé totalmente embelesado mirándola hasta que llegó hasta mí y me rodeó el cuello con los brazos con descaro, moviéndose contra mí. Me quedé petrificado, sin saber que hacer con sus ojos fijos en los míos, brillantes. - Sígueme el ritmo, como en los viejos tiempos, mi tigre.

Tragué saliva. Observando sus ojos miel, sus inmensas lagunas de aguas cristalinas tragándome poco a poco, hundiéndome en la sensualidad de sus movimientos, obligándome a recordar tiempos pasado y haciéndome revivir los sentimiento olvidados hacia su persona, hacía mi dulce Yeye. Recordé de golpe momentos como ese fin de semana inolvidable en la playa, la graduación del bachillerato, la perfecta noche del día de San Valentín, algún que otro concierto al que habíamos ido, las cenas románticas en algún restaurante de lujo, los regalos, sus besos, sus caricias… mi todo…

Sin darme cuenta apenas, empecé a seguirle el ritmo, rodeándole la cintura con mis brazos, hipnotizado. Yeji desvió la mirada unos segundos hacia la izquierda. Sentí una mirada profunda clavada en mi nuca, una mirada que me observaba, un escalofrío que me recorría el cuerpo, un mal presentimiento, como una especie de latigazo repleto de decepción, rabia y… finalmente indiferencia, resignación y repugnancia. La sensación fue desapareciendo poco a poco, hasta que desapareció por completo y una sonrisa se formó en mis labios momentáneamente, concentrándome en la maravillosa criatura que tenía entre mis brazos. Yeji sonrió, dirigiéndole una mirada triunfal a alguien que había a mis espaldas, la dirección exacta de dónde había procedido esa molesta sensación ya extinguida.

Oh, dios… no sé como pude perder la noción de la realidad con esos ojos que recordaba inmaculados observándome fijamente a mí. Esos ojos con los que había soñado durante meses y meses atrás, detrás de los que había ido durante mucho, mucho tiempo. Los ojos que me hipnotizaron por completo durante más de un año y cuyo hechizo, Jeno había destruido…

Jeno…

Giré la cabeza inmediatamente, buscándole con la mirada, esperando encontrarlo a mi lado con cara de mala cara y con razón, pero no estaba. No estaba. ¡Oh, mierda!

- ¡Jeno! - grité, separándome bruscamente de Yeji, buscándolo con ansiedad. Yeji posó las manos en mis mejillas de repente.

- ¡Olvídate de Jeno! - y se inclinó de puntillas para besarme. Retrocedí con los ojos como platos.

- ¡Yeji, tengo novio! - grité, esta vez no para hacerme oír por encima de la música. El grito me salió de dentro.

- ¡¿Y desde cuando me das de lado por otra persona, Jaemin?! ¡Te estoy correspondiendo, quiero volver contigo, es lo que has estado deseando desde que cortamos, tú sólo estás con él para ponerme celosa!

- ¿¡Quien te ha dicho eso!? ¡Bueno, da igual, ahora soy yo quien no quiere volver contigo! - oh… no podía creer que le hubiera dicho eso a Yeji después de tanto tiempo deseando que me suplicara así. Ella se quedó boquiabierta literalmente hablando.

- ¿Qué? - preguntó, frunciendo el entrecejo peligrosamente. Parecía ser la primera vez que alguien le rechazaba y sí, era muy probable que así fuera. De repente, sentí el picor de su mano afilada dándome una tremenda bofetada en la mejilla que me dejó paralizado. - ¡Definitivamente, eres un completo maricón! - y salió corriendo del salón con la cabeza bien alta. Me acaricié la mejilla con la palma de la mano, adolorido. No me paré ni cinco segundos a intentar captar qué demonios había ocurrido para acabar así y eché a andar, buscando a Jeno, angustiado y deseando largarme de allí cuanto antes.

Ahora que Jeno no estaba a mi lado, aquello se había vuelto un infierno auténtico.

Sentía como a cada paso que daba, alguien me empujaba. Cada vez estaba más agobiado y fatigado con la música tan alta y tanta gente a mi alrededor, gritando como locos, metiendo saltos incansablemente. Cada vez me desesperaba más al ver que Jeno no estaba en ninguna parte. ¿Dónde mierda se había metido? Estaría muy, muy enojado y con toda la razón del mundo. Me merecía aquel mal rato que estaba pasando, buscándole. ¿Pero que había pasado? ¿Tan adentro me había llegado Yeji durante ese año que estuvimos juntos que era incapaz de luchar contra el poder de su mirada? ¿Qué era incapaz de ver que había a mi alrededor por ella? ¿Qué era de olvidarme de Jeno? Por un momento la odié por conseguir que apartara a Jeno de mí mente. Le quería allí, incansable, molestándome a cada segundo, perturbando mi escaso ya de por sí, cerebro.

Quería que sólo él se apoderara de mi mente, sólo él.

En aquel momento, me odiaría y cuando lo encontrara… quizás me lo haría delante de todos esos energúmenos como castigo a semejante burla. Quizás me exhibiría como había hecho ya tiempo atrás, pero esta vez, por completo. Jeno era capaz de eso y más, pero no importaba. Necesitaba verle, necesitaba rogarle perdón. Necesitaba que volviera a formar parte de mi mente por completo y de mi cuerpo…

Jeno, por favor…

- ¡Por fin te alcanzo! - me di la vuelta, esperanzado al oír una voz masculina a mis espaldas pero la sonrisa se me borró de la cara en cuanto vi a uno de los tipos que me había estado haciendo gestos mientras me restregaba contra Jeno. Era corpulento, escasamente más alto que yo y su sonrisa resplandecía macabramente. - ¡Vaya meneo te has dado con el otro chico! ¿¡Bailas ahora conmigo, nene!? - le lancé una mirada de profundo horror.

- ¡No, ni hablar! - y di un paso hacia delante, dándole la espalda. Sentí un brusco tirón del brazo que me hizo girarme con rabia.

- ¡Venga, te juro que lo pasaremos bien juntos! ¡Si quieres puedo llevarte a un sitio divertido y pasar de esta patética fiesta!

- ¡Suéltame, imbécil! - le empujé, intentando deshacerme del agarre. Tiró con más fuerza de mí.

- ¡Te daré por el culo mucho mejor que el aspirante a-…  - no le di tiempo ni a acabar la frase. Le di un tremendo manotazo en la boca que le hizo soltarme y llevarse las manos a los labios. Sangraba. - ¡Tú, traga penes! - retrocedí empezando a asustarme al ver la expresión furiosa con la que me acosaba y volvía a avanzar hasta mí. Ahora que veía claramente su corpulencia a la luz, me quedó claro que como le diera por intentar forzarme me reventaría y yo no sería capaz de hacerle mucho más que un par de arañazos y moratones con mis manos.

Cosas así nunca pasaban con Jeno. Él no era capaz de levantarme la mano cuando se enojaba conmigo. Cualquier otro no sería ni la mitad de indulgente que él.

¡Idiota, idiota, idiota, Jaemin, eres un maldito idiota!

Contuve las ganas de llamar a Jeno, pidiendo ayuda y retrocedí de espaldas. Me empujaron de nuevo, haciéndome caer de culo fácilmente al suelo. Sentí auténtico miedo cuando vi a aquel grandulón frente a mí y cerré los ojos, esperando cualquier cosa.

- ¡Jeno! - grité con toda la fuerza de mis pulmones. Me llevé las manos a la cara, esperando salvarla de algún que otro puñetazo… pero nada sucedió. La luz iba y venía siendo ocultada por las sombras de las personas que se movían sin parar a mí alrededor. Un pisotón y miradas de extrañeza me hicieron volver a la realidad y abrir los ojos. Me levanté del suelo, confuso cuando vi la figura de ese chico arrastrándose hacia el salón de nuevo, soltándole una maldición a alguien que le levantó el puño, amenazante. El tipo desapareció. - ¿Jeno? - murmuré, dudoso, acercándome a la persona que me había quitado de encima al tipo que casi mata.

Por un momento, estuve a punto de tirarme a su cuello muerto de alegría, deseando besarle y pedirle que nos largáramos de allí, pero entonces me di cuenta de que no era Jeno cuando se volvió y vi su pelo castaño y brillante. Los ojos oscuros observándome de manera penetrante, provocándole un vuelco al corazón que me dejó sin respiración.

- Tú…








🔸 Gentegentegentegentegente, agárrese de la silla o de donde estén sentados, porque a partir del próximo capítulo las cosas se ponen sUpEr hardcore.

🔹 También les aviso que faltan como 10 cap y se termina, zizi 🎉

🔸bUT- también les comento que estoy pensando en hacer otro book para la continuación de éste, asieeeesss

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Cuenta principal: ZensCT

GRACIAS por leer L@S AMO

ATTE: ErbaZen

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