Lo empuje a un lado mío para sacármelo de encima y lo oí golpear el suelo.
Una vez libre me quedé mirando al foco del techo.
Un recuerdo paso por mi mente, estaba en el almacén devuelta pero no me deje llevar por eso, ya no había nada que mantuviera cautivo.
—Mátame —pidió Samuel a un lado de mí y giré mi cabeza para verlo —Termina lo que empezaste.
Negué con la cabeza y volví a mirar al techo, solo ahí me percaté del charco de sangre que nos rodeaba a los dos.
¿Iba a morir?
No lo sabía pero podía jurar que cada segundo me estaba volviendo más débil, como si hubiera usado toda mi fuerza en apuñalarlo y ahora estaba moribundo.
—Se suponía que tú tenías que ser el héroe —dije y no sabía si él me escuchaba pero no me importaba, simplemente quería sacarlo.
—¿Cómo?
—Ibas a salvarme de mi vida miserable y enseñarme el camino correcto a través del amor cómo lo hacen en las películas... Creo.
Él se rió, su voz estaba apagada por el dolor.
—Tú podrías haberme hecho un mejor hombre —dijo y esta vez fue mi turno de reír con burla.
¿Cuál habría sido el precio que tendría que pagar por eso?
—Y tú podrías haberme hecho un monstruo —nunca iba a cambiar, no iba a engañarme a mí mismo.
No valía la pena dejarlo todo por tan poco a cambio.
—Yo si te quería, no era mentira —confeso y me tomo por sorpresa —Lo hacía a mí manera, pero lo hacía.
—Sí, me di cuenta desde el primer momento en que me tiraste encima una estantería gigante y me dejaste en silla de ruedas —dije y los dos no pudimos evitar reír.
Me sentía bien por una extraña razón, el dolor en mi cuerpo era tan grande que al final no podía sentir nada, quizás la pérdida de sangre me estaba ayudando.
Algo pasó por mi cabeza y me giré para ver Samuel que en ese mismo momento estaba escupiendo sangre.
—¿Quién estaba fuera de la casa de mi madre? —lo habría dicho más alterado pero ya no tenía fuerzas para alterarme, estaba adormecido.
—Nadie importante —dijo Samuel con la respiración dispar —Solo un viejo amigo, le dije que no hiciera nada malo.
Solté un suspiro más tranquilo, sentía que podía morir con más calma.
—¿Realmente pensaste que iba a matar a tu madre? —pregunto sorprendido él.
—¿No lo ibas a hacer? —le rebatí incredulo.
Él negó con la cabeza brevemente.
—Solo quería asustarte...
—Pues lo lograste, ¿Te sientes satisfecho?
—No lo sé —hizo una pausa —Esto no se suponía que terminaría así —confeso él.
Alce un poco las cejas y sonreí.
—Realmente me jodiste la vida —solté sin pensarlo.
—Sí, lo hice —dijo el riendo como si estuviera orgulloso.
Los dos estábamos muriendo lentamente.
Desearía haberme quedado ahí hasta que todo terminará pero tenía que seguir.
Me di la vuelta dificultosamente y comencé a arrastrarme hasta la salida dejando un camino de sangre a mí paso.
—¿No vas a matarme? —pregunto Samuel mirándome confundido.
—Te dije que no soy como tú —insistí sin detenerme aunque el mundo daba vueltas y estaba adormecido.
Las escaleras no eran largas pero si serían un reto.
Comencé a subir por los escalones sintiendo como me desvanecía con cada movimiento.
—¿Vas a dejarme aquí para que muera solo? —pregunto él con enojo —¿Esta es la piedad que tanto presumes?
—Lo aprendí de ti, no te preocupes no tienes una estantería encima y solo serán unos minutos hasta que la policía venga a buscarte.
Él rio de forma burlona.
—No voy a caer hoy Rubén —dijo e hizo un ademán para levantarse pero fallo patéticamente.
Caí en cuenta de otro detalle importante, además del cuchillo que aun seguía clavado en su estómago tenía la puñalada detrás de la rodilla que le había hecho hace unos minutos.
¡Él no podía caminar!
Quise reírme a carcajadas pero estaba demasiado cansado.
—No tienes a dónde huir, tu juego se terminó Samuel y yo gane —dije sintiéndome de alguna forma orgulloso de eso.
—Vuelve aquí, puedo arreglar todo lo que hice —prometió con tono esperanzador.
Negué con la cabeza y continúe avanzando por el cuarto escalón, estaba cada vez más cerca.
—Puedo darte el mundo entero si eso es lo que quieres.
—¿Para qué me lo quites cuando te enojes o te aburras justo como acabas de hacerlo? —replique cansado —Esto se ha terminado Samuel.
—Tenías razón —me cortó antes de que pudiera llegar al quinto escalón y estar cerca de abrir la puerta.
—¿Sobre qué? —dije sin girarme a mirarlo.
Su respuesta se hizo esperar y solo salió justo cuando me estiraba para colocar mi mano sobre el picaporte.
—Estaba solo y desesperado, no sabes toda mi historia pero eso es cierto, dame otra oportunidad para demostrarte...
—No —le corte y abrí la puerta siendo recibido por un halo de la luz blanca del pasillo.
—¡Ve hasta lo más bajo y entenderás lo que quiero decirte! —grito con fuerza.
—Adiós Samuel —me despedí mientras me arrastraba fuera y su voz se escuchaba cada vez más lejana.
Me desplome en el suelo, ya no tenía más fuerza para nada.
—¿Rubén? —la voz de Mangel se oyó por el pasillo y vi a mi amigo acercarse con un cuchillo en las manos y el revólver vacío que había usado para dispararle al perro.
—¡Vas a lamentar esto! ¡Pagaras por lo que has hecho! ¡Lo ultimo que veras antes de morir sera mi rostro! —grito Samuel justo cuando cerraba la puerta.
Vi como Miguel hacia un gesto de terror al oír sus palabras pero yo seguía indiferente, estaba libre por fin.
Mangel me ayudó a moverme y juntos llegamos hasta la salida de la casa.
En ese momento oímos las sirenas de policía y ¿Un camión de bomberos?
No lo entendía hasta que llegamos a la entrada y vi las llamas saliendo de la ventana de la casa de Samuel.
Aquella explosión que había escuchado hacía unos minutos venía de ahí.
Lo que alguna vez había sido un hermoso hogar ahora se reducía a una pila de escombros humeantes.
No pude evitar pensar en sus mascotas en el sótano, si es que quedaba alguna esa sería una buena forma de deshacerse de ellas, aunque no entendía de que le servía si ya estaba condenado.
Una ambulancia se hizo presente detrás del coche de policía y dos hombres uniformados me ayudaron a subir a una camilla.
Debía ir rápidamente al hospital o seguiría desangrándome pero antes de hacerlo le dije a los policías a dónde se encontraba Samuel.
Mi cuerpo cayó rendido sobre la camilla y dejé que mis ojos se cerraran.
Pensé que con todas las cosas horribles que había visto esa noche tendría pesadillas por el resto de mi vida.
Pero me encontré con que esa noche descanse bien.
Ni los recuerdos de Fargan con su cuello rasgado, la cabeza Alex en esa bandeja, los agujeros de bala en el cuerpo de Lolito o la sangre tibia de Auron manchando mis manos lograron hacer que mi sueño se perturbara.
Sentí que había hecho algo justo, finalmente todas sus muertes tendrían sentido y el culpable no saldría impune.
Incluso soñé con Irina, pensé que ella me daría las gracias o me diría algo bonito pero solo se veía pálida y asustada.
Ella me miró a los ojos y apunto su dedo en mi dirección, creí que me estaba señalando pero en realidad apuntaba a algo detrás de mí, cuando quise voltearme para ver qué era lo que la tenía tan aterrorizada todo se volvió oscuro y no pude ver nada.
No lo entiendo.
¿Qué fue lo que hice mal?